Skip to content

César Chávez, memoria de un país

El activista César Chávez en el Valle de Salinas, en 1979.


           
   

AP

El activista César Chávez en el Valle de Salinas, en 1979.

Nació en Yuma, Arizona, el 31 de marzo de 1927, en una familia de seis hijos, que se dedicaba a la recogida de cosechas: guisantes y lechuga en el invierno; cerezas y frijoles en la primavera; maíz y uvas en el verano; y algodón en el otoño. César Chávez se convertiría, con el tiempo, en un sindicalista comprometido con la causa de los derechos civiles y laborales de los trabajadores agrícolas.

Dejó la escuela en el octavo grado, según algunas fuentes, porque no quería que su madre, Juana, trabajara en los campos; pero también porque su experiencia escolar fue muy dura: hablar español estaba prohibido en la escuela y, como el español era su lengua materna, sufrió el castigo físico de parte de sus profesores. Y así, de adolescente, se convierte en un trabajador agrícola temporero.  A los 19 años se alista en la Marina estadounidense donde serviría durante dos años. A su regreso se casa con su novia de la secundaria, Helen Fabela. La pareja se va a vivir a San José, California, donde nacerían sus ocho hijos. En San José, viven en un barrio llamado “Sal Si Puedes”. Chávez entendió pronto que la mejor manera de “salir” era la educación.

César Chávez trabajó en los campos de California hasta 1952 cuando se convirtió en activista de un grupo latino de derechos civiles. En 1962 co-fundó con Dolores Huerta lo que más tarde se llamaría United Farm Workers (UFW). Es la época que el periodista e investigador Juan González, en su libro “Harvest of Empire”, al hablar del ascenso hispano en Estados Unidos, sitúa entre el período de “integración” y el período “radical”. Dice González que la UFW de Chávez luchaba por “derechos básicos”: derecho a sindicarse, a votar, a servicios públicos como la educación, la vivienda, el agua.

“Chávez llegaría a convertirse en el líder hispano más admirado en el país”, escribe González.

En el libro “Latinoamericanos, el legado de 500 años que dio forma a una nación”, el periodista Ray Suárez cuenta el origen del sindicato desde la perspectiva de Huerta: “Un día César me llamó a su casa y me dijo: ‘sabes que los trabajadores del campo nunca van a tener un sindicato a menos de que tú y yo lo iniciemos’. Se había acordado que él sería el líder . No me importó… Yo digo siempre: ‘los hombres quieren ver quién tiene la culpa y quién recibe el crédito’. Pero las mujeres decimos: ‘¿A quién le importa? Hagamos nuestro trabajo’”.

Huerta se mudó a la casa de Helen y César  Chávez con seis de sus hijos. Mientras Chávez y Huerta viajaban por los campamentos de los trabajadores agrícolas en California, Helen se ocupaba de 14 niños, los suyos y los de Huerta.

El 8 de septiembre de 1965, los trabajadores de la vendimia en Delano, California, comenzaron una huelga para demandar mejor paga. Estos trabajadores, en su mayoría de origen filipino, pidieron la solidaridad del sindicato de Chávez y Huerta.

Fue el inicio de un movimiento huelguista que cambiaría las relaciones laborales en el agro californiano y estadounidense. En marzo de 1966, un subcomité del senado federal, se trasladó a California para mantener una audiencia sobre la huelga, en ella, el senador Robert F. Kennedy, manifestó su apoyo a los huelguistas.

Chávez atrajo la atención de la causa, además, por medio de varias huelgas de hambre: en 1968 dejó de consumir alimentos por 25 días para promocionar los principios de la no violencia. En 1970, ayunó para preparar los actos de desobediencia civil de los trabajadores agrícolas. Y en 1972 ayunó contra la legislación de Arizona que prohibía boicots y huelgas de campesinos durante la cosecha.

En estos días, el recuerdo de Chávez viene unido a las manifestaciones por la reforma migratoria, pero hay que apuntar que la UFW se opuso al Programa Bracero —trabajadores temporales— que existió entre 1942 a 1964. Tanto Chávez como Huerta pensaban que el programa perjudicaba a los trabajadores estadounidenses y explotaba a los migrantes.

Pero en 1986, Chávez y Huerta, colaboraron para que la administración del presidente Ronald Reagan pasase la ley de inmigración que legalizaría unos tres millones de indocumentados.

Chávez murió el 23 de abril de 1993 en San Luis, Arizona.

Día de César Chávez, una celebración al compromiso cívico y justicia social.


           
   

Cesar Chavez Foundation

Día de César Chávez, una celebración al compromiso cívico y justicia social.

Celebrating my abuelo’s legacy

By Julie Chávez Rodríguez

Eighty-eight years ago, a man of extraordinary heart, courage, and understanding was born. On March 31st, we celebrate not only the birthday of my grandfather, César Estrada Chávez, but more importantly the spirit of civic engagement and social justice he espoused throughout his life.

César Chávez was raised amongst migrant farm workers who experienced difficult conditions working in the agricultural fields. Men, women, and children received little pay for backbreaking labor and dreadful environments. These farm laborers lacked simple necessities such as access to drinking water, health care, and a livable wage. Many lived in scanty shacks made of tin, without electricity and cramp, unsanitary conditions. Children were raised into a vicious cycle of poverty. Life expectancy for farm workers was 49 years.

My grandfather dedicated his life to organizing and giving a voice to these voiceless laborers, who were often too afraid to advocate for themselves, for fear of punishment or losing their job. Many did.

Despite the widely conceived notion that the status of farm workers would never improve, my grandfather developed a “yes we can” or what he coined a “Si Se Puede” attitude. For decades, despite setbacks and difficulties, he preserved that spirit. Due to this, I consider myself to have lived a privileged childhood, not in wealth, but in experience. Surrounded by some of the country’s top organizers, I spent my childhood at incredible meetings, participating in picket lines, and right beside my grandfather handing out leaflets outside of supermarkets. It was tough work, but we made an impact in the lives of people. And that’s what it was always about, “it’s not about grapes or lettuce, it is always about people” he once said.

In many ways, César Chávez’s spirit is alive and well across the country. The fact that people are organizing and using non-violent action to raise awareness about critical issues facing our nation is a testament to the legacy my grandfather left. Today, we must continue to strive to ensure that everyone, regardless of where they’ve come from or the community they reside in, can have access to quality education, a living wage, and affordable healthcare. We must continue to fight for an immigration system that protects immigrants from labor abuses and celebrates the invaluable contributions they make to our local economies and communities. On César Chávez Day we celebrate the legacy of a champion for social justice and we acknowledge the determination of those who continue his work today. As we endure through the setbacks and rejoice during the impactful victories, we might find comfort and motivation in the words of my abuelo, César Estrada Chávez:

“It is possible to become discouraged about the injustice we see everywhere. But God did not promise us that the world would be humane and just. He gives us the gift of life and allows us to choose the way we will use our limited time on earth. It is an awesome opportunity.”

CHÁVEZ RODRÍGUEZ ES LA NIETA DEL LÍDER SINDICAL CÉSAR CHÁVEZ. ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO PRIMERO EN EL
BLOG DE LA CASA BLANCA

Últimas Noticias