Alrededor de las 10.30 am, “Liss”, tal como todos conocen a Patricia Lisseth Portillo, dueña del Restaurante “Doña Tere” en Woodbridge, Virginia, trabajaba arduamente junto a los demás empleados dentro de la cocina como una gran familia para servir a sus comensales, con una pequeña diferencia: esta vez un fotógrafo la seguía con cámara en mano para capturar su labor. Allí no había discriminación de ningún tipo, todos eran tratados por igual, como en la cocina de un hogar salvadoreño.
Luego de permanecer en el lugar por unos minutos y observar el movimiento, me percaté de que se trataba de un restaurante con sabores de esos que los latinos extrañamos muchas veces, propios de nuestros países, pero sobre todo de casa. Un ambiente muy agradable se respiraba en aquel local colorido y con un excelente servicio, pues parecía estar diseñado con los estándares tal y como si se tratara de cualquier franquicia de comida americana.
Liss posaba para la cámara por una razón fundamental: había resultado ganadora del Powermeter con el “Woman Entrepreneur of Distinction Award”, otorgado por El Tiempo Latino. “Me llamó mi amigo Pedro Sorto, me dijo que había sido nominada para el premio, luego me llamó el editor del periódico y así fue cómo me enteré. Yo no sabía nada. Esto me sorprendió y dije ‘este el tiempo de Dios’. No había recibido otro reconocimiento antes, he estado trabajando duro todos estos años y dando lo mejor a la comunidad”.
Los nervios que decía tener al principio de la entrevista, se fueron alejando hasta que con total confianza, la emprendedora mostró un pedacito de su vida.
Entre El Salvador y EEUU
El Salvador vio nacer a Liss, pero su madre, como muchas otras personas para los años 80’s, abandonó el país mientras trataba de alejarse de la guerra. Su rumbo por tierra fue EEUU, sin embargo tuvo que dejar a su hija de tan solo 2 años de edad para buscar un mejor futuro.
Ella reconoce que no fue fácil, pues creció en el país centroamericano junto a sus abuelos a quienes llamaba “papá” y “mamá”. “Cuando alguien le dice a uno que se lo va a llevar y tú no lo conoces, es una transición bien fuerte, porque nunca has visto a esa persona, ni convivido. Para mí fue bien duro”. Precisamente eso fue lo que pasó seis años más tarde, cuando su mamá había obtenido la residencia y se la trajo a suelo estadounidense.
“Estaba pequeña. Yo no entendía a mi mamá, ni ella me entendía a mí. Nos costó adaptarnos. Tuve la oportunidad de ir de vacaciones a El Salvador y no me regresé” hasta los 18 años. Salió embarazada de su primera hija y entonces, el panorama cambió. Tuvo que regresar contra su voluntad a América. “No quería que mi hija naciera allá, por lo que una tía me ayudó a venirme”. A pesar de las luchas internas, se quedó y sería este “país de oportunidades” el que le abriría las puertas del éxito a ella y la familia que más tarde formaría.
Su historia como inmigrante no dista de parecerse a otras, pero su desenlace es de éxito. Al llegar empezó a trabajar en un hotel en Washington limpiando habitaciones durante 8 horas al día, pero al salir del lugar entraba a su segunda jornada en un trabajo medio tiempo también en el área de limpieza, pero de oficinas desde las 5 pm hasta las 10 pm. “Luego agarraba el Metro a casa. Fue bien difícil”.
Había una vez un tráiler
Doña Tere abrió sus puertas, o mejor dicho, ventanas, hace 12 años sobre las ruedas de un tráiler. “Conocí a mi esposo, que estaba abriendo la ‘trailita’ donde empezamos, tenía su Drive Thru, ubicada aquí mismo. Empezamos juntos a sacar ese negocio adelante. Él es mi mano derecha, los dos hemos trabajado arduamente”.
Cuando Liss habla de la diferencia entre sus inicios y ahora, se llena de emoción. “La diferencia es mucha. No tenía espacio para comer acá, sino que todo era orden por teléfono, pasaban por la ventanilla y llevaban el atol de lote, las pupusas, carne asada, tacos, pollo guisado”. Esto fue así por seis años, después empezó el crecimiento.
Al despedirse del tráiler adquirieron un local a una cuadra de donde funcionaban. “Allí estuvimos cinco años en ese espacio, luego vendimos porque nos demandaba mucho tiempo, cerrábamos a las 2 am, ya que vendíamos licor”. La última vez que se mudaron fue a la tienda donde funcionan actualmente y en el mismo espacio donde comenzaron. Ahora, con un espacio cómodo desde 2015.
La receptividad por parte del público con el más reciente local adquirido ha sido excelente. “Ofrecemos los desayunos que salvadoreños, tenemos el casamiento, frijoles fritos, plátanos, para el almuerzo contamos con las sopas de marisco, mondongo y res. Sábado y domingo sopa de gallina, también carnes, especialidad en lomo salteado, bistec a lo pobre, que es al estilo peruano, que por cierto no le queda el nombre porque el plato es demasiado grande; es un steak con papas fritas, salsa especial de cebolla y tomate, plátanos frito y un huevo estrellado encima ¡Bastante bueno!”.
Hoy día, Doña Tere cuenta con 18 empleados centroamericanos y va por más, pues su dueña quiere abrir otra tienda en Alexandria. Los miércoles venden pupusas a $1 y pueden llegar a cocinar más de 5 mil unidades para los comensales, que buscan la sazón de Liss, quien siempre llevó la cocina en su sangre y aprendió por sus propios medios el arte culinario que hoy deleita a Woodbridge con exquisitos sabores latinos.