Claudia Ginestra
El embarazo es un momento especial y complicado para las mujeres, pero este ha sido particular para todas aquellaS que han tenido que vivir esta experiencia en medio de la pandemia por COVID-19. Cuando comenzó la crisis en marzo, todavía se tenía muy poca información sobre cómo se contagiaba el virus SARS COV-2, y mucho menos, se tenía información sobre cómo afecta a las mujeres embarazadas. La epidemióloga de Harvard, Sonia Hernandez, quien se ha dedicado a estudiar el impacto de los medicamentos en esta población, decidió estudiar el impacto del COVID-19 en mujeres embarazadas a través de un estudio.
Ante este escenario, nos preguntamos qué tan vulnerable es esta población. “El riesgo de una mujer embarazada es el mismo al resto de la población, pero no podemos ignorar el hecho de que estas personas están pasando por un proceso físico muy demandante, de manera que puede ser más complicado experimentar los síntomas de la infección”, contó Hernández. Los síntomas que pueden experimentar son los ya documentados por la enfermedad como dolor de garganta, dolor de músculo, tos seca, fatiga, falta de aire, fiebre y dolor de cabeza.
Las siguientes señales pueden indicar que la mujer embarazada debe pedir ayuda de inmediato:
-Dificultad para respirar o falta de aliento
-Dificultad para completar una oración por falta de aire o necesidad de detenerse para respirar con frecuencia cuando cruza la habitación
-Toser más de 1 cucharadita de sangre
-Dolor persistente o presión en el pecho que no es al toser
-Incapacidad de retener líquidos
-Signos de deshidratación, como mareos al estar de pie
-Confusión o incapacidad para despertar
-Labios o cara azulados
-Sangrado vaginal
-Convulsiones / ataques epilépticos
-Dolores de cabeza severos con visión borrosa
-Fiebre y sensación de demasiada debilidad para levantarse de la cama
-Dolor abdominal severo
-Tu agua se rompe
Además, la experta apunta que por las dinámicas de distanciamiento social que se deben cumplir, los embarazos ahora son distintos, y necesitan ser mucho más cuidados. No solo a través del virus en sí, sino también a las circunstancias de vivir una pandemia: menor acceso a la atención prenatal, planes de parto alterados, mayor ansiedad, estrés económico, aislamiento de amigos y familiares. “Las familias deben estar más preparadas por la crisis económica que estamos viviendo”,agregó la experta.
En el estudio que realizó Hernández se descubrió que más del 70 por ciento de las mujeres reportaron depresión o ansiedad clínicamente significativa, y más del 40 por ciento dieron positivo en el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, tasas varias veces más altas que lo que los estudios anteriores al COVID-19 sugieren que es la norma para las mujeres embarazadas. Más de la mitad reportó altos niveles de soledad. La exposición a los medios de comunicación y las preocupaciones sobre la pandemia y el embarazo, en particular, se correlacionaron con el sufrimiento clínico.
Según los últimos estudios, no se ha encontrado evidencia que el hijo de una mujer embarazada con la infección herede la enfermedad. Sin embargo, el parto debe ser mucho más meticuloso para evitar el contagio, “la mayoría de los bebes se han contagiado en el momento del parto, y no antes”, dijo Hernández. Por ello, la planificación del embarazo en estos tiempos es vital, y los hospitales deben tomar todas las medidas para que el parto sea seguro. Tampoco se sabe en este momento qué riesgo representa para el bebé en desarrollo que su madre tenga COVID-19. Ninguno de los embarazos afectados por el SARS conocidos resultó en un bebé nacido con un defecto congénito.
Por otro lado, la mujer vive una separación más brusca de su hijo en el momento del parto ya que debe llevarse a un lugar seguro hasta que se pueda verificar que ninguno de los dos tiene el virus. “Dependiendo de la clínica, algunos dejan amamantar y otros no. Pero debe haber una separación al comienzo por seguridad”,dijo la epidemióloga. En este momento, no hay evidencia que sugiera que COVID- 19 sea transmisible de madre a bebé a través de la leche materna. Se desconoce si el virus puede transmitirse a través de la leche materna. El único informe de prueba no encontró virus en la leche materna de seis pacientes. Sin embargo, la transmisión de gotas podría ocurrir a través del contacto cercano durante la lactancia. Además de sus muchos otros beneficios, la leche materna es una fuente pasiva de anticuerpos y, por lo tanto, puede proporcionar protección pasiva de anticuerpos al bebé.
Puede leer la información del estudio de Hernández aquí