Luego de la salida del dictador Augusto Pinochet como consecuencia de un plebiscito nacional en 1988, Chile había sido visto por el resto de los países Latinoamericanos como ejemplo de institucionalidad y estabilidad económica. Pero luego, llegaron los disturbios de finales de 2019 y la imagen de solidez del sistema político chileno comenzó a tambalearse. Con el objetivo de detener la ola de protestas que exigían un cambio en la Constitución, el gobierno de Sebastián Piñera accedió apoyar el proceso que llevase finalmente a escribir una nueva Carta Magna.
Como parte de ello, el pasado domingo los chilenos acudieron a las urnas electorales para elegir a los miembros de la Convención Constituyente la cual a su vez será responsable de redactar una nueva constitución. Ese día la sorpresa más grande fue el amplio triunfo de los candidatos independientes. De los 155 miembros, 48 se habían postulado por listas independientes y otros 40 electos llegaron a la papeleta amparados por alguna colectividad u organización no política. En resumen, la cifra de independientes en dicho órgano llega a un 64%.
¿Por qué la insistencia en una nueva constitución? El texto constitucional actual fue creado en 1980 y siendo herencia del régimen militar de Augusto Pinochet ha sido fuertemente atacado por quienes consideran que dicha dictadura de derecha consolidó en dicho texto un papel muy limitado para el Estado tanto en derechos de propiedad como en la provisión de servicios.
Lo que preocupa es la falta de balance ideológico existente entre los 155 constituyentes, lo cual podría indicar que el nuevo texto termine siendo un cúmulo de deseos y derechos con pocas obligaciones. Este domingo le fue muy bien a la izquierda y a los independientes mientras que la centro-derecha le fue muy mal. Estos lograron solo 37 escaños, número muy alejado de los 52 necesarios para influir de forma importante en el contenido de la nueva Carta Magna y vetar artículos.
Es cierto que el texto que se proponga tiene sus limitaciones preestablecidas. Por ejemplo, debe respetar el carácter de República del Estado de Chile y su régimen democrático al igual que las sentencias judiciales y los tratados internacionales ratificados por el país. Sin embargo, existen varios temas trascendentales que sí estarán en discusión. Uno de los más populares ha sido la falta de compromiso por parte del estado en la actual constitución de proveer salud y educación para las grandes mayorías. La discusión se centra en que si bien la letra constitucional garantiza el “acceso a la salud”, sus críticos insisten en que debe ir más allá y obligar al estado a “proveer” dichos servicios básicos. Esto obviamente de llevarse a cabo, aumentaría de manera importante el gasto público en Chile tal como le sucedió a Brasil en 1987 llevando al gigante del sur a un proceso de hiperinflación. Por ello, las propuestas deben también responder a la identificación de sus requerimientos de financiamiento para no terminar en un desequilibrio social peor.
Como segundo punto importante se encuentra el reconocimiento de los pueblos originarios indígenas y sus derechos sobre las tierras que consideran les fueron arrebatadas.
El otro tema tiene que ver con las obligaciones del gobierno para cuidar del medio ambiente y los derechos sobre el agua. La Constitución actual chilena estipula el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación y el deber del Estado de tutelar la preservación de la naturaleza.
Sin embargo, para algunos esta declaración no es suficiente. Igualmente, quienes han estado a favor de una nueva constitución, aspiran a que se incorpore explícitamente en el texto que el agua es un bien nacional de uso público y que por lo tanto se tornarían inconstitucionales los acuerdos de privatización realizados.
En fin, muchos temas que resultan tremendamente lógicos y justos, esperemos que la racionalidad reine entre los miembros de la Convención Constituyente y que escriban un texto final que permita hacer de Chile un país más solidario, pero que a la vez logre conservar la estabilidad económica que lo ha caracterizado.