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ESPECIAL | Socialismo, la palabra [ya no tan] prohibida en EEUU

SOCIALISTAS. Sanders y Ocasio-Cortez han defendido el socialismo en EEUU, con posiciones controlversiales hacia regímenes dictatoriales en América Latina/EFE - Montaje: El Tiempo Latino

Cuando el senador Bernie Sanders estuvo entre los favoritos para ganar la nominación por el Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de 2020, parte del espectro político estadounidense debatió sobre el socialismo… una vez más. El Partido Repúblicano (GOP) hizo lo posible por polarizar el debate al utilizar los casos de Cuba y Venezuela, pero no todo el discurso funcionó. Alexandria Ocasio Cortez, la millennial de los Socialistas Democráticos de América (DSA) que conquistó el Senado, demostró lo que, desde 2019, concluyen algunos estudios: el movimiento es cada vez menos un tabú en Estados Unidos.

La más reciente encuesta de Axios y Momentive, aplicada del 11 al 15 de junio, revela que la valoración positiva hacia el socialismo crece dentro de la generación Z, una tendencia en aumento desde hace dos años. Aunque el capitalismo sigue siendo bien valorado en general entre los estadounidenses, en los adultos jóvenes (18 a 34 años) el margen de aceptación y rechazo se ha dividido en casi partes iguales: 49% y 46% respectivamente, una cambio marcado desde 2018, y muy en línea con los sondeos del Pew Research Center, una organización independiente dedicada a la investigación de la opinión pública en Estados Unidos.

En 2019, la encuestadora encontró que 55% de los americanos tienen una impresión negativa del socialismo, mientras que 42% tienen una valoración positiva. ¿A qué se refieren estos datos? ¿Por qué hablar de socialismo en Estados Unidos? ¿Realmente fue un tabú alguna vez?

La respuesta es sí y no. Aunque el capitalismo de libre mercado ha sido el único modelo económico consensuado en Estados Unidos, especialmente tras el colapso de la Unión Soviética al principio de la década de los 90, el tiempo y las propias crisis del sistema han ayudado a despejar la conversación. También “los estados de bienestar de Escandinavia lo han hecho extremadamente bien desde entonces y los del resto de Europa bastante bien, mientras que varios modelos económicos asiáticos diferentes han tenido aún más éxito. Está claro que la versión estadounidense del capitalismo de libre mercado no es la única que funciona”, sostiene el periodista y autor de The Myth of the Rational Market: A History of Risk, Reward, and Delusion on Wall Street, Justin Fox, en entrevista con El Tiempo Latino.

Desde esa óptica, y luego de la Gran Recesión, la crisis económica mundial que comenzó en 2008 con la caída de los bancos estadounidenses, “es comprensible que muchos de los jóvenes piensen que el sistema no funciona del todo bien. Puedo entender que Cuba, Nicaragua y Venezuela se ciernen sobre la imaginación de quienes tienen conexiones con ellos, pero en comparación con la Unión Soviética en el pasado, en realidad no representan mucho para la mayoría de los estadounidenses”.

Desde 1930, el socialismo ha sido señalado como una forma encubierta para acabar con el esquema de libertades americanas y así avanzar hacia el comunismo, un argumento recurrente del GOP, atizado durante y después de la Guerra Fría. En 2020, en la víspera de las elecciones presidenciales, esa retórica se impuso nuevamente dentro del Partido Repúblicano para minimizar el debate de ideas progresistas como la seguridad social y salud pública, inmersas entre las propuestas de Medicare y el Green New Deal, por ejemplo.

Pero en general, considera Fox, nunca hubo la hostilidad generalizada hacia el socialismo como sí la hubo hacia el término comunismo. “Creo que gran parte del atractivo inicial de Hugo Chávez en algunas partes de la izquierda estadounidense fue que hizo que pareciera que lo que estaba haciendo era una versión latinoamericana de la socialdemocracia europea”.

¿Qué pasa ahora?

Las recientes protestas en Cuba, las más articuladas y más fuertes desde los últimos 20 años, han desafiado nuevamente el mensaje de los demócratas frente al GOP.  “Es un conflicto fundamental entre libertad versus comunismo. Tienes una creciente perspectiva marxista-socialista en el partido demócrata y es el problema perfecto para los republicanos”, dijo recientemente John McLaughlin, un encuestador de Donald Trump que ha trabajado extensivamente en South Florida. Una muestra de ello fue la respuesta que recibió Ocasio-Cortez cuando quiso condenar al régimen cubano, pero al mismo tiempo castigar el embargo como responsable del sufrimiento de los caribeños. La excongresista demócrata de Florida Debbie Mucarsel-Powell reprendió públicamente esa posición al señalar las “políticas fallidas de un régimen comunista que ha violado los derechos humanos, encarcelado y matado a disidentes”.

En la unificación de un mensaje, analiza Noel Poler, un consultor americano venezolano que se involucró por primera vez en política en 2020, “el partido republicano ha sido exitoso en transmitir a la población que el partido demócrata es una amenaza”. Por eso cree que el riesgo al sistema democrático, entre otros puntos, sigue allí. “Para mí el comportamiento de Trump era y es una amenaza al sistema norteamericano, por eso hice campaña en su contra. En EEUU, lo que hace que las cosas funcionen, independientemente si hay demócratas o republicanos, es que el sistema funciona muy bien”.

Al menos en este segmento de los votantes (los latinoamericanos), el GOP lo tiene claro al polarizar, aunque la misma fórmula no funcione en todo rango de electores latinos, como demuestran los resultados en el condado de Miami-Dade, en Florida.

“La campaña de Trump buscó polarizar al electorado, alertando que Biden era un caballo de troya para la agenda de Bernie Sanders y que iba a llevar al país al socialismo. Si bien su estrategia no fue efectiva en general, sí logró polarizar a su favor a los votantes latinoamericanos concentrados en Miami. Las preocupaciones de los votantes de origen latinoamericano se asocian con los problemas de sus países de origen, y son muy distintas al resto de votantes hispanos en EEUU”, argumenta José Morales Arilla, candidato a Ph.D. en Políticas Públicas de la universidad de Harvard.

DICTADURAS. Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega en Venezuela, Cuba y Nicaragua respectivamente, se mantienen al mando de dictaduras socialistas de extrema izquierda que llevan décadas/EFE – Montaje: El Tiempo Latino / DICTADURAS. Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega en Venezuela, Cuba y Nicaragua respectivamente, se mantienen al mando de dictaduras socialistas de extrema izquierda que llevan décadas/EFE – Montaje: El Tiempo Latino

De hecho, para el historiador y escritor Patrick Iber, autor de  Neither Peace nor Freedom: The Cultural Cold War in Latin America, “es muy posible que un activista estudiantil en Nicaragua, luchando contra la dictadura de Ortega, pueda mudarse a los Estados Unidos y apoyar a Bernie Sanders o Elizabeth Warren como presidente. No todos lo harían, por supuesto, pero no sería incoherente”, dijo en entrevista con El Tiempo Latino.

Los americanos nacidos en la década de los 90 han experimentado varios traumas económicos en sus vidas, sentencia el también profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison. “Creo que cuando la gente expresa su apoyo al socialismo, lo que están diciendo es que el sistema capitalista no está funcionando lo suficientemente bien. Están diciendo: ‘mi sociedad dice que esto es capitalismo, y estoy sufriendo, así que estoy en contra del capitalismo”, expone. “Estos fracasos, incluso si alguien de Venezuela o Nicaragua los preferiría a los fracasos de sus sistemas, son reales y es justo que la política sea un escenario en el que la gente exija que a sus países les vaya mejor”.

Iber, quien escribió el artículo El resurgimiento socialista en Estados Unidos, destaca que la conversación global sobre socialismo y capitalismo, como dos únicos conceptos, tiene un problema en sí mismo cuando hay múltiples maneras de organizar los sistemas económicos y políticos: “No creo que las encuestas que obligan a las personas a clasificarse en dos categorías realmente capten la complejidad de sus puntos de vista”.

Por ejemplo, la economía colapsó en 2008 debido a la falta de regulación gubernamental y al exceso de confianza en la naturaleza autocorrectora de los mercados, comenta. El camino hacia la recuperación económica fue lento y cuando ya comenzaba, llegó la pandemia. En paralelo, “el costo de vida en las principales áreas metropolitanas es demasiado alto; la desigualdad es demasiado alta; el costo de la atención médica es demasiado alto; la cantidad de deuda que se les pide a los estudiantes que asuman para asistir a la escuela es demasiado alta. Y luego está el cambio climático, que se cierne sobre la vida de los jóvenes”.

Respuesta a una inconformidad

Leonela Serrano, una estudiante del último año de Historia de la Universidad de Princeton, ha participado en varias iniciativas para recuperar el voto entre los jóvenes en su universidad, entre ellas el desarrollo de una aplicación para explicar las propuestas de ambos partidos. Podría considerarse que está en el espectro de jóvenes consultados por Axios, de 20 años. “Con ser venezolana y puertorriqueña, siempre ha sido importantísimo aprovechar esta responsabilidad de ejercer mis derechos civiles cuando muchos miembros de mi familia no tienen los mismos derechos. En Puerto Rico, no pueden votar en elecciones federales y en Venezuela, muchos no pueden confiar en el proceso democrático porque se ha destruido”.

Serrano, sin embargo, no se siente encasillada en el temor al socialismo.  “La pandemia nos hizo ver que tenemos que volver a pensar cómo funciona nuestro sistema federal del cuidado de salud”, por mencionar un ejemplo.

Oriana Cruz, una colombiana de 22 años residente en Estados Unidos, y quien en 2020 participó en un proyecto de entrevistas a más de 150 votantes de distintas razas y estados, defiende que estas visiones son un asunto generacional, en el que también influyen las redes sociales. “Yo lo veo en mi propia familia. Por muchos años mis padres no se querían identificar como demócratas porque eso era asociarse con una tendencia socialista y pues ya se han dado cuenta que eso no es necesariamente cierto. Eso es algo muy generacional, y creo que en los jóvenes está cambiando”.  Hoy Oriana trabaja en una consultora en Nueva York como litigadora paralegal.

Durante décadas, arguye Iber, la educación se dedicó a explicar los males del socialismo y las formas en que es antitético al sistema estadounidense. “Pero ahora mucha gente en los Estados Unidos se está acostumbrando al espectro político más amplio que ya existe en otros lugares del mundo”.

Esa educación antisocialista, argumenta, borró la historia más larga de la política y el activismo por los derechos civiles en Estados Unidos.  “Las causas que defienden Sanders y otros miembros de DSA como Alexandria Ocasio-Cortez, son sistemas que están muy bien implantados en países europeos prósperos, sin causar la muerte de la libertad o de la democracia. Para casi todos los socialistas que se identifican a sí mismos en los Estados Unidos, ese es el objetivo. No todo el mundo comparte esos objetivos, por supuesto, pero creo que eso es lo que está pasando”.

Y aunque las ideas más liberales y progresistas parecen calar dentro del electorado más joven, Morales-Arilla explica que “en el fondo, el trumpismo polariza con afirmaciones falsas y escandalosas aprovechando la amplia desconfianza en las instituciones”, lo cual es un fenómeno global. “Si los debates de política pública pudieran tenerse de forma despolarizada y basada en hechos, se deberían alcanzar ámbitos de coincidencia en favor de agendas mutuamente aceptables”.

¿Interesa hoy esa conversación con unas elecciones legislativas (mid-terms) en 2022? Ya se verá. Por lo pronto, el partido demócrata lucha por alinear su discurso, mientras el GOP parece seguir apostando a polemizar con el debate del socialismo. Los partidarios de Biden saben que esto es efectivo. “No me quiero ni imaginar si los republicanos de hoy, de los que están hoy totalmente alineados con Trump, ganen las elecciones midterm de 2022. Eso sería gravísimo”, subraya Poler.  Lo que sí es cierto, agrega Fox, es que  “los jóvenes de hoy parecen más interesados ​​en el bien colectivo y confiados en que el gobierno puede mejorarlo”.

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