(c) 2021, The Washington Post - Nick Miroff
Las autoridades estadounidenses detuvieron a más de 1,7 millones de migrantes a lo largo de la frontera con México durante el año fiscal 2021, finalizado en septiembre, mientras que los arrestos por parte de la patrulla de fronteras se dispararon a sus niveles más altos desde 1986, según datos inéditos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP por sus siglas inglés) obtenidos por el Washington Post.
Los cruces ilegales comenzaron a aumentar el año pasado, pero se dispararon en los meses posteriores a la toma de posesión del presidente Joe Biden. A medida que aumentaron los arrestos de la CBP la primavera pasada, Biden indicó que el aumento era consistente con los patrones históricos estacionales. Pero los meses de mayor actividad se produjeron durante el sofocante calor de julio y agosto, cuando más de 200.000 migrantes fueron detenidos.
Durante una audiencia de confirmación el martes para Chris Magnus, el jefe de policía de Tucson nominado por Biden para dirigir la CBP, los senadores Republicanos lo presionaron para que describiera el aumento como una "crisis".
Magnus lo calificó como un "desafío significativo", haciendo eco del término preferido de la administración Biden, y agregó que "las cifras son muy altas". Se espera que la CBP publique los datos del año fiscal 2021 a finales de esta semana.
El control fronterizo se ha convertido en una deficiencia política importante para Biden, y el manejo de la inmigración por parte del presidente sigue siendo su peor problema en las encuestas. Prometió en la campaña electoral hacer que Estados Unidos sea más acogedor con los inmigrantes, en contraste con el expresidente Donald Trump, cuyas políticas de cero tolerancia y separaciones familiares generaron indignación generalizada en 2018.
Durante la transición, Biden dijo que avanzaría cautelosamente en cuanto a política de inmigración para evitar que llegaran "2 millones de personas en nuestra frontera".
Una vez juramentado, Biden detuvo rápidamente la construcción del muro fronterizo, puso fin a la política de Trump de "Permanecer en México", revirtió algunas restricciones de asilo y anunció una pausa de 100 días a la mayoría de las deportaciones y a la aplicación de la ley por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE por sus siglas en inglés).
Los funcionarios de Biden inicialmente culparon a las políticas de la administración anterior por el aumento de los cruces fronterizos y dijeron que las presiones migratorias se intensificaron como resultado de las consecuencias económicas de la pandemia. Muchos migrantes han declarado a la prensa que optaron por hacer el arriesgado viaje hacia el norte, a gran costo y con peligros considerables, basándose en la creencia de que Biden les permitiría quedarse. El boyante mercado laboral de EEUU también ha sido un atractivo.
A principios de este año, Biden solicitó a la vicepresidenta Harris que abordara las "causas fundamentales" de la migración desde las naciones del Triángulo Norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador. Pero la estrategia no ha surtido realmente efectos cuantificables, y Harris se ha distanciado de los problemas fronterizos y de inmigración en general.
Los últimos datos de la CBP indican que los desafíos de la administración se extienden mucho más allá de Centroamérica. México fue la principal fuente de migración ilegal durante el año fiscal 2021, ya que la Patrulla Fronteriza arrestó a más de 608.000 ciudadanos mexicanos. Eso pone a la administración Biden en un lugar incómodo, ya que depende cada vez más de México para reforzar la aplicación de la ley y bloquear a los grupos de caravanas de migrantes que se dirigen hacia el norte desde Centroamérica.
Los funcionarios de Biden están negociando con México el cumplimiento a mandatos recientes de cortes federales que les obligan a reiniciar la política de "Permanecer en México", la cual requiere que los solicitantes de asilo esperen fuera del territorio estadounidense mientras se procesan sus casos.
El segundo mayor grupo desglosado en las cifras está compuesto por migrantes que no son ni de México, ni de Centroamérica, y a quienes la CBP categorizó como "otros", incluyendo haitianos, venezolanos, ecuatorianos, cubanos, brasileños y migrantes de docenas de otras naciones. Representaron 367.000 arrestos.
Les siguieron migrantes de Honduras (309.000), Guatemala (279.000) y El Salvador (96.000).
Más de 1,3 millones de migrantes han sido detenidos a lo largo de la frontera sur en los nueve meses desde que Biden asumió el cargo, incluidos 192.000 el mes pasado, según muestran las últimas cifras de la CBP.
En los años fiscales entre 2012 y 2020, los arrestos fronterizos promediaron alrededor de 540.000. La cifra de 2021 es más de tres veces esa cantidad y el segundo total anual más alto jamás registrado.
La extraordinaria afluencia ha producido una serie de problemas para la administración, comenzando esta primavera con un número récord de menores no acompañados que cruzan sin sus padres y que se apiñan hombro con hombro en las carpas de la CBP.
Los cruces de grupos familiares centroamericanos abrumaron a los agentes estadounidenses este verano, y en septiembre, la llegada repentina de 15.000 migrantes, en su mayoría haitianos, a un campamento en Del Rio, Texas, produjo escenas de caos políticamente dañinas debido a las duras tácticas de represión aplicadas por los agentes a caballo de la CBP.
Defensores de los inmigrantes que respaldaron la candidatura de Biden se sienten defraudados por su presidencia, y varios realizaron una huelga virtual el fin de semana pasado durante una reunión con asesores de políticas de la Casa Blanca. Las propuestas de Biden para una reforma migratoria importante están estancadas en el Congreso, y los Republicanos piensan usar su historial fronterizo como un garrote en las elecciones intermedias del próximo año.
La administración Biden ha respondido a las críticas en cuanto a las cifras de arrestos señalando que sigue utilizando la política de salud pública conocida como Título 42 para "expulsar" rápidamente a la mayoría de los adultos que cruzan la frontera, regresándolos a México o a sus países de origen.
De los 1,7 millones de detenidos durante el año fiscal 2021, el 61 por ciento fueron expulsados bajo el Título 42, muestran los datos de la CBP.
Las expulsiones han provocado un aumento significativo de los casos de reincidencia de cruce por parte de los migrantes que son devueltos, por lo que el número de personas detenidas es menor que el número de arrestos registrados. Las tasas de reincidencia han superado el 25 porciento en los últimos meses, duplicando años anteriores, según cifras de la CBP.
La cifra de 1,7 millones incluye a los migrantes arrestados entre los puertos de entrada por la patrulla fronteriza, así como a quienes intentaron ingresar a los Estados Unidos sin autorización a través de los puertos oficiales de entrada pero que fueron detenidos por agentes de la CBP que uniforme azul.
La patrulla fronteriza realizó 1,69 millones de arrestos en todo el país en 1986, según datos históricos que no indican específicamente cuántos hubo a lo largo de la frontera sur. Durante el año fiscal 2021, los agentes detuvieron a 1,66 millones de personas solamente a lo largo de la frontera con México, según muestran las últimas cifras.
El sector de la CBP a cargo del Valle del Río Grande fue el más activo el año pasado, con 549.000 detenciones de la patrulla fronteriza, seguido por el sector de Del Rio, el cual, con 259.000, eclipsó a los sectores históricamente más activos como El Paso y Tucson.
Las cifras de la CBP muestran descensos el año pasado en las incautaciones de cocaína, heroína y metanfetamina. Los analistas atribuyen la disminución a la reducción del tráfico de vehículos a través de los puertos de entrada como resultado de las restricciones de viaje relacionadas con la pandemia, así como a un menor número de incautaciones por parte de agentes fronterizos abrumados de trabajo.
Información del Autor:
Nick Miroff cubre la aplicación de la ley de inmigración y el Departamento de Seguridad Nacional para el Washington Post. Fue corresponsal extranjero del Post para América Latina de 2010 a 2017, y ha sido redactor de plantilla desde 2006.
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