Ciudad de México, México. Las noticias llegaban a cuentagotas, así como las personas que se empezaron a acercar por mera intuición a la Plaza Garibaldi de Ciudad de México en el anochecer del domingo 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, imagen central para la identidad mexicana, que repentinamente a la hora de las "mañanitas" se volvió la fecha de despedida de Vicente Fernández, el "cuarto grande" de la música ranchera.
"Por lo menos vivió su éxito", dijo Marisol Rodríguez, una visitante de Monterrey, norte de México, de 58 años, "los otros no lograron eso", comentó. Ella sabía que "Chente" fue el último de una generación memorable en la cual todos murieron jóvenes.
Jorge Negrete murió a los 42 años en 1953, Pedro Infante a los 39 cuatro años después y Javier Solís a los 35. Pero Vicente, un poco menor, nació en Huentitán en 1940 y pudo cosechar los logros de su carrera y ver la permanencia de su música en otro siglo.
El lograr atraer a cientos de sus seguidores a "La Garibaldi" es testimonio de ello. Este es el lugar donde posiblemente más se interpretan sus canciones en vivo, todos los días y a toda hora.
Sus temas "son los que más piden junto las de Javier Solís y José Alfredo Jiménez, él era de los grandes que nos quedaban", dijo con reverencia Efraín Reyes, un mariachi veterano con 53 años en la plaza.
Este sitio se transformó el pasado domingo en una alegre hemeroteca musical, fuente de anécdotas y tímidas lágrimas de nostalgia que cantaban para no llorar "la pérdida de un ícono", como hasta el presidente de EEUU, Joe Biden, twitteó para sorpresa de muchos mexicanos locales.

Reyes, quien tiene su propio grupo mariachi, dice que la música de su género ha evolucionado como lo ha hecho ese espacio público. "Al principio era un sitio muy familiar", pero con el pasar de los años pasó a estar lleno de recuerdos.
Para un mariachi más joven, Miguel Contreras Monroy, de 40 años, las lágrimas no podían mantenerse en sus ojos al hablar del "maestro" Fernández y recordó - quizás proyectándose en él- como aquel campesino de Huentitán "comenzó por aquí".
Identificación con los latinos
Su historia personal causa cercanía por ser la de muchos latinoamericanos, tal cual recordaba el congresista de los EEUU, Jesús "Chuy" García, sus temas eran "sobre tenerlo todo y no tener nada, ‘con dinero y sin dinero’. Su música hizo que aquellos de este lado de la frontera nos sintiéramos vistos y escuchados”, señaló.
Concretamente Vicente inició su carrera después de ganar algunos concursos de canto desde adolescente en el estado de Jalisco. A los 24 años decidió probar suerte en la Ciudad de México con grupos medianamente populares y fue invitado regular en programas radiales.
En 1965 empezó a hacer audiciones en disqueras, sin tener mayor suerte. Algo que cambió repentinamente en 1966, cuando falleció Javier Solís y de inmediato muchas de las compañías que le habían rechazado le pidieron grabar. Desde ese momento inició su trayectoria nacional e internacional.
"Simbolizó un orgullo cultural y sirvió como catalizador para movilizar un movimiento de activismo político y social que habla de las esperanzas y aspiraciones de los latinos y los trabajadores agrícolas”, aseguró a este diario la Fundación del activista campesino César Chávez.
Quizás para entenderlo "en su verdadera dimensión, hay que verlo como el representante de un México que ya no existe, que desapareció con él”, declaró a Los Angeles Times la periodista argentina, Olga Wornat, autora de la biografía no autorizada de Fernández.
Cargados de letras y recuerdos, muchos de los admiradores que se apersonaron para rendirle homenaje en Ciudad de México tenían pocas respuestas sobre quién podría serle relevo en el género, pero la mayoría aseguraba que "él viviría" siempre en sus canciones. Algo a tono con la célebre activista hispana, Dolores Huerta, para quien su música permanecerá "en el corazón de sus admiradores".
Logró el éxito, pero su vida no estuvo exenta de complicaciones después de temas como "Ley del monte" (1969), "Volver, volver" (1976), "Por tu maldito amor" (1989), entre otros muchos.

Desde su casa en Huentitán tuvo que enfrentar el secuestro de su hijo Vicente Fernández Jr. en 1998, la muerte de su madre al inicio de su carrera nacional y muchas polémicas relacionadas a lo que sus detractores catalogaban como su machismo, surgido de su permanencia en una visión rural del mundo, a medida que México se adentró en los temas del siglo XXI.
Sus últimas presentaciones fueron antes de la pandemia, pero desde una grave caída a mediados de 2021, que le dejó en convalecencia, su familia manejó lejos de las cámaras su estado de salud hasta el último instante. Su velorio y sepelio en su natal Guadalajara son muestra de ese recelo familiar basado en un fuerte apego a las raíces, que según prácticamente todo su entorno, hizo que Vicente nunca perdiera su humildad y cariño por el campo y su gente, donde siempre que tenía la oportunidad, cantaba sin cobrarles nada más que aplausos.
Aunque cierto orgullo mexicano intente negarlo, la música ranchera puede estar entrando en una etapa de orfandad que dependerá del archivo musical de Vicente Fernández para continuar, un testimonio que vive en jóvenes cantantes como el mariachi Miguel, quien en la Plaza Garibaldi lamentó que esa noche "muchos cantan muchas, pero casi nadie recuerda hoy esta que nos dejó el maestro: Si alguien te pregunta/ A donde me dirijo / ¡Dile que me fuí...! / Sin saber si quiera ¡Pa' dónde ir!".