Aurea Sanzetenea en Falls Church, Virginia recibió el Año Nuevo en cuarentena junto a su esposo y dos niños. Al igual que Elizabeth Medina en Alexandria y Katia Guzmán en Burke. Rocío Díaz en Columbia, Maryland, se aisló en Navidad. No hay conexión de contagio entre ellas, pero las cuatro forman parte de la ola de infección de COVID-19 que se disparó en la región de Washington y Estados Unidos, durante las fiestas de fin de año, a causa de la variante ómicron.
Algunas de ellas desarrollaron la enfermedad por segunda vez y experimentaron diferencias con la primera infección. Otras, se contagiaron sin presentar síntomas. Al igual que el boliviano, Juan José Bacarreza que dio positivo sin malestar. Y distinto a Eleonora Meoño, quien tuvo que recibir asistencia para respirar.
En algunos de los casos, los cónyuges no se contagiaron por más que estuvieron en contacto cercano, tampoco los niños. En otros, toda la familia se infectó.
Todos los adultos estaban vacunados, un hecho que Sanzetenea hubiera anhelado hace un año, pues su madre murió a causa del coronavirus al final de 2020.

A finales de diciembre, Aurea Sanzetenea empezó a estornudar y experimentó escalofríos.
Al día siguiente desarrolló fiebre. La enfermera, quien trabaja en un centro de salud de Falls Church, Virginia, estaba segura que se trataría de una gripe. El año anterior se había contagiado con COVID-19 y los síntomas no coincidían. “No tenía nada de tos y podía saborear y oler todo”, dijo.
A los dos días los síntomas desaparecieron. Sin embargo, por precaución se realizó la prueba de COVID antes de regresar al trabajo y ésta arrojó positivo.
La familia pasó Año Nuevo en casa.
Diferencias marcadas entre infecciones
El esposo de Aurea, Julio Sanzetenea, no desarrolló ningún síntoma. Muy distinto a la primera vez que la familia se contagió en diciembre de 2020.
“En ese entonces mi esposo estuvo muy mal. Tuvo fiebre, dolor de cuerpo, escalofríos y un dolor de garganta que él describía como un incendio”, contó Sanzetenea. “Además se le fue el sentido de olfato y gusto”, agregó.
En el primer contagio, la madre de Sanzetenea, de 81 años, también dio positivo. Y pese a que no presentó síntomas severos, falleció de manera fulminante el 7 de diciembre de 2020 cuando le dio un paro cardíaco.
“Sabemos que el COVID inflama el corazón o causa coágulos en el sistema. Mi mamita murió de un día para otro”, recordó Sanzetenea.
“Mis niños no se enfermaron”
En ambas oportunidades, los niños de la familia Sanzetena no desarrollaron mayores síntomas, aunque esta segunda vez el mayor de los pequeños, David de 10 años tuvo fiebre un día, pero se repuso de inmediato, contó la madre.
Desde el principio de la pandemia, los menores que se contagiaron con el COVID-19 desarrollaron síntomas leves de la enfermedad y el índice de hospitalizaciones y fallecimientos estuvo muy por debajo de la tasa general de impactados. Aunque la variante ómicron está cambiando el panorama.
Los niños en edad escolar representaron el 21,4% de los casos positivos reportados en Estados Unidos entre el 6 y 13 de enero, un equivalente de 981 mil 488 casos pediátricos.
Sin embargo, los niños infectados corren un riesgo mucho menor de enfermarse gravemente que los adultos. “No hemos visto una señal de que haya una mayor gravedad en esta edad demográfica”, dijo a los periodistas la Dra. Rochelle Walensky, directora de los CDC, en una rueda de prensa.
¿El ómicron es más leve?
Pese a que los casos de Covid-19 se han disparado en proporciones no vistas anteriormente, la mayoría de infectados no son hospitalizados.
El doctor Fabián Sandoval, de la Clínica y Centro Investigación Emerson en DC, sostiene que no hay seguridad que ómicron sea más leve sino que la vacunación es efectiva.
“La diferencia está en la vacunación y sobre todo en la dosis de refuerzo”, dijo Sandoval, quien dirige estudios sobre medicamentos relacionados al tratamiento y prevención del contagio de COVID.
“Cuando le hacemos una prueba de COVID a un paciente, no hay manera de saber si tiene la variante delta u ómicron”, dijo. “Lo que sí se prueba es que, si está vacunado incluyendo la dosis de refuerzo, es menos probable que presente síntomas severos o que sea hospitalizado”, afirmó.
La boliviana Katia Guzmán así lo cree. En diciembre de 2020 —cuando aún no existían las vacunas para el público— se infectó. “Estuve muy mal. Tuve que ir dos veces a la emergencia y me dio neumonía. Mis plaquetas bajaron y el lupus se activó”, contó al señalar que se le fue el olfato y el gusto. Dice que la tos le perduró más de un mes.
Sin embargo, esta segunda vez, cuando se contagió en Navidad, no tuvo mayores síntomas. “Solo tuve dolor de espalda y un poco de tos”.
“No me aislé de mi esposo y no se contagió”
Rocío Díaz y su familia no celebraron juntos la Navidad. Su hijo universitario había dado positivo el 22 de diciembre. Nadie más de la familia se infectó. Sin embargo, 15 días después, Díaz empezó a sentir un malestar leve y al realizarse la prueba dio positivo. La salvadoreña guardó cuarentena, pero no se aisló de su esposo, pensando que ya estaba contagiado. “Pero él nunca presentó síntomas y salió negativo”.
Por su parte la hondureña Elizabeth Medina se había mantenido invicta durante toda la pandemia. Pero se contagió la semana de año nuevo. “Me empezó como un resfriado, dolor de garganta, cabeza, tos, y me ardían mucho los ojos. Inmediatamente que me dolió la garganta me puse la mascarilla porque mis padres me estaban visitando y mi preocupación era que se contagiaran ellos”.
Se hizo la prueba casera y le salió positiva. Desde ese momento se aisló. “Pero como no había espacio en mi casa, me fui a un hotel por cinco días. Gracias a Dios no contagié a mi familia”, dijo Medina, quien tiene la dosis de refuerzo.
“Yo di positivo siendo asintomático”
El boliviano Juan José Bacarreza acompañó a sus dos amigos a realizarse la prueba del COVID a mediados de enero. “Ellos estaban con congestión, dolor de cabeza y otros síntomas más. Yo me sentía bien, pero me hice la prueba porque era gratis. Ellos salieron negativos y yo positivo”, sonrió. Los amigos tenían gripe.
Las infecciones por ómicron parecen haber llegado a su pico y en las próximas semanas se podría ver un descenso. “No queremos confiarnos demasiado”, dijo el doctor Fauci. “Peroparece que los contagios van en la dirección correcta en este momento”.
El martes 25 de enero los casos habían bajado de 800 mil al día la semana anterior a 668 mil. Sin embargo, las hospitalizaciones se mantenían en 156 mil al día y 2 mil fallecimientos.