
El chef José Andrés y su World Central kitchen se han convertido en una línea de vida para cientos de miles de seres humanos en contextos de vulnerabilidad. Durante los meses más intensos del confinamiento global por el coronavirus, World Central Kitchen y su red de voluntarios, repartieron 15 millones de comidas por todo el mundo. Son la primera y muchas veces la única línea de apoyo cuando un huracán arrasa con lo que encuentra a su paso, cuando los incendios devoran comunidades enteras o como es el caso hoy en Europa, cuando la invasión de un país provoca una crisis humanitaria que ya adquiere proporciones históricas.
“Nosotros vamos a cubrir todos los puntos que podamos. ¿Vale? Estamos trabajando en la frontera con Polonia, en Rumania, tenemos algo montado ya en Hungría y Moldova. Es lo que se necesita”, me dice José Andrés.

Quien conoce a José Andrés, sabe de su inagotable energía y optimismo. Cuando otros se preguntan “¿cómo puedo ayudar?”, el cocinero español, radicado aquí en Estados Unidos ya está viajando hacia la catástrofe para brindar ese apoyo.
“Chef, te noto triste o tal vez estás cansado del viaje. Tu tono no es el mismo”, le pregunto durante una breve llamada telefónica mientras trataba de trasladarse a lo largo de la frontera ucraniana.
“Es que esto es la guerra. Estamos acostumbrados a verlo en películas, pero esto no es una película. Los días se pasan lentos porque hay mucha gente llegando y el tráfico es complicado. Las noches son sobrecogedoramente frías. Todo esto por un hombre. Es increíble ¿no?”
Ese hombre es Vladimir Putin, el presidente de Rusia quien el pasado 26 de febrero ordenó la invasión de Ucrania detonando un nuevo orden mundial que para muchos había quedado superado. Uno marcado por el conflicto armado entre naciones y la erosión de la democracia liberal.
Hace un par de semanas la organización sin fines de lucro Freedom House publicó un reporte demoledor sobre el estado global de la democracia. En suma, el reporte indica que actualmente solo una de cada cinco personas en el mundo vive en un país designado como “libre”. En 2005 la cifra abarcaba a una de cada dos personas. Esta erosión del orden democrático que también se expresa en países como Venezuela, Nicaragua y El Salvador, no es una excepción histórica sino una tendencia global hacia el autoritarismo.
La democracia entendida como una forma de auto gobierno en la que los derechos humanos son reconocidos y cada individuo es considerado igual bajo la ley, se ha replegado durante los últimos 15 años en buena medida debido al fortalecimiento de líderes y sistemas de gobierno como la Rusia de Vladimir Putin. El presidente ruso ha logrado consolidar su poder durante las últimas dos décadas, a través de la represión de las libertades individuales en Rusia, la reconstrucción del poderío militar de su país y el debilitamiento de sus enemigos.
Durante casi dos décadas en el poder, Putin ha utilizado la fuerza militar para imponer su voluntad en lugares como Georgia y Crimea. Ha interferido en procesos electorales alrededor del mundo, incluyendo en los Estados Unidos, y ha socavado movimientos en pro de la democracia para servir a sus crecientes intereses económicos y políticos.

La invasión de Ucrania y el conflicto armado que ha desatado, el más grande en Europa desde la segunda Guerra Mundial, representa una escalada significativa de la conducta expansionista de Putin. Por eso la posible caída del gobierno del presidente Volodímir Zelenski, quien se ha convertido en el improbable héroe de la resistencia en Ucrania, representa una seria amenaza para el orden democrático en todo el mundo y no solo en Europa del Este.
La embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Markarova asegura que la lucha por la independencia en Ucrania debe ser entendida como el primer frente en una batalla global contra las aspiraciones tiránicas de Rusia.
“El mundo no debe permitir que Putin destruya la democracia en Ucrania. Necesitamos contrapesos reales ante las ambiciones de una figura como Putin.”
La embajadora ucraniana no está sola al señalar que el objetivo de Putin va más allá de la toma de Ucrania. Varios expertos han advertido que la misión de Putin es reestablecer el Russkiy Mir o Mundo ruso que va de Bielorrusia a Asia Central y desde los países bálticos al Cáucaso sur. Esta misión ha sido facilitada por una respuesta insuficiente o tibia de la comunidad internacional y particularmente del eje de gobiernos democráticos encabezado por Estados Unidos.
Ante la inacción de la comunidad internacional y las instituciones multilaterales, Rusia se ha empeñado en debilitar la libertad y el orden democrático con impunidad. En 2008, cuando los electores en Georgia mostraron interés en incorporarse a la OTAN, Rusia invadió el país y se ha consolidado como la fuerza dominante en la política local, impulsando a candidatos afines a sus intereses. Lo mismo ocurre en otros países en donde Moscú ha colaborado abiertamente con líderes autocráticos para aplastar cualquier manifestación o esperanza democrática en lugares donde tiene intereses económicos de seguridad, desde Hungría hasta Siria y Venezuela.
Putin también ha operado para desestabilizar a democracias occidentales, interfiriendo en las elecciones de 2016 en Estados Unidos y en procesos electorales en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Suecia, Holanda, Bulgaria y España, según este reporte del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos publicado en 2020.
Ahora Putin ha invadido Ucrania y planea tomar control del país, exhibiendo lo poco que han hecho los líderes electos democráticamente en el mundo para defender los principios y valores que representan. El presidente Joe Biden calificó las sanciones impuestas a Rusia como devastadoras, pero las medidas dirigidas a limitar la capacidad financiera de las elites rusas, no abarcan al sector energético del que depende fuertemente Europa y que representa un ingreso clave para Putin y su aliados.
Durante los últimos años, gobiernos antidemocráticos como China y Rusia han trabajado de forma coordinada justamente para mitigar el efecto de este tipo de sanciones. Apenas la semana pasada Beijing autorizó la compra de trigo proveniente de Rusia, debilitando el efecto de las sanciones impuestas por Europa.
El bloque autoritario se ha diseñado un manual para avanzar abiertamente en la consolidación de su poder político y económico. Lo que antes se hacía en lo oscurito, ahora ocurre en plena luz pública incluyendo el encarcelamiento de presos políticos, la represión de protestas pacíficas, la intimidación de la prensa independiente y crítica, y hasta la manipulación de instituciones judiciales y las reglas electorales.
Todo esto ha creado una oportunidad sin precedente para el avance del autoritarismo y el repliegue de la democracia. En ese contexto la invasión de Ucrania es una prueba para todos.
José Andrés y sus voluntarios en la ONG World Central Kitchen ya están haciendo su parte en Ucrania. El chef explica que su misión es alimentar en tragedias, en el momento en el que la gente lo ha perdido todo y no hay nadie dispuesto a hacerlo. La pregunta es qué estamos haciendo los demás.