Amanda González Mejía recién había emigrado de Venezuela y tenía 9 años, cuando escuchó en el salón de clases un anuncio por el parlante y todos sus compañeros se levantaron y bajaron la voz. Cargaron las mesas hacia la puerta bloqueándola y colocaron sillas encima, a la vez que la maestra rápidamente tapó la ventana, apagó las luces y bajó las persianas.
“Nos movieron a acurrucarnos en la esquina del salón. Todos estábamos callados y yo aterrada, sin hablar inglés, no sabía qué estaba pasando”, contó González Mejía, ahora de 17 años.
Solo entendió que había un “shooting” (tiroteo), pero no alcanzó a entender la otra palabra. “Le mandé un texto a mi mamá diciendo que había un ataque”, recordó.
La otra palabra era “drill” (simulacro). “Yo había creído que era verdad y sentí mucho miedo”, dijo la joven, quien cursa el último grado en la escuela Wakefield, de Arlington, Virginia.
Prepararse ante un eventual tiroteo masivo es la realidad que viven millones de niños y adolescentes en las escuelas de Estados Unidos, a la luz de las masacres ocurridas en los centros educativos; la más reciente de ellas, en la primaria Robb de Uvalde, Texas, donde un individuo de 18 años mató a 19 niños y dos maestras, el pasado 24 de mayo.
Tragedias como la de Texas aumentan los niveles de ansiedad en los niños y padres, dice la psicóloga Ana Sierra, en Washington, DC, quien tiene un doctorado en situaciones de trauma. “Hemos visto que los niños están teniendo más cuadros de ansiedad y miedo por su seguridad”, expresó la experta.

La misma semana cuando ocurrió la masacre en Uvalde, Texas, la doctora Ana Sierra recibió la llamada de una madre de Washington, DC diciéndole que su hija estaba aterrada y no quería ir a la escuela. “La niña de 16 tenía pavor. No quería ir a la escuela por temor a que ‘pudiera morir’. Tenía un cuadro de ansiedad muy alto”, contó la doctora recientemente a El Tiempo Latino.
“Tocó reafirmar que las escuelas estaban tomando las medidas de seguridad necesarias para proteger a los estudiantes. Pero hay que validar el miedo tanto de los niños como de los padres”, agregó
Según Sierra para algunos niños las escuelas han pasado de ser el lugar de aprendizaje e interacción social a un blanco de ataque.
“Los niños de hoy, que ya están teniendo algunos problemas de salud mental por la pandemia y el bullying, ven a las escuelas como un campo de guerra”, expresó la psicóloga.
Crecer en el miedo
“Los chicos tienen un nivel de miedo más alto que se intensifica por las redes sociales. La información corre y ellos tienen fácil acceso a ella”, indicó la experta.
La estudiante Amanda González Mejía resume en un párrafo la realidad de muchos jóvenes.
“Somos una generación que ha crecido en medio de un clima de miedo y de susto por la posibilidad de que nos podamos morir en cualquier momento, en el lugar donde se supone que debemos estar seguros”, expresó.

Sus compañeras, Daniela Portillo de El Salvador y Aitana Pérez López aseguran lo mismo. “Solo aquí realizamos simulacros de tiroteos. En mi país, era por temblores o desastres naturales, pero aquí es todo distinto”, dijo Pérez López de España, mientras que Portillo lamentó la tragedia en Texas. “Es horrible que niños pequeños mueran en el lugar donde tendrían que sentirse a salvo”.
Hace unos meses el hijo de la peruana Jessenia Palacios leyó una amenaza anónima de ataque en las escuelas del norte de Virginia propagada en las redes sociales. “Él estaba en pánico. Me pidió no ir a la escuela. Lo vi muy mal. No es justo que nuestros hijos vivan así”, dijo Palacios.
A raíz de la masacre en Uvalde, “trato de darle seguridad y tranquilidad cuando hablamos del tema”.Un informe de The Washington Post afirma que desde que ocurrió en 1999 la masacre en la escuela secundaria Columbine, de Colorado, más de 311 mil niños y adolescentes han experimentado violencia con armas en sus escuelas.
En Columbine, dos estudiantes mataron a 13 personas, luego se suicidaron.





La tragedia masiva más reciente en Uvalde, Texas, que cobró la vida de 21 personas, expuso a 500 niños del centro educativo.
“Esos niños y sus familias experimentarán traumas”, indicó Sierra, quien hizo su doctorado en tratamiento de traumas.
Tiroteos no cesan
En lo que va del año, hasta el miércoles 8 de junio las autoridades en Estados Unidos han reportado 27 tiroteos en escuelas, según el portal Education Week , que comenzó a rastrear tales incidentes desde 2018.
Desde que ocurrió la masacre en la escuela Columbine, en 1999, ha habido nueve tiroteos masivos en los centros escolares, según reporta la agencia AP. Éstos han cobrado la vida de 110 estudiantes y maestros.
No hay una definición clara de cuándo se califica un incidente como tiroteo masivo, pero algunas entidades concuerdan que se habla de tiroteos masivos cuando se reportan al menos cuatro muertos, sin incluir al autor del crimen.

Ataque en el baño
La tranquilidad de dejar a su hijo en la escuela y confiar de que todo iría bien se le acabó a Milena Cabrera en enero. Nicholas Valencia, de 17 años, es estudiante de la secundaria Magruder, en Montgomery, Maryland, en donde el 21 de enero un adolescente de 15 años baleó a otro de la misma edad en el baño de la escuela. El estudiante quedó herido.
“Mi hijo está tranquilo, pero yo no. Cuando pienso en lo sucedido me da mucha intranquilidad. Cuando lo llevo a la escuela siempre estoy mirando a alrededor por temor a que algo pase”, agregó.
Yerania Benicio, una madre activa en las escuelas de Montgomery prefiere prevenir antes que lamentar. Ella tiene dos hijos, de 14 y 15 años. “Cuando mis hijos van a ir a la casa de uno de sus amigos, yo me comunico con los padres y entre las preguntas que hago es si tienen armas. Si me dicen que sí, entonces no los dejo ir”, expresó. “Ellos entienden la situación”, agregó.
Compran mochilas antibalas

La salvadoreña Glenda Bonilla, en Prince William, Virginia prefiere no hablar mucho sobre los tiroteos a su niño de 7 años. Sin embargo, la preocupación por la seguridad de su pequeño la ha llevado a comprar una mochila antibalas. “Estábamos pensando en esa idea hace un tiempo, pero lo que pasó en Texas nos impulsó a hacerlo ya. Acabamos de ordenar una mochila”.
La venta de productos antibalas se ha disparado tras la masacre en Uvalde, dicen cuatro fabricantes.
Según publicó a AP, el fundador y director ejecutivo de Leatherback Gear, Mike De Geus, su empresa experimentó un aumento del 800 % en el volumen de ventas después de la masacre de Uvalde, Texas.

De Geus es un exagente del Servicio Secreto de los últimos tres ex presidentes.
Escuelas deben proveer apoyo en salud mental
Para Alicia (seudónimo), una maestra de escuela elemental en Arlington, Virginia, la labor de educadora tiene distintos sombreros. “No solo debemos preparar la clase, sino que lidiar con niños que se han visto impactados por la pandemia, están amargados, frustrados”, dijo. “Y también debemos prestar atención a la seguridad y muy alertas a lo que sucede alrededor”.
La demanda por los servicios de salud mental ha aumentado en las escuelas desde la pandemia.
Una encuesta elaborada por National Center for Education Statistics señala que 7 de 10 escuelas han experimentado este aumento.
“Mi hijo me dice que cada cierto tiempo tienen 30 minutos de receso que se toman como un Descanso mental”, comentó Cabrera, cuyo hijo estudia en la escuela Magruder, donde hubo un tiroteo en enero, que dejó a un joven herido.
Los sistema de la región metropolitana están implementando medidas para tener una mayor seguridad en las escuela. En algunos centros escolares se contempla el regreso de los policías comunitarios.
Desde la tragedia de Columbine se realizan los simulacros de tiroteos, conocidos como Lockdown Drills. Estos aumentaron tras la masacre en la primaria Sandy Hook, en diciembre de 2012 en Connecticut.
Hasta la fecha, los simulacros son obligatorias en 40 estados, incluidos, Virginia y Maryland.
Aunque hay controversia alrededor. Algunos expertos señalan que predisponen a los niños a un estado de ansiedad y depresión; pero otros dicen que el repetir los simulacros los preparan para un eventual ataque.
“Es parte de la realidad y el nuevo normal que estemos un poco ansiosos por estas situaciones, pero hay que prestar atención cuando los síntomas son más fuertes y buscar ayuda”, puntualizó Sierra.