Este día, unos lo celebran como lo hacen los americanos: en familia, con amigos y un asado. Otros se decantan por esa lluvia de estrellas de colores y formas, que son los fuegos artificiales. Para unos tantos más será como un día cualquiera.
¿Hay que haber nacido aquí para celebrar el 4 de julio?, para Abel Núñez, el significado de esta fecha trasciende más allá de los orígenes y de la fiesta. Cada independencia del país de donde se viene y donde se vive tiene que ser una celebración al derecho al voto de las mujeres y de otras minorías, a la libertad de expresión y de culto, a la inclusión. En pocas palabras: “una ovación a la democracia, que no es perfecta, pero que con nuestro esfuerzo podemos cubrir esos espacios que faltan por conquistar”.

Núñez es director ejecutivo de Carecen, una organización que aboga por la ciudadanía de los inmigrantes en el área metropolitana. “Hacerse ciudadano -dice- es una responsabilidad porque eso da derecho a ejercer otro derecho que costó sacrificios conseguirlo: el voto. Mucha gente desperdicia esa posibilidad que de practicarla les permitiría ser miembros activos de su comunidad”.
Largas esperas y sacrificios
Es el caso de Berfalia de Jesús Baqueiro (65), quien esperó 30 años para decidirse a lograr la ciudadanía. “El idioma me detuvo. Llevo 20 años de trabajar durante las noches y no tenía tiempo de ir a la escuela y así se pasaron los años”. Dio la casualidad que el mismo día que presentó su aplicación para hacerse ciudadana cumplía tres décadas de vivir en USA, esto ocurrió en septiembre de 2019.
María Carpio (64) con tan solo siete años cruzó sola la frontera. 55 años más tarde se hizo ciudadana en 2018. Estas pasadas elecciones fue su segunda vez que votó en Washington DC. Hasta ahora, recuerda algunas preguntas que le hicieron con ayuda de un traductor. ¿Cuál es el río más largo de Estados Unidos?, ¿Dónde está la Estatua de la Libertad?, ¿Cuántas estrellas y barras tiene la bandera de Estados Unidos?

El día del juramento de la ciudadanía tenía sentimientos encontrados. Su tío Lucas le pagó todo el proceso y había muerto. “No he notado un trato distinto antes de ser ciudadana y ahora y no tendría por qué ser diferente. Deben considerarnos a todos seres humanos, ¿verdad?”.

“Bienvenida, Verónica”
El 4 de julio también es una fecha para festejar una prensa libre, que en la administración Trump se vio que era frágil y fácil de perderla. Ser ciudadano va más allá de un asado, tiene que formar parte del legado de una nación que todos van construyendo y perfeccionando.
Verónica Cool, fundadora y directora de Cool Associates, recuerda que fue un 4 de julio cuando llegó de la mano de sus padres a vivir en Estados Unidos. Desde el avión veía los fuegos artificiales y en su inocencia pensó que era la forma de decirle: “Verónica, bienvenida a Estados Unidos”.
Con el sueño americano conseguido, para Cool Estados Unidos significa “el único sitio en el mundo donde una mujer analfabeta y sin papeles puede avanzar y llegar donde ahora estoy yo, eso es la independencia para mí”.
Se hizo ciudadana a los 25 años y aunque dominaba el inglés y estudió todo el listón de preguntas, aquel día llegó a la entrevista algo nerviosa. “Me di cuenta que los americanos nacidos aquí no saben ni entienden los privilegios que tienen. Para nosotros es como cruzar un puente y ver a la distancia lo bueno que hay al otro lado”.
Como buena dominicana-americana en su calendario hay dos fechas de independencia, la de aquí y la del 27 de febrero de su país. “Esa también la celebro, porque nosotros somos gente de los dos lados”.
Es la tierra para soñar
Eso de tener un pie aquí y otro allá no es la experiencia de vida de Jesse Raudales. Eso lo vivieron sus padres que emigraron de Tamaulipas, en México, a Texas. “Mi mamá estaba embarazada, no quería tener a su niño en México. Con mi abuelita cruzaron la frontera, fueron al hospital, y no la dejaban entrar por no tener papeles, pero le vino el dolor del parto y aquí estoy viviendo en Maryland”.
Raudales fue el primer artista de origen latino que en 2006 fue seleccionado para conmemorar con una obra de arte al equipo olímpico de Estados Unidos. En cada olimpiada se seleccionan siete artistas, él fue uno de ellos. En la escuela nunca le contaron la historia de la independencia, pero era un niño muy listo, fue en busca de libros de historia y lo que aprendió no fue nombres de soldados y frentes de batalla. “La lección que me quedó de esa gesta es que esta tierra es de grandes oportunidades y de la libertad de soñar”.
Ese derecho a imaginar un futuro mejor busca para otros desde el Opportunities Industrialization Center (OIC), del cual es el director ejecutivo, en el condado de Anne Arundel. Allí enseñan inglés y dan clases de bachillerato (GED) en español e inglés. Otra forma de aprender a ser americano.
