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La menstruación puede dificultar la respiración en asmáticas

Las mujeres asmáticas pueden sufrir complicaciones respiratorias durante su período menstrual. FOTO: Sience.org.

Para algunas mujeres, los síntomas del asma empeoran antes y durante la menstruación. Las fluctuaciones hormonales pueden ser la razón, según los expertos.

En enero, Jess Johnson se despertó en mitad de la noche con dificultad para respirar. Mientras estaba en la cama, no podía detener la tos o la sibilancia.

"Mi inhalador no funcionaba, nada funcionaba", recuerda Johnson.

Su primer pensamiento fue el coronavirus. Pero entonces recordó que esa semana le iba a venir la regla.

Cuando estaba en quinto curso, a Johnson le diagnosticaron asma, una enfermedad crónica caracterizada por la inflamación de los pulmones. Esa inflamación, que puede estar causada por factores genéticos y ambientales, suele dificultar la respiración.

Unos 17 años después, Johnson empezó a notar que, durante unos días al mes, su asma se disparaba y tareas tan sencillas como doblar la ropa o hablar por teléfono la dejaban sin aliento. En la actualidad, Johnson, de 33 años, sigue dependiendo en gran medida de su inhalador la semana anterior a su periodo.

Johnson no es la única.

Para algunas mujeres, los cambios corporales en torno a la menstruación sobrepasan la incomodidad y se adentran en el terreno del peligro. Las investigaciones demuestran que entre el 10 y el 40 por ciento de las mujeres presentan un recrudecimiento de los síntomas del asma justo antes y durante la menstruación. (Los expertos creen que la cifra real se encuentra en algún punto intermedio). El recrudecimiento de los síntomas del asma puede tener graves consecuencias: Las mujeres que acuden a los servicios de urgencias por crisis asmáticas suelen hacerlo a los pocos días de tener la menstruación, aseguran los investigadores.

El agravamiento de los síntomas cerca de la fecha de la menstruación es sólo una parte de un rompecabezas más amplio sobre el papel que desempeñan las diferencias de género en el asma. En términos generales, los diferentes niveles de hormonas sexuales que tienen los hombres comparado con las mujeres parecen provocar un aumento del número y de la gravedad de los casos de asma en las mujeres adultas. Y el aumento y la reducción de las hormonas durante el ciclo menstrual también parece exacerbar los síntomas del asma.

Las diferencias relacionadas con el asma entre hombres y mujeres empiezan pronto y cambian drásticamente a medida que las personas envejecen. Si bien hay más mujeres adultas que hombres con asma, la tendencia se invierte en el caso de los niños: Antes de la pubertad, los niños tienen 1,5 veces más probabilidades de padecer asma que las niñas, y el doble de probabilidades de ser hospitalizados por sus síntomas. Los expertos lo atribuyen en parte a las diferencias estructurales de los pulmones, ya que los niños tienen vías respiratorias desproporcionadamente estrechas en comparación con el gran volumen de sus pulmones.

Sin embargo, cuando llega la pubertad, el sistema de los niños se inunda de hormonas específicas del sexo. Las mujeres obtienen mayores niveles de estrógeno y progesterona, y los hombres mayores niveles de testosterona.  El cambio en el entorno hormonal impulsa lo que los investigadores denominan el "cambio de pubertad", cuando las mujeres superan a los hombres en el número de nuevos casos de asma, ya que son diagnosticadas aproximadamente dos mujeres adultas por cada hombre.

Son complejas las formas en las cuales cada una de las hormonas sexuales afecta los pulmones, y su efecto varía en función de las células involucradas. En términos generales, la testosterona que aparece después de la pubertad en los hombres los ayuda a protegerse contra el asma ya que disminuye la inflamación. Por otro lado, el estrógeno y la progesterona aumentan la inflamación y, por tanto, pueden empeorar el asma, afirma Sergio Chiarella, alergólogo-inmunólogo de la Clínica Mayo.

Por ejemplo, la progesterona puede deteriorar las estructuras pilosas que recubren las vías respiratorias. Esas estructuras -llamadas cilios, pestaña en latín- se mueven de un lado a otro para expulsar de los pulmones los residuos inhalados. Los investigadores han demostrado que la progesterona disminuye el movimiento de los cilios y dificulta la expulsión de las partículas externas que se introducen en el organismo. Esas partículas externas pueden anidar en los pulmones y deteriorar la respuesta inflamatoria de las mujeres asmáticas.

Pero aunque las hormonas femeninas aumentan el riesgo de padecer asma en general, el panorama se complica cuando se observan las experiencias cotidianas de las mujeres asmáticas, cuyos síntomas pueden cambiar a lo largo de sus ciclos menstruales.

Lynn Johnson, integrante de la junta directiva de la Asthma and Allergy Foundation of America que vive en Alabama, fue diagnosticada de asma a los 45 años. Tras el diagnóstico, Johnson empezó a anotar en una hoja de cálculo sus síntomas de asma y su ciclo menstrual. Notó, al igual que Jess Johnson, que se intensificaban justo antes de su periodo, un fenómeno que los expertos llaman "asma perimenstrual".

Según los investigadores, los cambios en los síntomas del asma coinciden con el flujo y reflujo de estrógeno y progesterona durante el ciclo menstrual, que suele durar 28 días. Normalmente, cuando los síntomas de personas como Jess Johnson y Lynn Johnson comienzan a agravarse, están a una semana de comenzar su periodo. En ese momento, sus niveles de progesterona y estrógeno han empezado a caer en picada. Las exacerbaciones del asma persisten cuando los niveles de hormonas caen a su punto más bajo durante la menstruación, cuando las mujeres tienen la regla.

Estos cambios en los síntomas durante el ciclo menstrual son confusos teniendo en cuenta lo que los investigadores saben sobre el papel de las hormonas sexuales en los hombres y las mujeres. Las hormonas sexuales femeninas pueden aumentar la inflamación dentro y alrededor de los pulmones, "pero los momentos en que aparecen los síntomas son cuando [los niveles de hormonas] son más bajos", dice Dawn Newcomb, investigadora de la Universidad de Vanderbilt que estudia el papel de las hormonas sexuales en el asma. "Eso no tiene mucho sentido".

La mejor explicación que tienen los expertos es que las fluctuaciones en los niveles de las hormonas sexuales sustentan el asma perimenstrual, dice Sally Wenzel, neumóloga y directora del Asthma and Environmental Lung Health Institute del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh.

Los investigadores no están tan seguros de por qué el cambio en los niveles hormonales es más importante que las cantidades absolutas. La caída de la progesterona antes de la menstruación parece desempeñar un papel importante en el desencadenamiento del asma perimenstrual. Pero "creo que no está muy claro cómo se desencadena exactamente", dice Wenzel.

Dado que las fluctuaciones hormonales parecen desencadenar el asma perimenstrual, los investigadores sospechaban que las terapias que proporcionan cantidades constantes de hormonas -como algunos tipos de anticonceptivos orales- podrían atenuar los síntomas. Pero "hay una especie de contradicción" cuando se trata de la evidencia científica que respalda esa predicción, dice Joe Zein, un neumólogo e investigador de la Cleveland Clinic. Un estudio descubrió que los anticonceptivos hormonales mejoran los síntomas; otro no.

En parte la confusión sobre la eficacia de los anticonceptivos orales para los síntomas del asma podría tener que ver con el momento en que se realizaron los estudios. La mayor parte de las investigaciones sobre los anticonceptivos orales son de hace décadas, cuando las cantidades de hormonas en las píldoras eran diferentes de todas las opciones disponibles hoy en día.

"Es un estudio que ruega que sea hecho de nuevo, pero utilizando diferentes combinaciones hormonales", dice Wenzel.

Además, hay mucha variación entre las personas en cuanto a los niveles de hormonas sexuales, los tipos de asma y la exposición a factores de riesgo. Además, hay otros factores que influyen en el sistema inmunitario -e indirectamente en el asma-, como los genes contenidos en los cromosomas X e Y.  Eso hace difícil hablar con generalizaciones como "el control de la natalidad es malo" o "el control de la natalidad es bueno", dijo Chiarella. "Depende mucho del contexto".

La medicina personalizada, o la adaptación de la terapia al contexto único del paciente, es lo que tiene más sentido, aseguró

Este es el enfoque que finalmente ayudó a Lynn Johnson. Cuando Johnson fue hospitalizada por una insuficiencia respiratoria cinco años después de su diagnóstico, le contó a su neumólogo sobre su hoja de cálculo. El médico de Johnson estuvo de acuerdo en que había una relación entre su ciclo menstrual y los síntomas del asma.

Juntos elaboraron un plan. Durante una semana normal, Johnson cada mañana utilizaba su nebulizador -una forma de autoadministrarse la medicación para el asma-  añadiendo una dosis extra un par de veces a la semana si era necesario. Sin embargo, antes de la menstruación, aumentaba su medicación. Siguiendo el consejo de su médico, se dosificaba un tipo de medicamento para el asma cada cuatro horas durante las veinticuatro horas del día, y otro cada ocho.

"Me ha ayudado a planificar y manejar mi asma mucho mejor", contó Johnson.

Sin embargo, los médicos y los investigadores siguen teniendo muchas dudas sobre la relación entre el asma y las hormonas sexuales. Y dado que históricamente el número de mujeres que mueren de asma es dos veces mayor que el de los hombres, es importante responder a estas preguntas. Sin más investigación para llenar esas lagunas, los médicos y los pacientes deben seguir actuando sin "recomendaciones claras", dijo Zein.

Washington Post - Emily Harris

Lea el artículo original aquí.

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