El hollín de las armas nucleares nublaría los cielos, arruinaría las cosechas y provocaría una hambruna mundial, según un estudio publicado en la revista Nature Food.
Dos tercios de la población mundial podría morir de hambre en caso de una guerra nuclear entre Rusia y EEUU, señala un estudio dirigido por la Universidad de Rutgers publicado el lunes. El conflicto nuclear provocaría interrupciones "catastróficas" en el suministro de alimentos, ya que el hollín y la ceniza que bloquean el sol marchitarían los cultivos en todo el mundo, según escribieron los investigadores en el informe revisado por pares y publicado en la revista Nature Food.
Incluso una guerra nuclear a menor escala entre Pakistán e India devastaría el suministro de alimentos, reduciría la producción mundial en un 7 por ciento en cinco años y mataría hasta 2,5 millardos de personas. La inseguridad alimentaria en estos casos sería más mortal que las explosiones nucleares, predice el estudio.
"Los datos nos dicen una cosa: Debemos evitar que se produzca una guerra nuclear", dijo en un comunicado el científico del clima Alan Robock, coautor del estudio.
Los investigadores examinaron cómo los patrones de viento podrían propagar el humo y el fuego de los ataques nucleares, así como nublar los cielos de los principales exportadores de alimentos, como EEUU y China. La falta de luz solar arruinaría las cosechas y podría provocar un descenso del 90 por ciento en el rendimiento de los animales, la pesca y los cultivos en todo el mundo durante los cuatro años siguientes a un conflicto entre las principales potencias nucleares.
La invasión rusa de Ucrania y la escalada de maniobras militares chinas cerca de Taiwán han renovado el temor a un conflicto nuclear. Luego del estallido de la guerra en Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin afirmó que sus fuerzas nucleares estaban "preparadas para el combate", lo que avivó el temor a un posible conflicto nuclear con Occidente 30 años después del final de la Guerra Fría. Más adelante, los funcionarios rusos intentaron suavizar la advertencia de Putin.
China hizo gran cantidad de simulacros cerca de Taiwán luego de los recientes viajes de legisladores estadounidenses a la isla, la cual Pekín reclama como su territorio. La inestabilidad en el Estrecho de Taiwán se produce en un momento en el cual los expertos occidentales advierten que Pekín está acelerando el aumento de su arsenal nuclear.
La guerra atómica agravaría las actuales amenazas a la seguridad alimentaria. El cambio climático, la guerra en Ucrania y la pandemia del coronavirus ya han afectado seriamente la producción mundial de alimentos. Un récord de 345 millones de personas en todo el mundo se enfrentan a la inseguridad alimentaria, casi 200 millones más en comparación con los niveles anteriores a la pandemia, según el Programa Mundial de Alimentos.
En respuesta, países como India y Malasia han limitado las exportaciones de trigo y pollo. El temor a un conflicto mundial -independientemente de que haya armas nucleares de por medio- y a la inseguridad alimentaria que provocaría podría llevar a los países a limitar aun más las exportaciones o a acaparar suministros de alimentos.
"El impacto psicológico puede ser mayor que el daño real", dijo William Chen, profesor de ciencias de la alimentación en la Universidad Tecnológica de Nanyang de Singapur y director de un programa de seguridad alimentaria afiliado al gobierno.
Para prepararse para una mayor inestabilidad mundial, añadió, los países deben abandonar la agricultura tradicional y diversificar sus fuentes de alimentos. El cultivo de setas, la agricultura de invernadero y la producción de proteínas de insectos o de alimentos a base de microalgas podrían ofrecer alternativas.
"Estos no requieren tanto espacio", dijo Chen. "Se pueden cultivar en su cocina, en un espacio subterráneo, y dependen menos de un entorno expuesto a la guerra nuclear".
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