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Migración y Cambio Climático: Tendiendo Puentes para Proteger a Nuestras Comunidades

Image by pch.vector on Freepik

Habiendo crecido en la capital petrolera de Bolivia, desde niña presencié muy de cerca los efectos que la contaminación de aire y el uso desmesurado del petróleo pueden tener en las familias y comunidades a su alrededor. A la corta edad de dos años, mi hermano ya sufría de una enfermedad respiratoria crónica, producto de la crasa contaminación del aire y la emanación de gases tóxicos relacionados a la explotación de los recursos donde vivíamos.  Desde ese momento quedó muy claro para mí que las condiciones medioambientales repercuten directamente en la salud de las personas, y que afectan sin compasión a quienes más queremos.

Con los  años, y a causa de la migración de mi familia de Bolivia a los Estados Unidos, mi interés en el impacto climático  creció. Trabajé en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde pude ver cómo el cambio climático afecta las vidas, el sustento, el trabajo de comunidades enteras, especialmente las más vulnerables. Existen pruebas tangibles de que el cambio climático resulta en migración en masa de países en desarrollo a causa de su impacto en la agricultura, recursos hidráulicos, e infraestructura. En estos últimos diez años hemos visto un aumento significativo en la frecuencia de inundaciones por lluvias fuertes, mega sequías, y huracanes cada vez más devastadores, que dejan a comunidades enteras destrozadas, a familias sin un hogar y sin una forma de ganarse la vida. Y aunque el movimiento humano es afectado por un sinfín de razones, hay grandes indicaciones de que el calentamiento global crea y altera los patrones migratorios.

El claro ejemplo está en comunidades agricultoras en Guatemala, que se han visto afectadas por las constantes sequías que por varios meses afectan no solo su estabilidad financiera, sino que contribuyen a una inseguridad alimentaria ya presente. Constantemente, grandres grupos de personas se ven forzados a huir de sus países por  condiciones climáticas extremas que no les permiten sobrevivir con dignidad. Pero su lucha no termina ahí. Aquellas familias que abandonan su país a causa de los efectos del cambio climático, regularmente se enfrentan a otras problemáticas una vez que llegan a los Estados Unidos.

Una cantidad importante de los migrantes arriban a estados  como California, donde, por ejemplo, un 80% de los recién llegados trabajan en la agricultura y en la construcción.  Ambos empleos exponen a sus trabajadoras a temperaturas extremas agravadas por el cambio climático. Además, el uso de pesticidas en el sector agrícola afecta la salud y calidad de vida de sus trabajadores. Siendo regularmente la única fuente de ingreso de familias enteras, desafortunadamente no pueden abandonar estos empleos, porque ponen en riesgo su propia subsistencia y la de sus seres queridos.

En EcoMadres nos hemos dado a la tarea de desarrollar recursos apropiados y bilingües que puedan mostrar la relación entre el impacto del cambio climático y la salud, pero también es muy importante que estemos abriendo espacios de diálogo y creando poder político en la comunidad Latina e hispanohablante para que nuestra gente pueda exigir medidas a favor de un aire limpio y un ambiente seguro. Sabemos que 9 de cada diez latinos quieren que se tomen medidas tangibles para minimizar el impacto del cambio climático, y estamos trabajando para ello.

Esta semana conmemoramos el Día Internacional del Migrante y reflexionamos sobre las razones por las cuales es importante crear soluciones, tanto para los más necesitados como para el resto del mundo. El cambio climático es una realidad que debemos afrontar inmediatamente ya que nos afecta a todos y según los científicos, será una asunto mucho más agudo en el 2030. Es necesario que se cree legislación y acuerdos para disminuir los efectos del cambio climático, reducir nuestras emisiones de carbono, entre otras medidas, porque impulsan la economía mundial, y ayudan a mantener la biodiversidad.  Pero primordialmente, debemos hacerlos porque mejorará la salud pública. Es nuestro deber moral trabajar juntos y encontrar la manera de  proteger la vida de millones de personas, especialmente la de los más vulnerables. Debemos tender puentes entre los sectores, privados, públicos, el mundo académico y la sociedad en general. Tenemos que mitigar el  deterioro medioambiental, que sea el menor posible.  Nuestra salud, la de nuestras familias y comunidades, y hasta el planeta, no pueden darse el lujo de seguir esperando. Está en manos de cada uno de nosotros y nosotras.

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