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Los medios de comunicación de EEUU siguen siendo aliados involuntarios de Trump

El presidente Trump ha gozado de cobertura casi plenaria en la prensa desde que se anunció que sería imputado y el martes pudo dar un discurso desde su residencia de Mar-a-Lago en respuesta a su proceso legal, que fue escuchado por millones de votantes en todo el país. FOTO: Todd Heisler - The New York Times.

La exhaustiva cobertura que le dan a una acusación poco convincente ayuda a reforzar su control sobre el Partido Republicano.

Opinión de Edward Luce

Cuando se trata de Donald Trump, los medios de comunicación parecen no haber aprendido ni olvidado nada. La cobertura que hicieron del viaje de ida y vuelta de Trump al tribunal de Nueva York fue una mezcla de la muerte de Diana, Princesa de Gales, y la persecución en coche de OJ Simpson. A uno se le podría perdonar por pensar que hay una condena pendiente, si bien la próxima cita de Trump con el tribunal no es hasta diciembre. Antes de eso, la televisión tendrá que inventar un sinónimo para la frase "sin precedentes".

Sin duda, se está haciendo historia. Se trata de la primera acusación contra un expresidente estadounidense. También podría dar lugar a la primera condena. Pero la naturaleza de la hoja de cargos de Trump no corroboró la acumulación. La acusación de Trump se basa en la novedosa teoría legal de que sus pagos de sobornos para encubrir una relación extramarital equivalen a una conspiración para ganar una elección. La opinión en el ámbito jurídico está dividida. "Elefante da a luz a ratón" sería exagerado, pero no fuera de lo posible.

El peligro está en que este es el tipo de juego que Trump disfruta. En 2015, pocas personas sensatas pensaban que Trump podía vencer a Hillary Clinton en elecciones generales, aunque los medios de comunicación lo consideraban infinitamente favorable a los índices de audiencia. La “publicidad gratuita” de Trump -la cantidad que recibió sin pagar por ella- se salieron de la gráfica en comparación con cualquier otro candidato. La creencia popular actual es casi idéntica Trump es visto como el republicano más fácil de derrotar para Joe Biden el año que viene y las cadenas de televisión vuelven a relatar cada uno de sus movimientos.

El clima cambiaría si Trump fuera acusado de delitos graves, como obstruir al Congreso, ocultar documentos altamente clasificados o intentar manipular unas elecciones. El consenso es que una o más de estas investigaciones desembocarán en cargos en su contra. El riesgo está en que, al haberse exagerado tanto con la única acusación relativamente trivial contra Trump, ya se hayan agotado las palabras para captar las restantes. Si todo es una barbaridad, al final nada lo es. El único dato hasta ahora es que esta acusación ha mejorado la posición de Trump entre los votantes republicanos.

Trump tiene la habilidad para provocar lo peor tanto entre liberales como conservadores. Los republicanos están casi totalmente de su lado en cuanto a la hoja de cargos de Nueva York. Esto incluye a sus principales rivales por la nominación, lo que da buena medida de la impotencia de su dilema. Pero también incluye a figuras como Mitt Romney, el senador de Utah, y Bill Cassidy, de Luisiana, que votaron a favor de condenar a Trump en uno de sus juicios de destitución. No se les puede acusar de falta de carácter. Quizá aprendieron las lecciones equivocadas que les dejó el fracaso de ambos procesos.

¿Ocurre lo mismo con los medios de comunicación? Aunque Trump describe a los periodistas como funcionarios de un Estado corrupto, la simbiosis entre Trump y los principales medios de comunicación es profunda. Los canales de televisión por cable experimentaron un auge durante los años de Trump y vieron caer bruscamente las audiencias después de que dejara el cargo. Lo mismo ocurre con gran parte de la prensa escrita. Aunque la consejera de la Casa Blanca Kellyanne Conway acuñó la expresión "hechos alternativos" como eufemismo para las mentiras de Trump, su presidencia provocó un aumento de las suscripciones a fuentes de medios no alternativos. En 2016, Les Moonves, el entonces director ejecutivo de la CBS, dijo que la campaña de Trump "puede no ser buena para Estados Unidos, pero es tremendamente buena para la CBS." No hay motivos para pensar que eso haya cambiado.

Nos encontramos, pues, ante la paradoja de la política estadounidense actual. Trump sigue perdiendo elecciones; pero su control sobre el partido republicano y sobre la atención de los estadounidenses no ha disminuido. No está claro qué se puede hacer al respecto. Encarcelarlo sería una solución obvia: muchas otras democracias, como Brasil, Corea del Sur, Israel y Sudáfrica, han encarcelado a exjefes de Gobierno o de Estado por cargos menores a los que Trump podría enfrentar. Pero casi cualquier calendario realista para condenar a Trump llega después de las elecciones de 2024. Además, nada impide que un Trump en prisión se presente como candidato a la Casa Blanca.

Lo que nos deja a Joe Biden. El presidente se aferra a su labor. No ha hecho comentarios sobre los problemas legales de Trump. La opinión entre los expertos demócratas es que han sido buenos días para Biden, y que quedan muchos más por venir. Las posibilidades de que Trump obtenga la candidatura de su partido han crecido, lo que da un impulso proporcional a las perspectivas de reelección de Biden. Probablemente sea cierto. Pero los costos de un error de Biden también son mayores. Trump sería el mayor beneficiado de cualquier revés que pueda sufrir el actual presidente. Los medios de comunicación estadounidenses también se beneficiarían. Estos últimos siguen siendo el peor enemigo de Trump y, a la vez, su mejor amigo.

Edward Luce

es el editor nacional del Financial Times para EEUU y columnista sobre temas de política y economía.  Anteriormente era el jefe de la oficina de Washington y también ha desempeñado otros trabajos para el Financial Times alrededor del mundo.  Anteriormente era el principal redactor de discursos para el secretario del Tesoro, Lawrence H. Summers, durante la administración del Bill Clinton.

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