Los responsables políticos deben reforzar la supervisión de un segmento riesgoso, pero clave, del sistema financiero.
Opinión de la Junta Editorial del Financial Times
Regular el sector financiero es un esfuerzo que a veces parece inútil. Si se aumenta la supervisión en un ámbito, los riesgos se trasladan a otro. Eso es precisamente lo que ha ocurrido con los intermediarios financieros no bancarios (IFNB), un abanico de instituciones a menudo denominadas "bancos de las sombras" que prestan una serie de servicios de inversión y financiamiento pero que quedan fuera del ámbito de la regulación bancaria porque no aceptan depósitos. Han crecido rápidamente desde la crisis financiera mundial; llenando el vacío que causaron los controles de riesgo más estrictos sobre los bancos comerciales. Pasaron a representar del 40 a casi el 50 por ciento de los activos financieros internacionales. Esto hace que la salud de los IFNB sea vital para la estabilidad financiera, y que la falta de una supervisión exhaustiva del sector sea muy alarmante.
Este dispar grupo -que incluye aseguradoras, fondos de cobertura, fondos de pensiones y otros gestores de activos- constituye una parte importante del sistema financiero. Proporcionan crédito y capital a la economía real. Un sector financiero diverso también actúa como amortiguador cuando el sector bancario sufre tensiones, sirviendo como una "rueda de repuesto", en palabras de Alan Greenspan, expresidente ejecutivo de la Reserva Federal de Estados Unidos. Compran bonos e impulsan los flujos de capital globales. Pero sin una regulación eficaz, los IFNB pueden profundizar la fragilidad. Esto se puso de manifiesto en marzo de 2020, cuando los fondos de cobertura quedaron atrapados en la carrera por conseguir liquidez que habían iniciado los mercados asustados por el Covid, y el año pasado, cuando el Banco de Inglaterra tuvo que acudir al rescate de los fondos de pensiones del Reino Unido que operaban con estrategias de inversión poco transparentes.
Las vulnerabilidades financieras que se acumularon durante una década de dinero barato están saliendo ahora a la luz tras las rápidas subidas de las tasas de interés que aplicaron los bancos centrales. Aunque la supervisión bancaria tiene sus defectos -como han demostrado las recientes turbulencias en Estados Unidos y Europa-, el capital y la liquidez de los bancos se han fortalecido desde la crisis financiera y existen mecanismos de resolución pre-acordados. Mientras tanto, las entidades no bancarias están expuestas a riesgos que siguen siendo una especie de caja negra. El FMI cita tres factores que convierten a los IFNB en una importante fuente de riesgo en un contexto de política monetaria restrictiva y contracción de la liquidez. Estos son la acumulación de apalancamiento en algunas instituciones (aunque en menor medida que los bancos), el aumento de la interconexión entre entidades no bancarias y con los bancos, y la posibilidad de descalces de activos y pasivos debido a diferencias de liquidez y vencimiento. Los IFNB no se benefician de garantías similares a las que se extienden a los bancos que captan depósitos.
Los reguladores deben rápidamente encontrarle la vuelta a la regulación de entidades no bancarias, sobre todo si persiste una elevada inflación y es necesario aumentar más las tasas. El Consejo de Estabilidad Financiera, organismo mundial que vigila los riesgos del sistema financiero, debe desempeñar un papel más importante a la hora de ofrecer soluciones y garantizar su aplicación efectiva. La supervisión sistémica de toda la gama de IFNB también suele quedar al margen de los diversos organismos reguladores nacionales, que están orientados a analizar los riesgos desde el punto de vista bancario o de los títulos valores. De hecho, Estados Unidos necesita reforzar las actividades no bancarias de su Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera y su Oficina de Investigación Financiera, las cuales evalúan y regulan riesgos financieros.
Como base para una mejor regulación que disminuya los riesgos en lugar de asfixiar al sector, los responsables políticos deben reducir las lagunas en los datos, incluidos los relativos a la liquidez y el apalancamiento de los IFNB. Esto requiere más información por parte de las entidades. Las pruebas de resistencia sobre los riesgos de los mercados financieros no bancarios deben ser algo habitual. El Banco de Inglaterra anunció recientemente sus planes de realizar la primera prueba de este tipo. Con la cadena de exposiciones que cruza fronteras, sigue siendo vital la cooperación mundial para fomentar la mitigación de riesgos. En última instancia, los bancos centrales tendrán que estar preparados para brindar un apoyo de liquidez adecuado si surgen incidentes que tensionan el sistema financiero.
Proporcionar las salvaguardias adecuadas y vigilar a un grupo dinámico y amorfo de instituciones no es tarea fácil. Pero con las pensiones, las inversiones minoristas y los préstamos a pequeñas empresas en peligro, es crucial que los reguladores nacionales e internacionales arrojen más luz sobre el sector bancario de las sombras.
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