El presidente apuesta a sí mismo para doblegar la amenaza a la democracia estadounidense que supone Donald Trump.
Opinión de la Junta Editorial del Financial Times
Joe Biden ha sido un exitoso líder de EEUU. Pero tiene 80 años y aparenta su edad. Su plan de postularse a la reelección como presidente representa una apuesta de alto riesgo para el Partido Demócrata, para Estados Unidos y para el resto del mundo. Lo que está en juego aumenta sustancialmente por la probabilidad de que su oponente del Partido Republicano sea una vez más Donald Trump. El propio expresidente, de 76 años, demostró ser incapaz para ocupar el cargo durante su propio periodo en la Casa Blanca. Su negación de los resultados de las elecciones de 2020 subrayó que es un demagogo peligroso.
La decisión de Biden de volver a postularse puede estar motivada en parte por la sensación de que está especialmente cualificado para vencer a Trump y alejar la amenaza que el expresidente representa para la democracia estadounidense. Ya venció a Trump una vez, y las encuestas sugieren actualmente que volvería a derrotarlo por un estrecho margen, aunque perdería ante un republicano genérico o ante otros posibles aspirantes como Ron DeSantis, el gobernador de Florida.
El presidente en funciones también representa a un ala de su partido que está particularmente bien situada para atraer a los votantes indecisos que podrían ser la clave de una contienda contra Trump. A diferencia de Barack Obama o Hillary Clinton, a Biden no se le puede tachar fácilmente de miembro privilegiado de las élites costeras.
Como presidente, Biden se ha mantenido fiel a sus raíces de clase media de Pensilvania. Su compromiso con la reindustrialización de Estados Unidos atrae a muchos votantes que se sintieron atraídos por la promesa de Trump de "hacer a Estados Unidos grande de nuevo". Su disposición a abrazar el proteccionismo, aunque no es algo que el Financial Times favorezca, sí representa una respuesta a las preocupaciones populares sobre la globalización que Trump explotó con éxito.
Biden también ha aprovechado su experiencia como senador para impulsar leyes históricas, como una ley de infraestructuras de $1tn (millón de millones) y el mayor paquete de medidas climáticas de la historia de EEUU. Ha aprobado reformas sanitarias y la Ley de CHIPS para impulsar la producción nacional de semiconductores. Se trata de un historial nacional digno de reconocimiento para presentarle a los votantes.
En política exterior, la retirada de Afganistán fue caótica, y las opiniones europeas difieren a veces de las de Biden sobre cómo tratar a China. Pero la respuesta a la guerra de Ucrania ha sido firme y eficaz, y Biden ha sabido reunir a la alianza occidental. Muchos en Europa temerán la posibilidad de que pueda ser sustituido por Trump, cuya desconfianza hacia la OTAN y ocasional cordialidad hacia Vladimir Putin y Xi Jinping son bien conocidas.
A pesar de este punto, la edad de Biden lo convierte en un lastre potencial para los demócratas. Su partido temerá que su salud se deteriore de manera repentina, o que ocurra un acontecimiento o declaración que dé crédito a las repetidas afirmaciones republicanas de que las facultades mentales del presidente están disminuyendo. Hasta ahora hay pocas pruebas reales de ello, pero muchos votantes se preguntarán si seguirá siendo así dentro de seis años.
El fracaso de la vicepresidenta Kamala Harris a la hora de convencer a los votantes de que está preparada para ocupar la Oficina Oval se suma a los potenciales peligros de la candidatura de reelección de Biden. En un mundo ideal, el presidente podría sustituir a Harris por un compañero de fórmula más creíble y experimentado. Pero la delicada política racial del Partido Demócrata -y la necesidad de motivar a los votantes afroamericanos- hacen muy difícil que Biden saque de la papeleta a la primera mujer negra y primera estadounidense de origen asiático elegida vicepresidente. Una estrategia alternativa podría ser dar a Harris más oportunidades de brillar durante el próximo año.
Los recelos ante una candidatura de Biden a la reelección no son difíciles de entender. Pero Estados Unidos es una democracia. El presidente tiene derecho a volver a postularse. Ahora corresponderá a los votantes estadounidenses decidir si ha tomado la decisión correcta.
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