Existe una enfermedad incurable que causa que las personas pierdan el control de su cuerpo y rían como desquiciadas. ¿Sabes de qué hablamos? El kuru, una enfermedad infecciosa mortal, afectó a los Fore, una tribu de Nueva Guinea, aterrorizando a todos y llevó a cientos a la muerte.
Hasta 200 personas de la tribu morían de esta enfermedad al año. Una vez que aparecían los síntomas, la muerte era rápida.
Primero, les costaba caminar, perdían el control de sus extremidades, luego el de sus emociones y empezaban a reír, por eso la llamaban la "muerte risueña".
Pero lo más inquietante de la enfermedad era su origen. En 1957, el antropólogo Michael Alpers y el patólogo Vincent Zigas descubrieron que el kuru se transmitía a través de rituales funerarios en los que se consumían los cerebros de los fallecidos.
¿Qué es el kuru?
El kuru pertenece a una clase de enfermedades infecciosas llamadas encefalopatías espongiformes transmisibles (EET), también conocidas como enfermedades priónicas.
Las EET son causadas por proteínas anormales que se acumulan en el tejido cerebral y cambian su estructura. Estas se propagan y causan que otras proteínas también cambien de forma, lo que lleva a una acumulación masiva de proteínas anormales en el cerebro.
El kuru tiene un período de incubación largo, a menudo de años o incluso décadas. Antes de que los síntomas se manifiesten, informan los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Los síntomas son aterradores: temblores, dificultad para coordinar los movimientos, temblores, pérdida de la capacidad de entender o comunicarse y una muerte lenta en un estado de coma.
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¿Debemos preocuparnos?
Michael Alpers, investigador médico de la Universidad Curtin de Australia que ha estudiado el kuru por décadas, asegura que la última persona que murió de kuru falleció en 2009.
La enfermedad del kuru se erradicó en gran medida gracias a la abolición de la práctica de consumir los tejidos de los miembros fallecidos de la tribu Fore.
Después de varias generaciones, los miembros de la tribu que sobrevivieron al kuru desarrollaron un gen defensivo que les protegía contra la enfermedad.
Aunque la epidemia de kuru ha pasado en gran medida, todavía es importante prevenir y controlar enfermedades infecciosas, especialmente en comunidades que siguen prácticas antiguas.
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