Un grupo de mujeres de Texas contaron, ante un estrado, historias traumáticas sobre cómo no pudieron abortar —aunque era una situación de vida o muerte— debido a la restrictiva ley antiabortos del estado sureño.
Entre los testimonios, destacó el caso de Samanthia Casiano relató a la sala abarrotada su alegría al enterarse de que estaba embarazada. Su familia compró un moisés para prepararse; todos soñaban con tener una niña.
Cuando su abogado le pidió que hablara de lo que sentía al tener un "embarazo de alto riesgo", Casiano, que hasta entonces había hablado con calma, se quedó sin palabras. Luego, en el estrado, vomitó.
Casiano contó en el estrado que se enteró de que su feto también tenía anencefalia. Quería abortar y dejar ir a su bebé al cielo, como dijo ante el tribunal. En cambio, tuvo que cargar a Halo, como llamó a la bebé, al término de su embarazo y verla morir sin poder hacer nada para salvarla.
La bebé murió cuatro horas después de nacer debido a que no podía respirar bien a causa de la anencefalia. El sepelio de la recién nacida también fue un caos, debido a que como su muerte fue en Viernes Santo le cobraron $1 mil 100 más por la fecha.
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Cada una de las mujeres que subieron al estrado rompió a llorar, y muchas de las personas presentes en la abarrotada sala lloraron con ellas. En varios momentos del testimonio, los espectadores jadeaban y gemían, o incluso abandonaban la sala cuando las historias se hacían demasiado pesadas.
Casiano es una de las 13 mujeres tejanas a las que se les denegó el aborto y que han demandado al Estado, alegando que se les debería haber permitido abortar en virtud de las prohibiciones superpuestas de Texas, que permiten someterse al procedimiento en casos de urgencia médica.
Las mujeres esperan una sentencia que explique exactamente, cuándo deben poder abortar en Texas las personas en situación de emergencia médica, pero el caso también podría tener implicaciones que se extiendan mucho más allá de las fronteras del estado.
Texas es uno de los 14 estados que han prohibido casi todos los abortos, pero estas prohibiciones permiten técnicamente abortar en casos de urgencia médica.
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Sin embargo, los médicos de todo el país han afirmado en repetidas ocasiones que estas excepciones son vagas y contradictorias, lo que les lleva a ignorar su criterio médico y ver cómo las pacientes enferman lo suficiente como para tener derecho a abortar.
Si las mujeres de Texas lo consiguen, otras podrían seguir su ejemplo.
"Busco claridad", declaró el miércoles la Dra. Damla Karsan, ginecóloga y obstetra de Texas. Dijo a la sala del tribunal que sentía un profundo temor ante las prohibiciones de Texas, ya que los médicos que incumplan la ley podrían perder su licencia, ser multados con $100 mil o pasar hasta 99 años entre rejas. "Me siento con las manos atadas".
El miércoles, la fiscal general adjunta Amy Pletscher preguntó a cada una de las mujeres que testificaron si el fiscal general Ken Paxton o cualquier otro funcionario de Texas les había dicho directamente que no podían abortar. Todas respondieron que no.
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"Cualquier daño futuro es puramente hipotético y por lo tanto no justifica una medida cautelar", dijo Pletscher. "Dada la naturaleza de las experiencias pasadas de las demandantes, es comprensible que busquen culpables, pero la culpa dirigida a los demandados está fuera de lugar. Más bien, los demandantes sufrieron sus supuestas lesiones como resultado directo de que sus propios proveedores médicos les fallaron."
Pletscher también se opuso a que todos los pacientes hablaran de problemas médicos y embarazos anteriores, lo que constituyó la mayor parte de su testimonio.
Molly Duane, abogada principal del Centro de Derechos Reproductivos, rechazó esa línea de pensamiento. "¿Cree el Estado que la única persona que puede impugnar una ley del aborto es una mujer que acude al tribunal con líquido amniótico o sangre en la pierna?", preguntó a la juez de distrito Jessica Mangrum, que supervisó la vista.
Lauren Miller, una de las demandantes que no testificó el miércoles pero que acudió en avión, dijo a los periodistas que había venido porque quería apoyar a sus compañeras demandantes. Pero también quería "ver a las personas que pusieron mi vida en peligro, que pusieron la vida de mi hijo en peligro".
El Estado, dijo, desestimó totalmente su trauma.
"Lo que el estado de Texas dijo es que somos desechables y por eso quería ver a las personas que decían eso", dijo Miller. "No deberíamos torturar bebés y llamarlo provida".