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Una embajadora latina para los discapacitados

La líder latina, Rosalía Fajardo, dirige el ENDependence Center of Northern Virginia. Lleva 30 años luchando por la educación especial de los niños latinos

Rosalía Fajardo
Fajardo ha entregado su vida a la causa de los niños y sus familias con condiciones de discapacidad en el norte de Virginia. Cortesía ECNV.org.

Rosalía Fajardo es de esas mujeres que avanza luchando contra esas sillas de ruedas o muletas socioculturales, socioeconómicas y arquitectónicas que hacen la vida de las personas con discapacidades un camino cuesta arriba.

Hablar de los latinos que abogan por la eliminación de barreras y a favor de la inclusión de los discapacitados en el área metropolitana de Washington DC y en el resto de Estados Unidos es hablar de Fajardo, directora para las familias multiculturales del ENDependence Center of Northern Virginia, una organización patrocinada por el Gobierno Federal. Esta abogada colombiana llegó a Estados Unidos hace unos 30 años y desde entonces se sumó a la cruzada en favor de las personas que, sea por tener síndrome de Down, autismo, parálisis, ser no videntes, sordos y más, no tienen por qué vivir al margen del resto de la sociedad.

“En los últimos 25 años, las familias latinas han avanzado en entender que hay que luchar y abogar por sus hijos con discapacidades. No estamos a nivel de los blancos, porque no dominamos el idioma ni el sistema, pero sí hay una generación de mamás hispanas que nacieron aquí, manejan el lenguaje, terminaron la secundaria y saben cómo buscar ayuda en el sistema público”, dice Fajardo.

Más de 6.1 millones de hispanos -un 10% de la población latina- tiene algún nivel de discapacidad. Así lo señala la colección de estadísticas de 2023 del Instituto de Discapacidades de la Universidad de New Hampshire.

La empatía de Fajardo con el mundo de las discapacidades viene de lejos. Creció en su país mirando a familiares atrapados en la telaraña de enfermedades que antes se creía era mejor esconderlos. Margarita, su hija, nació con dificultades para el aprendizaje y para esta mujer con vocación de servicio ya no hubo escapatoria: unirse al ejército de defensores de las personas con discapacidades era su destino.

Llegó a su vida Judith Heumann, la figura más representativa de la Ley de los Americanos con Discapacidades (ADA por sus siglas en inglés). Ese es uno de los pilares en los que descansa el acceso a los espacios públicos y a la educación para las personas con discapacidades.

Hablar de ADA para Fajardo es como abrir una represa de experiencias de primera mano. “Soy experta y pionera en el tema, he trabajado con el Gobierno Federal en la puesta en marcha de esta ley. Así hemos impactado favorablemente a los niños hispanos, aún queda mucho por hacer para que las familias comprendan que cuando tienen un hijo con discapacidades no es el fin del mundo. Hay un sistema que puede ser el gran aliado para tener una vida digna como adultos”, explica Fajardo.

La ley no tiene estatus inmigratorio

El ENDependence Center of Northern Virginia tiene por misión promover el bienestar de los niños y apoyar la transición para que después de la escuela se integren a la vida laboral, con suficientes destrezas.

Los niños inmigrantes indocumentados con discapacidades también tienen derecho a estos beneficios, porque como asegura Fajardo “la ley de educación especial no necesita de estatus para otorgar los servicios, como terapias o entrenamiento laboral en las escuelas públicas”. El problema aparece cuando se gradúan, sin un número de seguro social no son elegibles para trabajar.

Esta organización sin fines de lucro creó el proyecto Self Advocacy. Consiste en hacer que las personas con discapacidades se conviertan en mentores de otros como ellos para juntos lograr un desarrollo personal, académico o vocacional. Una de esas mentoras es su hija.

“Hay que tener -explica Fajardo- un sentido profundo de empatía porque es fácil admirar a las personas exitosas. En la escuela yo no daba pie con bola con los números y por eso me hacían bullying. Lo que no reconocían es que a los cuatro años ya sabía leer y me gradué de abogada a los 23. Con los años aprendí que el mayor éxito es ayudar a quienes más necesitan”.

Los 10 centavos de desventaja

No nacen más niños latinos con discapacidades, en comparación con otras minorías, la gran diferencia está en los factores socioculturales y socioeconómicos. “Eso de ‘pobrecito no puede hacer nada’ lo traemos de nuestros países. Allá no existe un sistema comprensivo que garantice el derecho a la inclusión”, dice Fajardo

Aquí, si nace un niño con autismo de padres anglosajones mejor educados y más conocedores del sistema, ellos demandarán que, si una escuela pública no tiene servicios para su hijo, lo transfieran a una privada y que el gobierno asuma el costo.

Rosalía Fajardo
Rosalía Fajardo fue directora del Multicultural Family and Education Center, orientado a facilitar el acceso a la educación de los niños latinos con discapacidades. Por cortesía.

Eso es así asegura Fajardo y agrega: “no todo es el paraíso, hay que pelear, pero los padres tienen derecho a pedir y a participar en el plan de educación de sus hijos”.

En contrapartida, muchos progenitores latinos no tienen papeles, tienen más hijos, tienen dos trabajos y si en casa hay un niño con discapacidades a veces se van definitivamente.

“Las madres se quedan solas, sin hablar inglés, trabajando por muy poco y cuando las llaman a la escuela a duras penas pueden llegar. Esa es la gran diferencia”, comenta Fajardo.

Sin embargo, hay una buena noticia: su trabajo ha inspirado a otras mujeres. Ahora hay distintas organizaciones formales e informales de madres hispanas que se ayudan y abogan por los derechos de sus niños.

El sistema está allí, pero hay que batallar porque la educación especial es costosa. “Estamos avanzando, lo que pasa es que nosotros tenemos los 10 centavos de desventaja, puesto que una cosa es haber nacido aquí y otra es ser indocumentado”, dice esta líder hispana.

“Mi premio es la gente a la que sirvo”

Por más de 10 años, Fajardo fue la directora del Multicultural Family and Education Center. Hizo del acceso a la educación especial de los niños latinos su razón de ser, pero no era suficiente. El siguiente paso fue crear un plan de emprendimiento para madres de familia con hijos especiales. Más de mil mujeres hispanas se han graduado y han levantado sus pequeños negocios. Aún sigue involucrada en esa iniciativa.

Su enfoque y su compromiso con las discapacidades la han llevado varias veces a la Casa Blanca de Barack Obama y Joe Biden. Estuvo en asiento reservado cuando vino el Papa y cuando se lanzaron las monedas con rostro de mujeres como Celia Cruz. Cada año envía a 17 familias latinas con hijos discapacitados a que hagan el tour por los jardines de la Casa Blanca.

Atesora muchos reconocimientos por su labor. “Mi vida se resume en ser mujer, madre, inmigrante y en servir a mi comunidad. No compro premios, ellos me llegan. El más grande es el agradecimiento que recibo de gente a la que sirvo”, dice quien mientras se recuperaba de una cirugía que demoró nueve horas, espiritualmente le hablaba a su madre: “dame fuerzas, no soy tan mal bichito, hay mucha gente que aún me necesita”.

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