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Guillermo Canales, el único oficial en la Unidad de Enlace Latino de la Policía Metropolitana de DC

El oficial Canales asegura que los inmigrantes, víctimas de violencia, reciben hasta $25 mil para cubrir los gastos médicos

Guillermo Canales
Imagen por cortesía.

“Ser oficial de policía es un trabajo peligroso en este tiempo”, dice Guillermo Canales, quien por ahora es el único que integra la Unidad de Enlace Latino del Departamento de Policía Metropolitana de Washington DC. “Es doblar los turnos sin descanso, trabajar solo en un área que abarca varias cuadras y sentirse incomprendido por una parte de la población “que no nos quiere”.

Estas son solo algunas de sus preocupaciones que describen un escenario donde chocan dos polos opuestos: una aguda carencia oficiales y el aumento acelerado de la inseguridad y violencia en DC y en el resto del país.

Aun así, este oficial desborda energía, optimismo y añoranza de aquellos años - entre 2011 y 2012 - cuando se sumó a las fuerzas de la ley. En corredor de las calles H y U, los uniformados se sentían cubiertos las espaldas con carros, motos policiales y agentes a pie. “En un corto recorrido había hasta cinco resguardando las calles y comercios. Ahora la carencia es tan alarmante que un solo oficial tiene a cargo una amplia sección en la noche y eso no es seguro ni pera la comunidad ni para nosotros”, dijo.

En las calles, los robos de autos y de otras propiedades tienen a la policía abrumada con llamadas y denuncias. Puertas adentro, la violencia doméstica “está en el top de los cinco desde la pandemia”, asegura. Canales es uno de los 320 o 350 uniformados latinos que trabajan el del Departamento de Policía de DC.

La Unidad de Enlace Latino de la Policía nació en 2000, nueve años después de los disturbios de Mount Pleasant. La misión fue construir un puente entre las fuerzas de seguridad y la comunidad hispana, ir a las escuelas o visitar los barrios.

Parte del trabajo de la Unidad es asistir a las víctimas que hablan español. “Por ejemplo, hace poco una persona fue golpeada y está en riesgo de perder su ojo. Mi trabajo es hacer un seguimiento, asegurarme de que se cubran los gastos médicos, trámites en la corte y que tenga soporte psicológico”, contó Canales.

Enlace latino policía metropolitana de DC
Foto por cortesía.

Los recelos a la Policía traen graves consecuencias, el siguiente caso lo demuestra. Hace pocas semanas un inmigrante venezolano recibió seis puñaladas. No dio a los oficiales su nombre ni su número de teléfono correctos. Canales los buscó varios días sin éxito. De haberlo encontrado le habría informado que el Gobierno de DC cubre hasta con $25 mil los gastos hospitalarios. Al ser indocumentado, el detective a cargo del caso podría haber ayudado a la víctima a llenar la aplicación para solicitar la visa U. Este oficial hace un encarecido pedido a los latinos: “No nos tengan miedo. La Policía trabaja para ustedes, no para inmigración; colaborar con la Policía es ser buen ciudadano”.

Canales llegó a Estados Unidos a los 14 años. Decidió hacerse policía al ver que, en El Salvador, a su madre le arrancaron una cadena del cuello y su padre salir corriendo atrás del ladrón. Al pequeño le pareció un acto heroico, como en las películas. “La realidad no es como en el cine, uno sueña con cambiar la sociedad y la realidad es que el crimen nunca descansa y la Policía tampoco”.

En su trabajo ha sido golpeado por una turba de niños y adolescentes cuando acudió a auxiliar a una niña de 12 años. Canales terminó en el hospital con una vértebra fracturada y contusiones en la cabeza. Otra vez se destrozó las manos por la desesperación de sacar a un herido que dejó un choque. “Ese es nuestro trabajo y con un gracias nos quedamos satisfechos”.

¿Qué esperar para 2024?

DC tiene en nómina 3 mil 500 policías, según el informe de abril. “No todos trabajan al mismo tiempo. Unos están de vacaciones, de días libres o con permiso por enfermedad. Esa es una de las razones por las que mi unidad no tiene más oficiales, los necesita a todos en las calles”, dijo este funcionario que estudió justicia criminal.

Guillermo Canales
Foto por cortesía.

Los delitos no solo están en las calles. En las viviendas, los edificios, restaurantes, bares, comercios, también hay peligros. Por ley en los casos de violencia doméstica tienen que ir dos oficiales. “Esos conflictos suelen cambiar de cero a 200 millas en segundos. Tenemos que entrar, mirar, interrogar y si hay alguien a quien arrestar lo hacemos, aunque la persona que llamó se arrepienta”, aseguró.

Canales estima que en 2024 será peor. Esta apreciación la respalda con las cifras de la Academia de Policía.

Son 12 clases anuales, hasta hace algunos años 40 o 50 oficiales se graduaban por mes. En julio pasado solo se titularon 10 y los meses anteriores tampoco fueron prometedores, a estos números hay que sumar los retiros que podrían ser entre 200 y 300.

Otro factor a tomar en cuenta en DC es que solo el 10% de oficiales vive en la ciudad. “Los salarios no alcanzan para cubrir el alto costo de la vida”, afirmó Canales. Según él, es muy común escuchar “¿qué puede compensarme la pérdida de la calidad de vida, la falta de tiempo para la familia y el alto nivel de estrés? Para atraer a nuevos oficiales hay un bono de $25 mil, pero algo tendrán que hacer para detener a los que ya están”.

Entrenamiento contra los abusos

El efecto George Floyd en DC significó para la policía hacer rigurosos ajustes en el programa de entrenamiento para arrestos. Ahora no se puede tocar el cuello a nadie. Si alguien está tirado en la calle, el oficial debe grabar en la cámara anunciando que va a tocar la nuca para saber si esa persona está viva.

“La muerte deplorable de Floyd nos hizo mucho daño. Ojalá se pudiera retroceder en el tiempo, porque fue horrible. Inmediatamente empezamos a tomar medidas para que esto nunca nos pase a nosotros”, puntualizó Canales.

En aquellos momentos, el respaldo de la comunidad a la Policía bajó a mínimos, pero Canales dijo que, en DC ante la inseguridad, “la gente está cansada y está volviendo a confiar y a apoyarnos”.

Una acción desesperada para reducir la violencia en DC es que, a partir del 1 de septiembre, los menores de 17 años no pueden estar en las calles entre las 11 pm y las 6 am. Quienes incumplan esta orden serán llevados por la Policía a los servicios de rehabilitación de jóvenes para que sus padres vayan en su búsqueda.

“La adolescencia es una edad difícil, pero los jóvenes tienen que ser más responsables de sus actos y entender que actuar mal trae consecuencias”, dijo Canales. Para este oficial, el toque de queda quizá ayude. “La gente puede llamarnos anónimamente y denunciar si hay un grupo de chicos en la calle”.

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