El calentamiento global está reposicionado las piezas del tablero legal, político, económico y hasta creando nuevos conceptos, como justicia ambiental. En esto los latinos tienen mucho que perder, ganar y exigir.
Entre las nuevas directrices que los más de 150 mil miembros de CASA, en todo el país, desde hace unos cinco años vienen recomendando es que el cambio climático, sus efectos y las soluciones sean una prioridad de la agenda de aquí en adelante. Este es el origen de programas como Becarios de Justicia Climática.
Para entender las consecuencias y reclamar los recursos que se están destinando a fin de revertir los efectos se necesita de un proceso de educación. De este programa de entrenamiento está a cargo Gabriela Roque.
Ella explica que entre más conocen las causas, entienden la magnitud del problema y aprenden a conectar estas con su realidad. Se espera que sean más participativos en las soluciones y se conviertan en activistas contra este fenómeno global, que afecta a todos, más a las comunidades vulnerables. El año pasado se graduaron 15 y en la clase de este año hay 25 más, la mayoría son latinos, hay algunos afroamericanos, del sureste asiático y uno de Egipto.
“Algunos cuando ya están aquí se dan cuenta de que son refugiados climáticos y entienden el por qué del impacto económico y social que sufrieron allá y que aquí no termina. Llegan a vivir cerca de los parques industriales, vertederos de basura o junto a las autopistas que expulsan muchos gases contaminantes y ruido. Sus hijos sufren asma y pagan electricidad, calefacción y gasolina muy caras y no conectan que esto tiene que ver con el cambio climático que les afecta directamente a sus vidas”, dijo Roque.

El objetivo es que este entrenamiento virtual de seis meses sirva para crear confianza de que las comunidades tienen poder y pueden abogar por un cambio y protecciones, más cuando sus trabajadores están expuestos a las olas de calor.
Este es el segundo año de instrucción de becarios, los escogidos son los líderes de los más de 60 comités locales y nacionales de CASA.
Uno de ellos es Manrique Ramos, quien trabaja cortando césped, adecentando jardines, podando árboles y construyendo muros.
Ramos es hondureño, junto a su mujer, escapó de la pobreza y de encadenados desastres naturales en 2009. Así que sabe muy bien lo que es ver que la tierra se torna árida por la falta de lluvias o se convierte en un fango tras fuertes inundaciones.
“Arreglar el cambio climático le conviene al mundo. Antes no caía en cuenta de que era un problema provocado. Me está sirviendo para entender los peligros de trabajar expuesto a las altas y bajas temperaturas y para abrirles la mente a mis compañeros sobre lo que podemos hacer”.
Reconoce que la compañía para la que trabaja sí les advierte sobre el riesgo de las altas temperaturas. “Lo que pasa es que cuando salimos temprano por el calor, el salario se afecta”. Una vez que complete el entrenamiento, que comenzó en julio, tiene el propósito de convertirse en efecto multiplicador. “Hay levantar la voz, por nuestros niños y jóvenes para que aprueben leyes a quienes no tenemos forma de recuperarnos de las consecuencias”, agregó.

Hay que proteger a los trabajadores
Pensando en obreros como Ramos, la delegada estatal Lorig Charkoudian, en 2020 patrocinó una ley para delinear un reglamento contra la insolación y proteger a quienes laboran a la intemperie.
Ella se lamenta que la anterior administración estatal no consideró la salud de los trabajadores al aire libre una urgencia e impulsó regulaciones obsoletas e irrelevantes. Sin embargo, está optimista de que el actual gobernador Wes Moore dará una solución.
“Lo malo es que hemos tenido un verano muy caliente y hemos perdido dos años y medio sin regulaciones que protejan a nuestros trabajadores. Estoy bregando con el Departamento de Trabajo y aspiro que antes del verano próximo entren en vigor medidas de protección más acordes”, dijo Charkoudian.
En la propuesta de Charkoudian están componentes como el de aclimatación, es decir, crear estándares que definan cuánto tiempo el cuerpo necesita para adaptarse a los golpes de calor. Se contemplan fuentes de acceso al agua en la sombra, el tiempo que un obrero requiere alejarse del calor en función tiempo que pasa expuesto al sol o los efectos de la humedad en el cuerpo; y, entrenamiento a los empleadores, supervisores y trabajadores. “Necesitamos saber cómo el cuerpo reacciona al estrés por calor y eso es preciso que la gente lo entienda”, argumentó.
Precisamos recopilar estadísticas sobre las enfermedades por insolación, porque puede pasar que si alguien se expone al calor extremo y al día siguiente muere de un infarto, esa muerte no se va a registrar como consecuencia del clima porque desconocemos las reacciones del cuerpo al calor”, puntualizó Charkoudian.

Con los ojos puestos en las leyes
El plan de justicia climática de CASA también busca incidir en las políticas ambientales. José Coronado es el responsable de llevar adelante las batallas legislativas en las que van a involucrarse.
“En Maryland es una prioridad la ley de equidad ambiental relacionada con los permisos de compañías altamente contaminantes, como la del concreto que están en los parques industriales de Riverdale o Bladensburg, donde vive nuestra comunidad. En esa área, además, hay congestionadas autopistas y la contaminación está concentrada”, puntualizó Coronado. Esa ley no logró llamar la atención en la legislatura de este año.
Coronado asegura que no están contra estos negocios, pero debe haber equidad y producir con nuevos estándares, “sobre todo porque ya hay producción de concreto limpio”. Maryland se propuso la meta de cero emisiones tóxicas para 2045. “Si siguen lanzándose toneladas de contaminantes, ese objetivo no se logrará”.
Una ley que sí pasó es la de camiones limpios. A partir de 2026, en Maryland los negocios comenzarán a comprar camionetas y camiones de trabajo eléctricos. “Eso va a tener un gran impacto para nuestra gente que vive junto a las carreteras. Mientras eso pasa seguimos empujando leyes para reemplazar las viejas estufas, hornos o aires acondicionados por unos que consumen energías renovables. Es una batalla cuesta arriba pero es necesaria”.
CASA, además, ultima los detalles de las cooperativas que se especializarán en la producción de paneles solares. “Nuestra comunidad puede producir su propia energía, ese es un movimiento que apoyamos y necesitamos redireccionar las habilidades de nuestros trabajadores hacia la producción de energía solar o eólica. Para eso existen los fondos creados por la Administración Biden y CASA quiere que esos recursos lleguen a los latinos”.
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