La idea de una justicia imparcial, donde todos son iguales ante la ley, es un ideal que ha persistido a lo largo de los años. Sin embargo, cuando examinamos el sistema judicial y sus resultados, observamos una tendencia perturbadora: la balanza, en muchos casos, parece inclinarse hacia el lado de aquellos con recursos y conexiones ¿Hay verdadera igualdad ante la ley?
Un claro ejemplo de esto es el caso de O.J. Simpson. Pese a estar rodeado de pruebas incriminatorias por un doble homicidio, el exjugador de fútbol americano fue absuelto. La habilidad de su "dream team" jurídico, compuesto por abogados de alto perfil, permitió presentar un caso de defensa impecable. ¿Habría sido el resultado el mismo si Simpson no hubiese contado con los recursos para financiar tal defensa?
El escándalo Watergate es otro ejemplo ilustrativo. A pesar de estar involucrados en espionaje y obstrucción de la justicia, el presidente Nixon y sus asociados lograron esquivar las consecuencias judiciales más severas. Nixon, enfrentando el juicio político y una posible condena, eligió renunciar. Sin embargo, lo más controvertido fue el posterior perdón presidencial que le eximió de cualquier responsabilidad penal.
Y es en este contexto que nos planteamos dos escenarios hipotéticos sobre Donald Trump:
Trump rico: Como millonario y ex presidente, esta versión de Trump está en la cima de las encuestas para un posible regreso a la Casa Blanca. Rodeado de los abogados más prominentes, tiene la capacidad de controlar la narrativa pública y de ejercer influencia en varios sectores.
Trump pobre: Aquí, un Trump sin recursos se encuentra en un escenario completamente diferente. Relegado en las encuestas y dependiendo de un defensor de oficio, su influencia mediática es prácticamente inexistente.
¿Qué consecuencias enfrenta cada versión? "Trump rico", con el apoyo de millones de simpatizantes, votantes y sus recursos, tiene una opinión pública empujando una defensa jurídica robusta, capaz de prolongar juicios y, posiblemente, alcanzar acuerdos ventajosos.
En contraste, "Trump pobre" enfrentaría un sistema judicial sin las ventajas de una defensa de alto calibre, y sin el respaldo popular, su posición sería vulnerable y con altas posibilidades de terminar en la cárcel.
Estas comparaciones nos recuerdan el análisis de Robert Kiyosaki en "Padre Rico, Padre Pobre". Mientras el padre rico ve oportunidades e invierte para multiplicar su riqueza, el padre pobre confía únicamente en el esfuerzo constante, a menudo sin obtener resultados significativos. En el ámbito judicial, quienes poseen recursos económicos y/o poder político consideran a estas dos variables no como otro lujo, sino como una necesidad.
Aunque anhelamos creer en un sistema imparcial, los hechos demuestran que la equidad en justicia sigue siendo una meta lejana.
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