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De Buenos Aires a Chicago: Paola Bordón, la tanguera argentina que contagia su pasión en EEUU

Es bailarina profesional de tango y vive en Estados Unidos desde hace 13 años

Paola Bordón
Paola Bordón es bailarina profesional de tango y vive hace 13 años en Estados Unidos.

Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas ni olvido”, cantaba Carlos Gardel -el mayor exponente en la historia del tango- por los años 30. Al igual que otros tangos de la época, es también un nostálgico poema de amor a la Ciudad de Buenos Aires.

En las callecitas de Chicago, Estados Unidos, se respira un aire similar: tiendas de empanadas, heladerías argentinas, supermercados con dulce de leche y restaurantes dedicados a lo mejor de la cocina del país sudamericano. Pero sobre todo, mucho tango.

Bailar es como llevar un pedacito de Argentina conmigo. Empiezo mi mañana con la 2x4 -una radio porteña que transmite tango todo el día- y un mate si puedo, sino cafecito y arranco el día. Pero siento que acá es Buenos Aires y allá afuera es Chicago”, expresa Paola Bordón, una bailarina profesional argentina.

Paola Bordón baila desde que tiene uso de razón, pero el tango es su mayor pasión. Credit: Paola Bordón

Experta en tango, ballet, danza clásica, contemporánea y folklore (otro género musical típico del país), el amor la trajo a Chicago hace 13 años y hoy dicta clases para todas las edades, niveles y nacionalidades. Entre sus alumnos hay argentinos, mexicanos, norteamericanos, africanos, ucranianos y asiáticos.

Sus clases no son iguales a otras. Selecciona minuciosamente a sus alumnos, porque quiere que sean personas que amen el tango o, por lo menos, estén interesadas en realmente aprender: “La gente que viene a tomar clases conmigo tiene que estar acá porque realmente ama o le gusta el tango y no porque no tiene nada qué hacer o está buscando pareja”, bromea.

Si bien siempre supo que quería ser bailarina profesional, ingresó al mundo del tango cuando a los 16 años surgió la oportunidad de audicionar para el ballet de la Universidad de Buenos Aires.

Paola Bordón aprendió a bailar con Mingo Pugliese, uno de los maestros tangueros más importantes de la historia. Credit: Paola Bordón

No sabía bailar ese género de danza, pero alguien le habló de un maestro que daba clases en San Telmo -un barrio histórico de la Ciudad de Buenos Aires- y comenzó a tomar clases con él. En el momento no tomó magnitud, pero se trataba de Mingo Pugliese, uno de los maestros tangueros más respetados en la historia de la Argentina.

En un mes, tomando clases todos los días, se puso a tono con la danza y fue elegida por la organización -entre otras 100 bailarinas- para realizar una gira en Europa a festivales internacionales: “La verdad es que Mingo me dio la base del tango, me dio la historia del tango, me hablaba de las orquestas, iba a la casa a tomar las clases privadas, me daba unos mates, me charlaba. Fue un gran maestro”.

Su recorrido la llevó a dedicarse completamente al tango. Daba clases, trabajaba para el Teatro Colón (una de las salas de ópera más importantes del mundo, ubicada en la capital de Argentina) y viajaba por Europa, Rusia y Estados Unidos haciendo shows.

Actualmente, como profesora de tango, la argentina selecciona minuciosamente a sus alumnos. Credit: Paola Bordón

La posibilidad de vivir en los EE.UU surgió cuando se enamoró de un hombre turco y comenzó a viajar a Norteamérica para visitarlo y dar clases de tango. Al tiempo se casaron y emigró.

De ese momento, reflexiona: “Cuando sos visitante te adoran. Sos como ‘wow’, porque sos cara nueva. En cambio cuando te mudás sos competencia, no es esa bienvenida, de ‘ay, que felicidad’. No, es ‘vas a ser mi competencia’ y la competencia acá es un poco heavy metal. Es ‘cut throat’, te cortan la garganta y vale todo”.

En cuanto a la comunidad “tanguera” en Chicago, explica que es muy diversa: argentinos, estadounidenses e incluso rusos. Entre los mismos profesores están aquellos que estudiaron años -como ella-, los que tomaron “tres clases” y se lanzaron a enseñar, y los que aprendieron con tutoriales de YouTube.

“Hay caras nuevas, hay gente nueva, cada maestro tiene su estilo y cada persona da lo que lo que tiene. En mi caso, yo pienso que trato siempre de sacar el ego del medio y dar lo mejor que puedo en una clase porque mi mejor éxito es ver a mi alumno bailando bien en la milonga. O sea, si lo veo bailando bien en la milonga ya está, me siento completa”, agrega.

—-¿Se baila distinto en Chicago que en Buenos Aires?

—Sí, y no. Se baila distinto. Yo pienso que en Buenos Aires hay todo una cosa de, ya de por sí estar en la milonga Buenos Aires te hace actuar distinto. Se baila distinto, al punto donde la  gente o la mayoría de ellos no entiende la letra, solo baila la música, pero esto también los conecta con la danza.

—¿Aprenden tus alumnos de la cultura argentina?

—Sí, cada tanto en la clase, como soy bilingüe, tiro palabras en español. Todos en algún momento van a terminar hablando español porque yo me pongo a hablar. Por ejemplo, hay palabras que están en español, entonces yo les explico, qué “barrida” es barrer y barrer es limpiar el piso, swipe the floor, o que giro es turn. Es interesante poder transmitir nuestra cultura, nuestro idioma, nuestras experiencias, nuestro todo, Estoy súper súper orgullosa de ser argentina. Amo mi país y amo todo este y creo que creo que acá me hice más argentina.

¿Cómo te conectas con tus raíces estando en Estados Unidos?

—En mi casa hay mate, hay tango, hay folklore, hay bailes, hay empanadas.

—¿Cómo fue estudiar con uno de los maestros de tango más importantes del país?

—Mingo era el maestro de maestros. Yo no tenía noción de que el tipo (“hombre”), había creado su propio método, que tenía una forma de enseñanza que era única, pero para mí era el mejor, obviamente. Su enseñanza era bastante tradicional comparado a cómo se enseña el tango ahora. Estaba el rol del hombre y el rol de la mujer, que no era tan activo como ahora. No había mucha explicación técnica, pero sí hablaba mucho de música.

—¿Qué es el tango para ti?

—Me emociono… El tango es todo: un mate con mi vieja (un modismo para decir “madre”, muy utilizado en Argentina), es algo que hacía mi papá los domingos, yo preparándome para ir a una clase, yo yendo a una audición o bailando folklore en el Folclórico Nacional, es una charla con un amigo, es todo. Es quien soy y es lo que me hace seguir viviendo.

—¿Extrañas Argentina?

—Sí y no. El otro día con un amigo hablamos de esto y los dos llegamos a esta conclusión: se extraña cuando te detenés a pensar en algo específico de Argentina, pero si estás en el plan del día a día no. Acá es un poco así, hay que hacer esto y después hay que hacer lo otro y después esta actividad y después la otra. Es esta cosa que es muy argentina de “tengo dos horas libres, paso por tu casa y tomamos unos mates”. Entonces sí, en esos momentos extraño Argentina, obviamente. Mi goal es poder viajar una vez por año para seguir en contacto con esa parte mía que está ahí todavía.

—¿Qué te gustaría decirle a los que lean esta nota?

—Es muy importante, a pesar del trabajo y las exigencias, encontrar una actividad que te haga conectarte con uno mismo, así sea bailando tango, así sea pintando un cuadro, así sea yendo a dar una vuelta caminando. La danza igual siempre te va a llevar a un lugar lindo, no importa lo que bailes, siempre te va a llevar a un lugar donde tenés que estar sí o sí conectada con tu cuerpo.

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