El oeste de Afganistán se vio sacudido el miércoles por la mañana por un segundo terremoto, de 6,3 grados en la escala de Richter.
Este seísmo secunda a otro de la misma intensidad que causó la muerte de más de 2.000 personas, lo que lo convierte en uno de los terremotos más destructivos de la historia afgana contemporánea.
El epicentro del terremoto se situó a unas 17 millas de Herat, la capital provincial del mismo nombre. El Servicio Geológico de Estados Unidos reveló que se situó a 10 kilómetros bajo la superficie y provocó un corrimiento de tierras que bloqueó la autopista Herat-Torghondi, según declaró el portavoz del Ministerio de Información, Abdul Wahid Rayan.
El terremoto causó al menos una víctima mortal y unos 120 heridos, según informó Janan Sayiq, portavoz de la autoridad nacional de catástrofes del gobierno talibán afgano.
Médicos Sin Fronteras confirmó que el Hospital Regional de Herat recibió a 117 de los heridos y está ampliando sus instalaciones médicas con tiendas de campaña para atender la afluencia de casos de urgencia y de pacientes estabilizados.
Además, el terremoto demolió las 700 casas de la aldea de Chahak, que no había sido afectada por actividades sísmicas anteriores.
Los saldos del segundo terremoto en Afganistán
Los aldeanos se habían refugiado en tiendas de campaña debido a los persistentes desastres, lo que les había evitado víctimas mortales pero infundido un miedo incesante a que el suelo "les engullera en cualquier momento".
El terremoto inicial, ocurrido el sábado, dejó tras de sí un paisaje desolador de escombros y fosas comunes.
Zabihullah Mujahid, principal portavoz del gobierno talibán, destacó en un comunicado la ayuda enviada desde varias naciones. Irán, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Turkmenistán, Kazajstán, Arabia Saudí y China han ofrecido apoyo en forma de vehículos, equipos médicos, alimentos, ropa y contribuciones financieras.
Sin embargo, la ayuda prometida por Pakistán se ha visto obstaculizada por los retrasos en la entrega. El miércoles por la mañana, los suministros comprometidos seguían en el país, a la espera de la aprobación de los talibanes, según funcionarios anónimos del gobierno de Islamabad.
Esto ha exacerbado las ya tensas relaciones entre ambas naciones, especialmente tras el reciente ultimátum de Pakistán a los inmigrantes indocumentados, entre los que se encuentran 1,7 millones de afganos, para que se marchen antes del 31 de octubre o se enfrenten a la deportación.
Además, el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, advirtió de que los niños son especialmente susceptibles y han sufrido graves traumas psicológicos debido a los terremotos. La ONU reseñó niveles extremos de destrucción, especialmente en los distritos de Zinda Jan e Injil.