Eran tiempos de la revolución cubana y la dictadura de Fidel Castro reinaba en la isla. Para ese entonces los padres de Isabel González Whitaker emigraron hacia Estados Unidos, luego de los ataque que sufrió su familia por parte del régimen.
“Muchos cubanos que vinieron en ese momento, no pensaban que se quedarían en los Estados Unidos para siempre, pero las cosas no cambiaron en Cuba. Tuvieron que empezar de nuevo. Mi madre no hablaba inglés. Llegó primero con mi hermano y mi hermana, que eran muy pequeños. Tuvo que crearse una nueva vida”, relata González, quien es hoy día vicepresidenta asociada de Moms Clean Air Force, y la directora de Eco Madres, una red nacional en crecimiento parte de la primera organización, que ayuda a los latinos a luchar por aire limpio, soluciones equitativas al cambio climático y protección contra productos químicos tóxicos.
La activista reconoce, por su experiencia familiar, lo duro y hasta traumático que puede ser para el migrante que huye de situaciones extremas como el caso de la dictadura cubana, adaptarse a un nuevo país y los retador que es seguir adelante. Sin embargo, al hablar de su madre se llena de orgullo, pues se refleja en ella, inspiración de su lucha.
Una huella materna que impulsó su activismo
“Siempre he admirado a mi madre, que no recibió una educación formal y quien se convirtió en una defensora de los latinos en el sur, donde finalmente nos establecimos en un momento en que la gente estaba dando voz a esa comunidad. Ella falleció en 2008 creando un impacto en Georgia y en todo el sureste, sin incluir Florida”, cuenta sobre Sara, su progenitora.
Su mamá brindó apoyo a empresas y emprendedores inmigrantes latinos, luego de un intento fallido que sirvió de impulso. Junto a su padre, abrieron un pequeño restaurante llamado “Sarita”, dedicado a la gastronomía cubana en Atlanta en los años ochenta, dice Isabel que uno de los primeros, pero pensaron que “solo porque sirvieran buena comida, el negocio sería un éxito”. No fue así, pues cometieron muchos errores y se aprovecharon de ellos.
Sin embargo, fue gracias a ese fracaso, que se llevó sus sueños y el dinero que tenían para ese entonces, que se motivó a abogar por los latinos que como ellos querían lograr el sueño americano y contribuir al país, pero se encontraban con barreras. Hizo entonces, una carrera de unas dos décadas en una organización de servicios sociales llamada Latin American Association. Así encontró su vocación, asegura su hija.
Luego del fallecimiento de su madre, Isabel pensó en una forma de mantener su legado vivo. “Vivíamos cerca de un parque que no era muy bonito. Estaba disponible para cambiarle el nombre y pensé: ‘voy a cambiarle el nombre y convertirlo en un hermoso parque para honrar la vida de mi madre y a hacer que vivan sus valores: dignidad, seguridad, familia, comunidad, mientras celebramos y honramos nuestra herencia. Así que lo hice”, cuenta.

Nació en 2018 el Sara J. González Memorial Park, el primero en recibir el nombre de una persona latina en Georgia, justo al frente de donde estuvo aquel pequeño restaurante, “Sarita”.
La creación de este homenaje para su madre le enseñó a la activista a recaudar dinero y el trabajo detrás de la lucha por nuestra comunidad. Esa fuente de inspiración la llevó al activismo e involucrarse con organizaciones sin fines de lucro, aunque antes se dedicaba al periodismo, su oficio de carrera, gracias al cual llegó a ser editora de la prestigiosa revista InStyle, desde donde mostró sensibilidad por el tema ambiental al cubrir la moda desde la sostenibilidad.
El camino hacia la lucha ambiental
Dentro de su trayectoria en las organizaciones se destacan St. Jude Children's Research Hospital y All In Together, pero cuando le ofrecieron unirse al equipo de Moms Clean Air Force y Eco Madres sintió un llamado cumbre. Era “la culminación del trabajo de toda mi vida”, por la ayuda que podía brindar desde allí. “Estoy conectada con las bellezas, las maravillas y la importancia de un medio ambiente y un mundo natural saludables, que es lo que intento hacer con el parque de Atlanta y estoy muy vinculada a la comunidad latina”.
Esta luchadora reconoce que nunca se propuso, desde el principio, trabajar en torno al tema ambiental, pero le resulta curioso, que gracias al empoderamiento que quiso sembrar su madre en ella, en su adolescencia uno de sus primeros actos vinculados al activismo se relacionó con una protesta frente a restaurante de comida rápida que usaba plástico y poliestireno. Así que el ciclo de la vida la regresó a una lucha que tiene en la actualidad un alta incidencia en las poblaciones más vulnerables, como la hispana.
Impacto en la población latina
La incidencia del cambio climático afecta a la población latina, pues según González, es la que está en primera línea. El impacto es desproporcional - reconoce la activista -, pues “3.5 millones vivimos a menos de una milla de una instalación tóxica de gas o petróleo”, afirma.
Además de eso, agrega otros datos claves: “los niños latinos tienen un 40% más de probabilidades de morir de un ataque de asma que los no latinos. 44 millones de latinos, y eso es casi el 70% de nosotros, vivimos en áreas del país que no cumplen con los estándares federales de calidad del aire”
Esto se traduce en problemas de salud crónicos como cáncer y diabetes, así como otras afecciones de salud, que tienen una relación directa con la contaminación del aire.
“Estamos en primera línea y pienso en el calor extremo este verano, que dicho sea de paso, se debe totalmente a las emisiones de metano que están calentando nuestro planeta”, asevera, no sin dejar por fuera a los trabajadores agrícolas y al aire libre, que en casos, se han visto desplazados, al tener que dejar las tierras por los estragos climáticos.
Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), más de un 43% de hispanos vive en áreas de temperaturas extremas, contaminación, sequías e inundaciones. Definitivamente los hispanos sufren más el impacto del cambio climático.
Abogar para crear cambios
En tal sentido, Isabel trabaja duro con EcoMadres en diversos estados para identificar problemas de contaminación importantes y unir esfuerzos para ayudar a estas comunidades vulnerables.
“Todos formamos parte Moms Clean Air Force. Estamos en Colorado, Nuevo México, Iowa, Nevada y nos presentamos en nuestras oficinas del Congreso, frente a nuestros responsables políticos, firmando peticiones porque funciona. Estamos haciendo participación cívica. Nos manifestamos, para protestar. Pero también estamos haciendo cosas como nuestro programa de música ecológica, con el cual queremos conectar con la comunidad a través de modalidades culturalmente confiables”, agrega, no sin dejar de recordar que el contacto con la comunidad en reuniones y ferias es fundamental. De hecho, próximamente tendrán una actividad en el parque de su mamá.
“Se trata de presentarse en la comunidad, hacerles saber que estamos ahí, escuchar cuáles son sus problemas y luego ayudar, abogar y hacer que sus voces lleguen a los niveles más altos de los responsables de la toma de decisiones, ya sea a través de los medios de comunicación o del Capitolio”, concluye González.
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