El alto precio de las licencias de licor en Boston siempre ha sido una barrera para los dueños de restaurantes. Andrés Jaramillo, es un emprendedor colombiano que comenzó los trámites para obtener una licencia que le permita vender cerveza en “Perros Paisas”, su restaurant que sirve, desde marzo del 2021, hotdogs de tamaño gigante al puro estilo callejero de su natal Medellín, pero con la calidad y excelencia que los clientes merecen.
A los seis meses de haber iniciado el proceso renunció a su deseo de agrandar el restaurant e incrementar las ventas.
“Comencé a hacer los trámites para adquirir la licencia en la ciudad de Boston y bueno como todo es largo y agotador, resulta que yo paré a la mitad del camino porque es como si existiera un mercado negro de licencias, porque quien tiene una licencia ahorita y un restaurante que lo cerró, la vende al mejor postor por muchísimo dinero que uno como empresario pequeño no tiene esa capacidad de compra. Lo puse de lado porque se puede tardar años, entonces, uno desgastarse años y años por una licencia que quizás no va a llegar, más bien uno se concentra en su negocio principal”, expresó Jaramillo.
¿Andrés, cuál fue el punto exacto en el que dijiste hasta aquí llegué con la licencia de licor? “A mí me desanimó mucho el hecho que hubiese una lista de espera de 400 negocios, entonces dije si están por delante de mí tantos y yo apenas estoy iniciando el proceso, decidí que la mejor opción era retirarme, fue muy desalentador el hecho de pensar en cuántos años me tocaría esperar”. Andrés confiesa que años atrás le ofrecieron una licencia de licor por 300.000 dólares y obviamente no la pudo comprar.
“La gente dueña de una licencia de licor tiene el poder de decidir en cuánto te la vende por la escasez que existe y uno no tiene esa cantidad de dinero disponible porque hay que pagarla en su totalidad, valor que contrasta si uno la compra al estado, a través de la ciudad, uno gastaría no más de 5 mil dólares aproximadamente”, señaló Jaramillo.

En 2016, John Tyler, un empresario inglés obtuvo una licencia de licor conocida como Neighborhood Specific–non transferrable, que en su traducción al español se define como una Licencia de Licor No Transferible específica para un barrio determinado de Boston. El objetivo de este tipo de licencia es resolver el problema de la concentración de licencias de bebidas alcohólicas en determinadas zonas, según se lee en su definición.
Tyler evitó hablar del monto económico que tuvo que pagar para comprar la licencia, sin embargo, aseveró que no fue mucho dinero. “El costo más grande fue el tiempo que invertí en el proceso y el costo del abogado”.
Según el sistema regulado por las Autoridades de Licencias Locales, LLA, las nuevas licencias de bebidas alcohólicas se conceden gradualmente a lo largo de un periodo de cinco años y se asignan a determinados códigos postales de Boston. Cuando las licencias son “intransferibles” no pueden venderse, ni transferirse a otro lugar. El objetivo de este planteamiento es garantizar que los barrios tengan la oportunidad de desarrollarse a su propio ritmo y evitar conflictos por la distribución de las licencias.
Los códigos postales a los que se les otorga las licencias denominadas Neighborhood Specific–non transferrable son 02119, 02121, 02122, 02124, 02125, 02126, 02128, 02131, 02132 y 021361. Cada año, durante cinco años, se pondrán a disposición de cada código postal cinco nuevas licencias intransferibles. Tres de estas licencias se destinarán a la venta de bebidas alcohólicas, mientras que dos se destinarán a la venta de vino y licores.
La concesión de las licencias Neighborhood Specific–non transferrable pretende fomentar la inversión y el desarrollo en barrios que históricamente han tenido menos licencias de venta de bebidas alcohólicas disponibles.
“Al ofrecer oportunidades de crecimiento y atraer visitantes e inversiones, la ciudad espera revitalizar estos barrios y crear un destino más diverso y emocionante”, comentó el empresario y dueño de una licencia de licor no transferible, John Tyler.
Boston tiene un cupo de 1135 licencias de licor para locales como restaurantes, bares y tabernas, es decir donde una persona puede ir y consumir el licor. La licencia para licorería no tiene límite estatal, no así las de consumo de alcohol dentro del establecimiento.
La última vez que el gobierno estatal le otorgó licencias de licor a Boston fue en el 2018. En marzo del 2023, la Ciudad de Boston, a través del concejal del distrito 4, Brian Worrell, pidió para los próximos 5 años, 250 licencias adicionales, pero según información municipal el estado todavía no las aprueba, ni ha tomado alguna acción. “Realmente es un sistema complicado”, comentó el vocero, quien no quiso ser identificado para no entorpecer el proceso de las licencias

Pero, cuáles son los factores que determinan si una ciudad está abierta a cuotas de licencias de licor. Según declaraciones del concejal Brian Worrell el número de licencias de licor lo determinan los legisladores estatales basándose en los topes existentes que se crearon tiempo atrás.
“El sistema de licencias de licor es anticuado y ha sido controlado tanto a nivel estatal como a través del mercado privado. Se han hecho algunos progresos durante la última década, pero esos progresos no han frenado la demanda de licencias de licor y no han ayudado a las comunidades desatendidas”, aseveró.
Borrell dice estar “muy consciente” de los altos precios en que se está vendiendo, en el mercado libre, una licencia de licor, que va entre 500 mil y un millón de dólares.
“Es lo que llevó a mi petición de licencias de licor -Home Rule Petition-. Los 13 concejales y la alcaldesa Michel Wu la firmaron a principios de este año. Se añadiría licencias de licor no transferibles durante un período de 5 años a 10 códigos postales desatendidos. Si bien, este impulso sería genial para comer en nuestra ciudad, pero se trata de algo más que eso. Añadiría puestos de trabajo muy necesarios en estos barrios, mientras que también daría a los residentes y las comunidades más espacios interiores de reunión. Mi petición ayudaría a añadir más licencias a la ciudad durante un período de 5 años”, indicó, al tiempo de recordar que las licencias de alcohol se controlan a nivel estatal.
Pero justamente, la demanda de licencias de bebidas alcohólicas en Boston se ha disparado en los últimos años y su disponibilidad es restringida, debido también al aumento del ritmo de aperturas de nuevos restaurantes. John Tyler en sociedad con Andrés Jaramillo se encuentran entre el grupo de empresarios que han abierto nuevos locales en el 2023 en Boston. “El aumento de la demanda de licencias de licores ha incrementado el precio y ha hecho que sea muy difícil conseguirlas”, según el testimonio de Andrés Jaramillo, copropietario junto a John Tyler, del restaurant 154 Station que abrió sus puertas, -154 Maverick Street, East Boston-, el pasado 27 de septiembre y se especializa en hamburguesas gourmet y cocteles.
Si bien es cierto que vender licor es un negocio rentable, también no hay que dejar de lado la inmensa responsabilidad que tienen los dueños de bares y restaurantes al momento de saber cuál es el límite de compra que tiene cada cliente. “Todos nuestros empleados están capacitados en el manejo del licor y sabemos hasta dónde se le puede vender licor a una persona. Existe una fórmula que se calcula con la estatura y determina cuántos tragos se puede tomar”, puntualizó Jaramillo, quien aseveró que su restaurante-bar tiene cero tolerancias con los menores de edad, es decir a los jóvenes siempre se le pide una identificación oficial que demuestre la edad que tienen y su derecho o no, de ingerir alcohol.
Es válido recordar que una licencia de licor le otorga a una empresa el derecho legal de servir alcohol, así como la responsabilidad de servir y vender licor de acuerdo con las regulaciones locales.
Andrés Jaramillo confesó que se siente frustrado por el hecho de haber renunciado a continuar con los trámites para comprar una licencia de licor, aunque aseguró cumplía con todos los requisitos, y dijo contar con un excelente perfil empresarial, pero se quedó fuera por el exceso burocrático y por el mercado libre existente que vende las licencias a precios inalcanzables; sin embargo, se muestra empático hasta cierto punto con las autoridades, por el hecho, de limitar la concesión de licencias. “Vender licor es una responsabilidad inmensa y es allí donde le doy crédito al Estado por restringir las licencias porque estamos manejando la vida de las personas”.
Es decir, es un organismo regulador. El actual director ejecutivo de la ABCC es Ralph Sacramone, quien afirmó que la Ley General de Massachusetts, MGL, en el capítulo 138, sección 17, tiene una fórmula basada en el Censo Federal de Población de hace 10 años que determina “la cuota de todos los municipios de Massachusetts”.

La licencia de alcohol es el permiso que otorga el gobierno estatal para vender bebidas alcohólicas en las diferentes ciudades. Las leyes de las licencias de licor regulan cosas como los tipos de alcohol que se permite vender a una empresa, el costo, los envases en los que se puede servir y las horas en las que se permite la venta de alcohol. También pueden designar si se permiten descuentos en licores o si se pueden sacar de un restaurante botellas de vino sin terminar.
Según estipula la Ley General de Massachusetts, MGL, las licencias se transfieren rutinariamente entre empresas si no tienen restricciones, las cuales están sujetas a la aprobación de la Junta y la Comisión de Control de Bebidas Alcohólicas, o se devuelven a las ciudades, tras el cierre de una empresa si están restringidas.
Sacramone informó que el Municipio de Boston en 1980, a través de una votación de concejo, aceptó las actuales cuotas de licencias que posee. “Sólo 25 municipios optaron por quedar fuera de los límites de cuotas para licencias de consumo en establecimientos. Además, hay 7 municipios que nunca han aprobado la venta o el servicio de alcohol en su localidad.
Ante la afirmación de que hay una lista de espera de 400 personas para obtener una licencia de licor, Sacramone aseguró que la ABCC no tiene constancia de que exista.
“Además es la discreción de la ciudad de Boston si optan por solicitar o no, a los legisladores estatales obtener más licencias de alcohol, mediante la presentación de una petición de autonomía. La ciudad de Boston está exenta de la MGL, Capítulo 138, Sección 17, la cuota y todas sus licencias son aprobados por una legislación especial denominada “Home rule petition”, informó.
Según afirmó Ralph Sacramone, la Comisión de Control de Bebidas Alcohólicas tiene una hoja de cálculo de todas las transferencias de licencia de la ciudad de Boston a partir de 9/23/16 hasta 8/2/23 y el costo de transferencia más alto para una licencia de licor fue de 600 mil dólares.
Además, aseguró que un municipio puede presentar una petición para obtener licencias adicionales y que la Comisión de Control de Bebidas Alcohólicas es la autoridad reguladora del Capítulo 138: “The Liquor Control Act”, y no son quienes establecen el número de licencias que se permite emitir.
“Nosotros aprobamos a los solicitantes que piden las licencias disponibles”, dijo Ralph Sacramone al aseverar finalmente que, en todo Massachusetts, Boston es la ciudad que tiene el mayor número de licencias de consumo de alcohol.
Unidos en una sola fuerza por licencias de licor equitativas
El pasado 2 de octubre, el concejal Brian Worrell; la alcaldesa de Boston, Michelle Wu; el representante estatal, Christopher Worrell; la senadora estatal, Liz Miranda y más de una docena de otros funcionarios estatales y municipales testificaron, en el State House, a favor del proyecto de ley H.3741, que proporcionaría una distribución más equitativa de licencias de licor en toda la ciudad.
Los concejales Ruthzee Louijeune, Shannon Durkan, Erin Murphy, Michael Flaherty, Frank Baker y Julia Mejía también se presentaron ante el Comité Mixto de Protección al Consumidor y Licencias Profesionales, prestando su apoyo a la medida, que asignaría licencias de licor no transferibles durante un período de 5 años a 10 códigos postales desatendidos en Boston.
“Como promotor original de esta petición, puedo decir claramente que el proyecto de ley no debería afectar al valor actual de las licencias existentes, que en algunos casos cuestan más de 600.000 dólares”, declaró el concejal Brian Worrell (Distrito 4).
“Ese valor actual hace casi imposible que un empresario abra un nuevo restaurante en uno de estos barrios marginados. Y son estos barrios, a menudo desatendidos, los que necesitan un impulso económico gracias a los puestos de trabajo y otras oportunidades que pueden ofrecer los restaurantes prósperos”.