En un giro inesperado de los acontecimientos, el A23a, el iceberg más grande del mundo, ha emprendido un viaje histórico tras más de 30 años de inactividad. Este colosal iceberg, que ocupa una superficie tres veces mayor que la ciudad de Nueva York, se está desprendiendo de su hogar de toda la vida, la plataforma de hielo Filchner-Ronne, en la Antártida Occidental.
Anteriormente sirvió de base para una estación de investigación soviética, el A23a había permanecido inmóvil, con su base pegada al lecho marino del mar de Weddell, desde su formación en 1986. Sin embargo, recientes imágenes por satélite muestran al iceberg antártico de un billón de toneladas métricas navegando más allá del borde norte de la Península Antártica, impulsado por potentes vientos y corrientes.
El movimiento de un iceberg tan inmenso es un espectáculo poco común, destaca el glaciólogo Oliver Marsh, del British Antarctic Survey. La comunidad científica rastrea con impaciencia su ruta. A medida que el A23a gane velocidad, se espera que se una a la Corriente Circumpolar Antártica, que lo guiará hacia el Océano Antártico a través del conocido "callejón de los icebergs", una ruta recorrida por muchos icebergs.
Las razones de la repentina movilización del A23a siguen siendo un misterio. "Es probable que con el tiempo se haya adelgazado ligeramente y haya ganado ese poco de flotabilidad extra que le ha permitido elevarse del fondo oceánico y ser empujado por las corrientes marinas", sugiere Marsh. El hecho de que el A23a sea uno de los icebergs antárticos más antiguos del mundo añade intriga a su inesperado viaje.
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Sin embargo, este viaje podría plantear riesgos potenciales para la fauna local. Si el A23a toca tierra en la isla Georgia del Sur, podría interrumpir las rutas de alimentación de millones de focas, pingüinos y aves marinas que se reproducen en la isla. La misma preocupación surgió en 2020 cuando el enorme iceberg A68 se dirigió hacia Georgia del Sur, aunque se fragmentó en trozos más pequeños antes de llegar a la costa, un destino que podría aguardar también al A23a.
Marsh alerta de que la supervivencia de un iceberg antártico del tamaño del A23a en el Océano Austral, más cálido, podría tener amplias implicaciones. "Podría viajar más al norte, hacia Sudáfrica, donde puede perturbar la navegación", advierte. Mientras el A23a inicia su gélido viaje, el mundo se mantiene atento, a la espera de los resultados de este trascendental viaje.
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