En un acontecimiento imprevisto, el presidente suizo Alain Berset aterrizó en Ucrania el sábado por la mañana y realizó una conmovedora visita al lugar de una trágica masacre en el suburbio kievita de Butsha, perpetrada por las fuerzas rusas en la primavera de 2022.
Nada más al pisar el suelo ucraniano, el presidente Berset, que también es ministro suizo del Interior, se dirigió a la mayor fosa común del pueblo, situada a unos 25 kilómetros al noroeste de la capital, Kiev. Este lugar, donde los investigadores encontraron los restos de numerosos civiles tras el asalto, desató la indignación internacional.
Acompañado por el alcalde de Butsha, Rusland Kravchenko, y el fiscal general ucraniano, Andriy Kostin, Berset depositó una corona de flores en conmemoración de las víctimas de lo que se considera la masacre de civiles más espantosa de las primeras semanas de la invasión rusa.
A pesar de la catástrofe, el pueblo ha sido repoblado en gran medida, lo que demuestra la fortaleza del pueblo ucraniano. Rusia, por su parte, sigue negando su responsabilidad, alegando que la masacre se produjo después de que sus fuerzas se hubieran retirado.
Visita a un pasado catastrófico
El homenaje del presidente suizo Alain Berset fue más allá. También presentó sus respetos a las numerosas víctimas de la hambruna del Holodomor, un acontecimiento catastrófico que causó millones de muertos en la Ucrania soviética entre 1931 y 1933. Este año se cumple el 90 aniversario de la hambruna, declarada genocidio por el Parlamento de la UE en 2008.
En un gesto conmovedor, el presidente Berset encendió una vela en el monumento conmemorativo de Kiev, junto al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky y su esposa. Este acto solemne sirvió de crudo recordatorio de las atrocidades históricas sufridas por el pueblo ucraniano.
A lo largo de su visita, está previsto que Berset mantenga conversaciones exhaustivas con el presidente Zelensky, centradas en la exportación de cereales ucranianos a los países necesitados.
Aunque marcada por la tristeza, esta visita sirve de poderoso recordatorio de la importancia de reconocer las atrocidades del pasado, honrar a las víctimas y abogar por la justicia. Es un testimonio de la dedicación del Presidente suizo Alain Berset a cultivar unas relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo y las historias compartidas.
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