Jessica Vincent, se encontró con la aventura de compras de su vida. Adquirió un raro jarrón de Carlo Scarpa en su tienda local Goodwill, con un precio discreto de 3,99 dólares.
Poco sabía ella, que este jarrón hipnotizador, adornado con remolinos rojos y verde seafoam, pronto la catapultaría a un mundo de prosperidad financiera, generando más de 100.000 dólares.
Vincent, natural de Richmond, Virginia, relató su experiencia a USA TODAY, expresando su subestimación inicial del valor del jarrón. "Pensé que podría ser una pieza de entre 1.000 y 2.000 dólares. Sabía que era valiosa, pero no podía comprender que realmente fuera la obra maestra que es".
¿Dónde lo vendió?
Guiado por las ideas de un grupo de coleccionistas de Facebook, Vincent buscó la experiencia de varias casas de subastas.
Los especialistas de la casa de subastas Wright, en particular, se ofrecieron a evaluar el jarrón Carlo Scarpa en persona.
La excepcional artesanía del jarrón dejó asombrados a los expertos, y el descubrimiento de Vincent en una tienda de segunda mano se subastó posteriormente por la asombrosa cifra de 107.000 dólares.
Diseñador del jarrón
El diseñador del jarrón, el renombrado arquitecto italiano Carlo Scarpa, es aclamado por sus innovadoras técnicas de cristalería.
El alto valor del jarrón se debe al método único de Scarpa, que aplica el color como si fueran pinceladas durante el proceso de soplado del vidrio, creando así una superficie en el jarrón parecida a la pintura.
A pesar del innegable atractivo del jarrón, la necesidad de estabilidad financiera de Vincent pudo más que su deseo de conservar el costoso ornamento.
Ella describió la venta como una "entrada de dinero que cambió su vida". Para ella, la idea de mantener un objeto tan caro y valioso era desconcertante, dado el potencial de daños accidentales.
Vincent expresó su alivio ante las circunstancias actuales del jarrón: "Estoy contenta sabiendo que el jarrón está de vuelta donde realmente pertenece. Ahora forma parte de una colección segura y se reconoce su importancia".
El prístino e intacto jarrón de Carlo Scarpa es testimonio de su extraordinario viaje. Inicialmente propiedad de un acaudalado conocedor en la década de 1940, el jarrón viajó hasta Virginia, encontró su camino hasta Goodwill y ahora está en posesión de un coleccionista europeo de vidrio italiano.
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