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Ola de violencia aterroriza a México y los criminales asesinan con impunidad

Los últimos asesinatos han dejado a decenas de mexicanos muertos y a pocos responsables a pesar de que la inseguridad es la principal preocupación pública de cara a las elecciones presidenciales del próximo año

violencia México
Menos del 4% de las investigaciones criminales se resuelven en México. | Foto: (Daniel Berehulak/The New York Times).

Los últimos asesinatos han dejado a decenas de mexicanos muertos y a pocos responsables a pesar de que la inseguridad es la principal preocupación pública de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.

Cinco estudiantes de medicina encontrados muertos dentro de un vehículo, sus cuerpos mostrando señales de tortura.

Cuatro transeúntes asesinados a tiros por hombres armados que dispararon a una peluquería.

Once jóvenes acribillados por criminales que tirotearon una fiesta navideña.

Los recientes ataques, todos en el último mes, son los más recientes de una serie de matanzas en México que han vuelto a llamar la atención sobre la lucha del gobierno por controlar la violencia que azota el país.

"Dondequiera que mires, hay un sobrino, un hermano, un amigo muerto", dijo Angélica Zamudio Almanza, cuyo sobrino fue asesinado en el tiroteo en la fiesta navideña el domingo en Guanajuato, uno de los estados más violentos de México.

Ella se encontraba, dijo, "entre el miedo, la impotencia, la rabia".

En la previa a unas elecciones presidenciales cruciales en México el próximo verano, la violencia se ha convertido quizás en el tema político más importante de la nación, donde las encuestas muestran que la inseguridad es la principal preocupación de la población y el partido gobernante enfrenta presiones para mostrar avances en su lucha contra cárteles de drogas cada vez más poderosos.

Las investigaciones preliminares ofrecen pocas pistas sobre si alguna nueva dinámica en el submundo criminal está detrás de la reciente ola de matanzas.

Lo que está claro, según analistas, es que todas están impulsadas por una constante que ningún líder mexicano ha tocado: casi total impunidad para los criminales.

Menos del 4% de las investigaciones criminales se resuelven en México, muestran estudios, y alrededor del 92% de los delitos no se denunciaron en 2022.

"Los criminales son más audaces, porque saben que prácticamente no hay posibilidad de enfrentar castigo alguno", dijo Eduardo Guerrero, un consultor de seguridad con sede en la Ciudad de México. "Saben que pueden hacer lo que quieran, ese es el denominador común".

El resentimiento de los mexicanos hacia sus señores del crimen ha alcanzado un punto de ebullición en algunas partes del país.

Este mes, agricultores en el centro de México desataron su furia contra miembros de pandillas que intentaban extorsionarlos, usando machetes y rifles para perseguir y matar a 10 presuntos miembros de una célula local del cartel Familia Michoacana, según dijeron las autoridades.

Algunos en las redes sociales celebraron el incidente, que fue parcialmente capturado en video, como un triunfo de ciudadanos comunes sobre sus verdugos ante un gobierno ausente.

Pero la revuelta tuvo un costo.

Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador envió cientos de soldados a la zona, la búsqueda de venganza del cártel ha llevado a más de 100 familias a huir de sus hogares por miedo, según informes de medios de noticias locales.

López Obrador asumió el cargo en 2018 prometiendo reevaluar el enfoque del país hacia el crimen, con énfasis en abordar la pobreza que lleva a los jóvenes a unirse a pandillas en vez de enfrentar agresivamente a los cárteles en las calles.

La estrategia, que López Obrador llamó "abrazos, no balazos", ha tenido cierto éxito, según dicen los analistas.

En los últimos cinco años, los homicidios han disminuido modestamente y las encuestas muestran que las personas en las ciudades se sienten más seguras que bajo el presidente anterior.

"Nos dejaron con homicidios altos", dijo López Obrador este mes, refiriéndose a sus predecesores. "Pero los redujimos y seguirán disminuyendo".

Sin embargo, los informes de extorsión y personas desaparecidas han aumentado desde 2018, y los asesinatos siguen cerca de los niveles más altos que se hayan registrado.

El presidente también ha avivado la ira al sugerir, sin ofrecer pruebas, que los muertos en ataques de alto perfil estaban de alguna manera involucrados con drogas.

Tres días después de que los estudiantes de medicina fueran encontrados muertos en la ciudad de Celaya, en el estado de Guanajuato, López Obrador dijo en su habitual conferencia de noticias televisada a nivel nacional que los jóvenes fueron asesinados "porque fueron a comprar a alguien que vendía drogas en un territorio que pertenecía a otro cártel".

Funcionarios locales dijeron más tarde que la investigación mostraba que el crimen no tenía nada que ver con una venta de drogas, y Fabiola Mateos Chavolla, madre de dos de las víctimas, arremetió contra el presidente por sus "comentarios crueles e irresponsables" sobre sus hijos, diciendo que López Obrador los "culpó por su muerte".

Esta semana, días después del ataque en la fiesta navideña, el presidente volvió a señalar el "consumo de drogas" como explicación.

Zamudio Almanza, cuyo sobrino, Galileo Almanza Lezama, de 26 años, fue asesinado en el ataque, se sintió enojada por el comentario de López Obrador.

"Frente a su propia ineptitud, no tiene nada más que decir que revictimizar a la gente", dijo ella del presidente.

Las víctimas de los recientes estallidos de violencia fueron asesinadas por diferentes motivos, sugieren investigaciones preliminares: los estudiantes de medicina se cruzaron con criminales en un parque acuático; los transeúntes en la peluquería estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado; los asistentes a la fiesta ofendieron a jóvenes dispuestos a masacrarlos en venganza.

La esposa de Juan Luis García Espitia, un ingeniero de audio que fue asesinado el sábado mientras trabajaba para la banda que tocaba en la fiesta navideña en Salvatierra, Guanajuato, dijo que quería que los asesinos de su esposo fueran castigados.

"No sé cómo decirles a mis hijas, ni siquiera tengo las palabras", dijo la madre de tres hijos, que solo dio su primer nombre, Jazmín, por temor a represalias. "No sé cómo explicarles que su papá ya no va a estar aquí".

Añadió: "No recuperaré a mi esposo, pero me gustaría justicia".

Natalie Kitroeff y Emiliano Rodríguez Mega - The New York Times.

Lee el artículo original aquí.

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