EEUU corre el riesgo de ser visto como cómplice en el desastre humanitario en la franja.
Los miles de palestinos que se precipitaron hacia un convoy de camiones que transportaban ayuda a las ruinas del norte de Gaza la semana pasada esperaban poder conseguir la comida que tanto necesitaban. En cambio, docenas se unieron a la lista de los miles ya muertos en la franja. Los relatos sobre lo sucedido son conflictivos. Funcionarios palestinos dicen que más de 100 fueron asesinados por fuego israelí. Israel reconoce que sus tropas dispararon tiros de advertencia a medida que la multitud se acercaba a ellos y golpearon a algunas personas, pero dice que docenas murieron en una estampida. Sea cual sea la verdad, la tragedia subraya cuán desdichada se ha vuelto la catástrofe en Gaza después del asedio de cinco meses de Israel y la ofensiva contra Hamas.
La cifra de muertos por la ofensiva de Israel la semana pasada superó los 30.000, según funcionarios palestinos. Durante semanas, funcionarios de la ONU han advertido sobre la hambruna y enfermedades ya que la ayuda que llega a Gaza es mínima. En enero, jueces que escuchaban el caso de genocidio de Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de Justicia ordenaron al estado judío tomar medidas “inmediatas” para permitir entregas de ayuda a Gaza. Pero la ONU dice que las entregas casi se redujeron a la mitad en febrero en comparación con enero. El orden civil ha colapsado a lo largo de la franja.
Más que cualquier otro tema, la falta de ayuda ilustra la impotencia de EEUU y sus aliados occidentales para presionar a Israel a cambiar el curso de su guerra. Como fuerza ocupante, es responsabilidad de Israel asegurar que haya suficiente comida para los hambrientos. La administración Biden ha estado presionando a Israel durante semanas para facilitar más ayuda a Gaza, con resultados insignificantes.
Washington también ha presionado al Primer Ministro Benjamín Netanyahu para que produzca un plan realista para después de la guerra en Gaza y para controlar a los colonos extremistas en la Cisjordania ocupada. Sin embargo, Netanyahu ignora las súplicas de Washington mientras promete buscar a toda costa una "victoria total".
La mejor esperanza de detener el conflicto, aliviar el desastre humanitario y reducir las tensiones regionales descansa en los esfuerzos para negociar un acuerdo entre Israel y Hamas para asegurar la liberación de rehenes en Gaza. Pero los mediadores — EEUU, Catar y Egipto — han tenido dificultades para acortar las amplias diferencias entre los protagonistas y lograr un acuerdo. Ese estancamiento debe romperse.
Catar y Egipto necesitan mantener la presión sobre Hamas para acordar un trato y liberar a los rehenes israelíes, que también están en peligro. Pero siendo el país que más influye sobre Israel, EEUU debe hacer más para convencer a Israel de que alivie el sufrimiento en Gaza y finalice su ofensiva.
La decisión de EEUU de lanzar ayuda por aire a la franja es una señal de la urgencia de la situación. Pero en el mejor de los casos proporcionará una solución temporal, y las cosas nunca deberían haber llegado a este punto.
Washington hizo bien en apoyar el derecho de Israel a la autodefensa después del horroroso ataque de Hamas el 7 de octubre que mató a 1.200 personas. Pero hace tiempo que pasó el momento de un apoyo incondicional. Es complejo para el presidente Joe Biden, especialmente en un año electoral. Como amigo de Israel, sin embargo, necesita ir más allá de Netanyahu y hablar directamente a los israelíes para advertirles del daño que la carnicería en Gaza está haciendo a la posición internacional de su nación, y sus objetivos de seguridad a largo plazo.
Biden debería poner condiciones a las ventas de armas estadounidenses si Netanyahu continúa ignorando sus consejos. Debería apoyar la membresía completa de Palestina en la ONU para subrayar la seriedad de Washington sobre una solución de dos estados. Debería revertir la decisión de suspender el financiamiento para UNRWA, la agencia de la cual dependen millones de palestinos, después de que Israel acusara a 12 de sus 13.000 empleados gazatíes de estar involucrados en el ataque de Hamas. Sobre todo, Biden necesita reconocer que es del interés de Israel y EEUU que él utilice su influencia para lograr estas metas. Si no lo hace, cuanto más dure la guerra, más se verá a EEUU como cómplice del desastre en Gaza.
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