Carlos Rosario International Public Charter School está de aniversario. Son 50 años de servicio a la comunidad inmigrante, de mayoría latina en Washington DC.
En sus inicios, a principios de los 70 no existían recursos desde el Gobierno para reconocer a nuestra población en el área. Sin embargo, desde entonces, la escuela unió fuerzas con distintos grupos locales de base, de la misma comunidad.

En ese momento, según cuenta Allison Kokkoros, su CEO, entendieron que lo primordial era el idioma para poder tener una mayor integración a la sociedad. Así nació el Programa de Enseñanza de Inglés para Latinoamericanos (PEILA), fundado por el mismo Sr. Carlos Rosario.
Sobre el programa, pequeño para ese entonces, cuenta Kokkoros, quien menciona a su antecesora la fundadora, Sonia Gutiérrez como la persona que le heredó este conocimiento y también una gran responsabilidad, se trataba de “un lugar para la comunidad, para aprender sobre los recursos disponibles y para la promoción, para garantizar que los latinos y los estudiantes del idioma inglés no se quedaran fuera”.
La directiva no deja de mencionar el legado de Carlos Rosario, e incluso nombra a su hija Vilma Rosario y nieta Nilda, quienes han estado en la junta directiva de la institución. “Son seres humanos increíbles”, agrega.
“Continúan con ese amor por la comunidad y su legado. Su padre siempre hablaba de la importancia del servicio comunitario y el compromiso cívico. Ella tocaba puertas para, para conseguir votos, ese tipo de cosas. Es una especie de semillas de inspiración y dedicación a la comunidad de querer tener apoyo mutuo, de querer asegurarse de que los latinos formen parte activa del Gobierno y de acceder a los recursos y servicios, que pudieran aprender inglés para poder salir adelante y no quedarse atrás”.

De Carlos Rosario a Sonia Gutiérrez
El esfuerzo a lo largo de los años por los recursos para mantener funcionando la institución ha sido grande. Kokkoros insiste en la importancia de que los legisladores y funcionarios electos conozcan el impacto del modelo de la escuela y lo fundamental que es invertir en la comunidad latina, pues esto se traduce en educación de calidad y capacitación profesional.
Carlos Manuel Rosario, originario de Puerto Rico, fundó en 1970 el PEILA, un programa que creció para convertirse en lo que hoy día es la escuela, que cuenta con dos campus y que hasta la fecha han prestado servicio a más de 80 mil estudiantes desde sus inicios, atendiendo a más de 2 mil 100 alumnos al año en la actualidad. Rosario fue un visionario y defensor de la comunidad latina, quien se mudó a DC en los años 50 y se dio cuenta de la gran disparidad y las necesidades de nuestra población.
Dos años más tarde, conoció a una mujer que cambiaría el rumbo de la historia de la institución y lucharía por su permeancia en el tiempo, Sonia Gutiérrez, también puertorriqueña, una educadora nueva para ese entonces en el Distrito, que llegaría a abrir hasta las puertas del sótano de su casa para que la escuela funcionara luego de ser cerrada debido a la crisis financiera en DC a mediados de los 90.

“Como directora, Gutiérrez transformó el pequeño programa de Inglés como Segundo Idioma (ESL) con fondos insuficientes en un programa integral de educación para adultos. En 1974, después de una larga lucha con el sistema de escuelas públicas de DC, PEILA se integró al presupuesto escolar público del Distrito. Había encontrado un mentor en Carlos Rosario, y en ella, Rosario había encontrado una aliada comprometida con mejorar la situación de los inmigrantes”, asegura la institución.
“Se convirtió en la líder de nuestra escuela. Carlos Rosario la eligió para ser la directora. Realmente ha dedicado su vida a la comunidad, marcando la pauta dentro de nuestra organización. Ella lideró la campaña para restablecer nuestra escuela a mediados de la década de 1990. Ese podría haber sido el final de la historia. Estuvimos peleando ante la decisión del Concejo de la ciudad".
"Fui una de las maestras allí, marchando con mis alumnos bajo el liderazgo de Sonia, diciendo: ‘salva nuestra escuela, no la cierren’. Pero ahora Sonia trabajó en el sótano de su propia casa y, literalmente, se apoderó de su casa para restablecer la escuela, convertirla en una base de operaciones y devolverle la vida como un fénix que renace de sus cenizas. Recuerdo los días en que me reclutó. Había sido maestra a tiempo parcial, una maestra muy activa, y me dijo ‘ven, ven a mi casa, escribe propuestas de becas’. Realmente, la escuela se restableció gracias a la dedicación de Sonia”, recuerda Allison.

Un cumpleaños de medio siglo
En el marco del 50º aniversario de la institución el 2 de mayo se realizará una gala que la misma CEO ha llamado “una gran fiesta de cumpleaños”, en la que se rendirá honor a líderes clave que han hecho posible el éxito de la misma. También celebrarán los logros de los graduados y recaudarán fondos en favor de las iniciativas con las que cuentan, una iniciativa que tienen todo el año llevando a cabo, pero que llega a su cumbre el día del evento.
"Tenemos un objetivo muy ambicioso. Esperamos recaudar $950 mil para finales de este año, para apoyar las becas, becas de educación superior para nuestros estudiantes, los fondos de emergencia para los estudiantes que se enfrentan a la inestabilidad de la vivienda y la inseguridad alimentaria. Por nuestro programa de equidad digital para que los estudiantes de nuestra escuela no se queden atrás. Ahora que todo requiere dominar las habilidades digitales y tener dispositivos, tenemos este programa que es realmente importante. Y esto también apoya la expansión del impacto del modelo de Carlos Rosario. Pedimos apoyo”.
Allison Kokkoros, CEO de la Escuela Carlos Rosario.
Testimonios

“Carlos Rosario me pudo ofrecer muchos servicios, me ayudó a mejorar el inglés, logré tomar clases de computación básica y logré sacar certificaciones como técnico en computación. Me ayudó mucho a encaminarme y saber qué es lo que quería lograr. En este país no fue fácil, pero encontré esta organización donde me sentí feliz, me sentí apoyada. Es mi segunda casa, porque tenía muchos compañeros que habían pasado por la misma situación que yo. En estos 50 años de aniversario, quiero decirle a los migrantes que el camino no es fácil, pero nunca se rindan”.

“Carlos Rosario me cambió la vida completamente. Cuando me inscribí en el programa de Culinary Arts me acuerdo que me comentaron sobre una beca de matrícula que tenían. Entonces el año entero yo estuve trabajando muy duro, hice voluntariados en la escuela, además de ir todos los días a estudiar y trabajar. No puedo ni describirlo en palabras, pero me abrió las puertas para lo para todo lo que soy hoy y lo que he logrado”.

“Comencé como docente en Carlos Rosario en el año 2010. Enseñé varios niveles en ese momento. Fue entonces cuando supe inicialmente que quería ser maestro. A medida que avanzamos en cada uno de los años, pude ver la dedicación de los estudiantes y el deseo de querer aprender inglés y luego también querer lograr sus objetivos. Es simplemente lo que me mantuvo en marcha. Veo la emoción de los estudiantes cuando se gradúan. Su familia está ahí aunque algunos no tienen su familia, pero están en espíritu. Solo verlos caminar por el pasillo, subir al escenario, obtener su diploma es simplemente el impacto. Realmente es algo fenomenal”.
Apoya a la escuela comprando una entrada para la gala y conviértete en un patrocinadordel evento aquí. Para donar a la institución, hazlo directo aquí.