La noche del sábado, a las 08:23PM hora local, surgió una erupción volcánica en una nueva fisura de casi tres kilómetros entre dos montañas en Islandia, según confirmó la Oficina Meteorológica de Islandia (OMI).
Los equipos de emergencia trabajan para reforzar las defensas y proteger a la comunidad pesquera de Grindavik del impacto de la erupción volcánica.
Este esfuerzo se produce tras las advertencias de la Oficina Meteorológica de Islandia (OMI) sobre el peligro de la actividad volcánica, que es la cuarta que se produce en la península de Reykjanes desde principios de diciembre.
La lava, que fluía principalmente hacia el sur y el sureste, avanzaba a un ritmo de cerca de 1 kilómetro por hora, amenazando con alcanzar las costas.
Las autoridades tomaron acciones preventivas para reforzar la seguridad
Rápidamente se reforzaron las estrategias de emergencia, centrándose en reforzar los diques y las barreras, para proteger la vital carretera costera y contener la expansión del flujo de lava.
El domingo, los informes indicaron una ligera ralentización del flujo de lava, pero el riesgo para las estructuras de Grindavik sigue siendo alto.
Pálmi Erlendsson, de la OMI, informó de una disminución de las actividades sísmicas desde el inicio de la erupción.
Einar Hjörleifsson, otro representante de la OMI, elogió la eficacia de las barreras para desviar la lava de Grindavik, aunque expresó su preocupación por un nuevo flujo cerca de una central geotérmica.
La crítica central de Svartsengi, un sustento para unas 30.000 personas en la península de Reykjanes, fue evacuada y estuvo funcionando a distancia. Los diques circundantes la están salvaguardando actualmente de la embestida volcánica.
Grindavik, hogar de aproximadamente 3.800 residentes, fue evacuada antes de la primera erupción en diciembre, y sólo unos pocos regresaron desde entonces.
La erupción volcánica provocó la evacuación de los habitantes
La actividad volcánica provocó la evacuación de cientos de personas del cercano balneario termal de Blue Lagoon, ya que los cielos se llenaron de humo y el magma una amenaza visible.
Una inspección desde helicóptero realizada por el geofísico Magnús Tumi Guðmundsson mostró que esta erupción era significativamente más intensa que las anteriores, con una fisura más grande y activa.
Los residentes que habían regresado a Grindavik después de que una erupción en febrero interrumpiera la calefacción de más de 20.000 personas al dañar carreteras y tuberías, fueron trasladados de nuevo a un lugar seguro.
La lucha de la ciudad comenzó en noviembre, cuando el sistema volcánico de Svartsengi, inactivo durante casi 800 años, se reactivó, provocando terremotos y fisuras en el suelo, lo que condujo a la erupción de diciembre.
A pesar de las recurrentes amenazas volcánicas que se ciernen sobre Grindavik, Islandia destaca por su experiencia en la gestión de este tipo de catástrofes naturales.
Con 33 sistemas volcánicos activos, el país desarrolló una gran habilidad para gestionar estos acontecimientos, garantizando la seguridad de sus ciudadanos y manteniendo la normalidad de los desplazamientos aéreos.
Este suceso se asemeja a la erupción del Eyjafjallajökull en el 2010, que afectó al espacio aéreo europeo.