Ucrania lanzó una serie de ataques estratégicos con drones contra Rusia, este domingo, coincidiendo con el momento culminante de las elecciones presidenciales rusas.
El ejército ucraniano orquestó un ataque con 36 aviones no tripulados dirigidos a lugares clave de toda Rusia, incluida la ciudad de Moscow. El Ministerio de Defensa ruso reveló estos hechos en un comunicado.
Los sistemas rusos de defensa antiaérea se enfrentaron a una prueba, interceptando y neutralizando con éxito la mayoría de los vehículos aéreos no tripulados (UAV).
Los esfuerzos de defensa abarcaron un espectro de regiones, y tanto Moscow como Yaroslavl contrarrestaron cuatro aviones no tripulados cada una.
Otras zonas como Belgorod, Kursk, Kaluga, Rostov, Oryol y Bryansk fueron testigos de acciones defensivas similares, y en Krasnodar Krai se derribaron 17 drones.
Sin embargo, un incidente en Krasnodar Krai se saldó con un incendio en una refinería provocado por uno de los ataques con drones, que ocasionó un infarto.
Cierres de escuelas y centros ante ataques de drones en Rusia y Ucrania
El impacto de los ataques ucranianos con drones se extendió más allá de los daños físicos. En Belgorod, región vecina de Ucrania, las secuelas de un ataque provocaron la muerte de una joven de 16 años y heridas graves a su padre.
Este suceso llevó a las autoridades locales a tomar medidas preventivas, como el cierre de escuelas y centros comerciales, a medida que aumentaba la frecuencia de los ataques.
En la zona de Zaporiyia, controlada por Rusia, dos drones apuntaron a un centro de votación, afortunadamente sin causar víctimas. Mientras tanto, la región meridional de Odesa fue testigo de una defensa aérea, ya que las fuerzas ucranianas neutralizaron 14 drones rusos, tras un ataque con misiles que se cobró 20 vidas.
En medio de estos acontecimientos, Vladimir Putin está a punto de asegurarse un quinto mandato como presidente, consolidando su posición en un entorno político con escasa competencia.
La continuidad de su liderazgo, que podría prolongarse hasta 2036, le convertiría en el dirigente ruso más duradero desde Iósif Stalin.