Vladimir Putin reafirmó su dominio sobre la esfera política rusa al lograr la victoria en las últimas elecciones presidenciales celebradas en Rusia. Los resultados de las elecciones muestran que Putin obtuvo 87,97% de los votos escrutados.
Desde que tomó el mando en 1999, Putin es una figura decisiva en la configuración de la política rusa. Este reciente triunfo le garantiza otro mandato de seis años, convirtiéndole en el líder más duradero de la historia moderna de Rusia.
El Kremlin se apresuró a destacar este éxito electoral como una fuerte validación del liderazgo y las políticas de Putin, incluida su postura ante los conflictos internacionales, con el objetivo no sólo de obtener una victoria clara, sino también de lograr una participación de los votantes para consolidar la credibilidad de las elecciones en medio de las críticas.
La participación electoral de este año superó el 67% registrado en las elecciones de 2018. No obstante, las elecciones se enfrentaron a su cuota de controversias, incluidas protestas aisladas.
Algunos disidentes expresaron su oposición dañando la infraestructura de votación, una medida que provocó duras reacciones y acusaciones de traición por parte de funcionarios rusos.
Oposición con porcentajes mínimos de votos
En estas elecciones, Putin se enfrentaba a tres adversarios cuidadosamente seleccionados, candidatos percibidos como poco atractivos y sin experiencia de gobierno, que encajaban en el plan del Kremlin para asegurar una victoria fácil.
De estos adversarios, el comunista Nikolai Jaritonov quedó segundo con sólo el 3,8% de los votos, seguido por el "liberal" Viacheslav Davankov y el ultranacionalista Leonid Slutsky, con el 3,73% y el 2,96%.
Con una tasa nacional de participación electoral del 74,22%, la integridad de las elecciones fue cuestionada por los medios de comunicación independientes y los grupos de defensa de los derechos humanos, destacando la ausencia de garantías democráticas y poniendo en duda la legitimidad del proceso.