En Ohio, el expresidente Donald Trump lanzó unas advertencias sobre las consecuencias de su posible derrota en las próximas elecciones. Dirigiéndose a un numeroso público el sábado.
Trump insinuó un futuro sombrío, advirtiendo de importantes recesiones económicas y de una amenaza a los principios democráticos si no consigue regresar al Despacho Oval en noviembre.
El mitin, que pretendía impulsar el apoyo al candidato republicano al Senado Bernie Moreno, también sirvió de plataforma para que Trump expresara sus opiniones sobre el comercio, en particular con China.
Se centró en la fabricación de automóviles y las guerras comerciales, advirtiendo a China sobre las repercusiones de sus empresas automovilísticas en México. "Si soy reelegido", afirmó Trump con audacia, "impondremos un arancel del 100% a cada automóvil que cruce la frontera".
A medida que Trump ahondaba en las posibles consecuencias de perder las próximas elecciones, su lenguaje se hizo más intenso. "El país se enfrentará a un baño de sangre", predijo, indicando graves impactos no sólo en la industria automovilística sino también en los cimientos democráticos de la nación.
"Sin esta victoria, dudo que veamos otra elección justa en este país", añadió, sugiriendo una posible erosión de las normas democráticas.
Reacciones polarizadas ante las declaraciones de Trump
Las declaraciones de Trump despertaron reacciones a ambos lados del espectro político. Karoline Leavitt, representante de la campaña de Trump, apoyó sus opiniones criticando las políticas de la actual administración y pronosticando un "baño de sangre económico" si persisten.
Por otro lado, James Singer, portavoz de la campaña del presidente Joe Biden, condenó la narrativa de Trump, describiéndolo como una figura que promueve la "violencia política" y el "extremismo".
Además, el discurso de Trump se aventuró en varios temas controvertidos, como su postura sobre los inmigrantes indocumentados y su llamamiento a los votantes católicos para que se opusieran a Biden.
Trump también habló sobre los sucesos del 6 de enero, refiriéndose a los detenidos como "rehenes" y prometiendo abordar el trato que reciben si vuelve al cargo. Esta postura refuerza su continuo desafío a las interpretaciones políticas y judiciales establecidas sobre el motín del Capitolio.