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En Washington DC hay más protecciones para los adultos mayores de la comunidad LGBTQ

Es obligatorio entrenar al personal que cuida a los mayores de 60 años de esta comunidad o portadores del VIH. Muchos de los empleados son latinos.

Adultos mayores de la comunidad LGBTQ
Larry Villegas-Pérez de la Oficina de Derechos Humanos lleva adelante el proceso de entrenamiento para ofrecer espacios seguros e inclusivos para todos. Imagen por cortesía de la Oficina de Derechos Humanos DC.

A veces una ley de protección y cuidados no es suficiente. A esa realidad se han enfrentado muchos miembros de la comunidad LGBTQ y los pacientes afectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en Washington DC. Para ellos hay una ley extra y la Oficina de Derechos Humanos de la ciudad tiene a cargo hacerla cumplir.

A esta oficina llegaban quejas permanentes de sutiles actitudes y mal uso de los pronombres personales que no los hacían sentir en su zona de confort en centros de cuidados y atención en salud de largo plazo. De allí nació la necesidad de aprobar otra ley obligatoria y que tiene dedicatoria: proteger los derechos, sensibilidades y necesidades de la población LGBTQ y a los pacientes con VIH de la tercera edad.

Cuando hablamos de obligatoriedad nos referimos a que todos los centros de servicios y organizaciones que proveen cuidados de salud a largo plazo deben capacitar al personal para evitar herir las susceptibilidades de las personas mayores con VIH o que son LGBTQ”, dijo Larry Villegas, gerente de nuevos programas en la Oficina de Derechos Humanos de la ciudad. Las entidades que no certifiquen la capacitación de su personal serán sancionadas con una multa de $10 mil.

Todos los trabajadores de los centros de cuidado largo plazo están obligados a recibir entrenamiento profesional cada dos años para saber cómo tratar a las personas mayores de 60 años de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y queers (LGBTQ), así como a quienes viven con el virus del VIH.

Adultos mayores de la comunidad LGBTQ
Los medicamentos para mantener indetectable el virus del VIH han aumentado la esperanza de vida. Pexels.

Villegas desconoce cuántos hispanos trabajan en la industria de los cuidados de la tercera edad, pero está seguro que son muchos desempeñándose como médicos, psicólogos, terapistas, enfermeras, asistentes de enfermería, recepcionistas, trabajadores sociales, cuidadoras, personal de limpieza y de cocina.

El programa de entrenamiento comenzó el año pasado y se han identificado unos 70 proveedores de cuidados y atención. Esta cifra, según Villegas, seguirá aumentando.

Ya se han entrenado a mil trabajadores y este año se espera alcanzar la cifra de cinco mil. En la lista de instituciones a ser entrenadas está la escuela de enfermería de la escuela Carlos Rosario, porque esos estudiantes irán a trabajar en agencias de cuidados de largo plazo.

Muchos miembros de la comunidad LGBTQ que son de la tercera edad o que viven con el VIH expusieron ante el Concejo sus testimonios y reclamaron más protecciones relacionadas con la privacidad y respeto a su condición de portadores del virus, de transgénero o de vivir con alguien del mismo sexo”, contó Villegas.

La ley refuerza la privacidad de los datos personales y demanda identificar a cada individuo con el pronombre personal de su preferencia. Por ejemplo, si alguien quiere que se le llame ella en vez de él, hay que acatarlo. También queda prohibido hacerle un examen físico al paciente en presencia de otras personas sin su consentimiento.

Entre las medidas aprobadas está el colocar en un lugar visible una notificación de que allí no se discrimina a una persona por ser o parecer de esta comunidad o por asociarse con alguien que vive con el VIH. También deben reportar que se ha entrenado al personal.

Salvaguardias parecidas se aprobaron el año pasado en Nueva York por considerar que la población de la tercera edad LGBTQ o que es portadora del VIH está entre las más vulnerables.

Todavía hay mucho estigma

La Oficina de Derechos Humanos capacitó a los entrenadores y se preocupó de que algunos hablen español, porque hay pacientes latinos con VIH o que son miembros de la comunidad LGBTQ y muchos de los empleados de las agencias de cuidados también son latinos.

María Fernanda Jackson, entrenadora profesional en educación especial, fue preparada para educar al personal de cuidados y atención en salud. El año pasado instruyó a unos 600 empleados de residencias de ancianos y agencias de atención domiciliaria.

En Estados Unidos, las medicinas para controlar el VIH están al alcance de todos los pacientes sin importar su condición inmigratoria. Pexels.

Encontré que un 80% de los trabajadores en los geriátricos y en las agencias de cuidados de largo plazo es latinos y del África; además, noté mucho estigma, preconcepciones culturales que traemos de nuestros países, resistencia a hablar de estos temas, miedo y desconocimiento sobre la comunidad LGBTQ y los pacientes con VIH. Lo bueno es que después de las charlas, los trabajadores se muestran más empáticos”, dijo Jackson.

Jackson suele pedirles a los empleados ponerse en los zapatos de los otros y pensar que un hermano o hermana, un amigo, un compañero de trabajo, un vecino. Les recuerda que no son menos humanos que el resto y que hasta se puede convertir en un gran aliado para luchar contra la discriminación.

“DC es un oasis”

Mientras DC se esfuerza en eliminar las barreas, no siempre ocurre los mismo en Virginia. “En Alexandria tenemos hombres latinos gais de 60, 70 y 80 años que no tienen acceso a los servicios. Muchos no hablan inglés y en los sitios donde se da atención a los pacientes de VIH falta personal que entienda el español y esa es una de las grandes barreras”, dijo Víctor Claros, fundador y director ejecutivo de Impacto, una organización creada hace seis años para agrupar a la población LGBTQ latina del área metropolitana.

Según Claros, “DC es un oasis para muchos de nuestros miembros, en comparación con Virginia”. Varios factores, entre ellos la edad y el uso prolongado de medicamentos, afectan a los latinos que viven con el VIH. “Hay infinidad de historias de nuestra gente gay que tiene problemas cardiovasculares o pérdida de la dentadura y eso les destruye la autoestima”, aseguró Claros.

En Estados Unidos, independientemente del estatus inmigratorio, los pacientes portadores del VIH pueden obtener medicación gratuitos o a muy bajo costo para que el virus sea indetectable. En Virginia, además, existe la ley Ryan White, que cubre algunas necesidades de la población con VIH.

Lo cruel es el estigma en nuestra propia comunidad y en algunos servicios de salud. Nuestros miembros se lamentan que cuando van en busca de los medicamentos hay quienes aún se asustan frente a un paciente de VIH y eso los estresa y lastima”, aseguró Claros.

Él mismo durante la pandemia se vio como ejemplo de doble discriminación por ser gay y vivir con el VIH. El miedo a no tener el medicamento a tiempo y que debido a eso el virus se reactive, el temor al coronavirus y el estigma que volvió, según Claros, a los niveles de hace 20 años.

La gente tiene que entender que el virus no se trasmite con darse un abrazo o mirarse a los ojos, que ya no es una sentencia de muerte y que somos seres humanos como cualquier otro”, fue su reflexión.

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