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La única oportunidad real de acabar con el caos en Haití

Se necesita reforzar y desplegar rápidamente una fuerza de seguridad internacional.

Foto: Meridith Kohut / The New York Times.

Se necesita reforzar y desplegar rápidamente una fuerza de seguridad internacional.

El colapso de Haití en la anarquía y la violencia de las pandillas ha cobrado un terrible precio humano. Casi la mitad de la población de la nación caribeña sufre de hambre aguda, miles están sin hogar y la esperanza de vida al nacer ha caído a 63 años. ¿Cómo un país a menos de 800 millas de Florida se convirtió en un estado fallido y qué se puede hacer para restaurar un gobierno funcional?

La historia de crisis de Haití es larga y compleja, pero el asesinato aún sin resolver del presidente Jovenel Moïse en 2021 detonó este episodio más reciente. Un primer ministro interino respaldado por la comunidad internacional, Ariel Henry, demostró ser incapaz de gobernar y reacio a celebrar elecciones. Decenas de miles de haitianos votaron con sus pies, emigrando a EEUU o a otro lugar en América Latina.

Las instituciones del país dejaron de funcionar en gran medida. No quedan representantes elegidos democráticamente. Los traficantes de drogas y los traficantes de armas se beneficiaron del caos.

La comunidad internacional no ha ignorado la difícil situación de Haití. EEUU y el Caricom han intentado intermediar un nuevo gobierno y reunir una fuerza de seguridad multinacional para restaurar el orden.

El espectro de intervenciones extranjeras fallidas en Haití durante los últimos 30 años —dos por EEUU y dos por la ONU— complicó su tarea: pocos gobiernos quieren arriesgar su reputación en el atolladero. Los gobiernos de América Latina han brillado por su ausencia.

Un atisbo de esperanza surgió este mes, cuando EEUU y Caricom lograron un acuerdo de Henry para ceder el poder a un consejo de transición de siete miembros provenientes de la política, la sociedad civil y el mundo empresarial. El consejo nombraría un gobierno interino con el mandato de celebrar elecciones tan pronto como sea práctico.

Una fuerza de seguridad liderada por Kenia proporcionaría el apoyo tan necesario a la policía de Haití, superada en número, armamento y moral. EEUU prometió 300 millones de dólares para financiar el costo.

Pero mientras las discusiones internacionales sobre Haití avanzaban lentamente, las pandillas creaban hechos sobre el terreno. Este mes aprovecharon la oportunidad brindada por la ausencia de Henry, quien viajó a Kenia para afinar detalles de la fuerza de seguridad, para unificarse, desalojar las cárceles, atacar el aeropuerto y aterrorizar a la población.

Las pandillas han hecho metástasis en los últimos años desde milicias privadas que operaban en nombre de jefes políticos, a fuerzas más independientes con aspiraciones políticas propias.

Líderes de pandillas como el exoficial de policía Jimmy “Barbacoa” Cherizier han explotado la repulsión de los haitianos por la venalidad de la élite del país para presentarse como líderes alternativos.

Como era de esperarse, las pandillas han rechazado el plan del consejo de transición y han amenazado a aquellos que participen.  Su interés está en aumentar su propio poder y continuar su comercio en drogas, armas, secuestros y extorsión.

Si el consejo de transición puede comenzar a trabajar —una perspectiva incierta ante las amenazas de muerte contra sus nominados y las constantes sustituciones de nombres— y si la fuerza de seguridad liderada por Kenia puede desplegarse rápidamente para apoyarlo, Haití tiene una oportunidad de asegurar un gobierno funcional. Pero esas no son preguntas que se respondan con un obvio “si”.

Hay preocupaciones de que la fuerza de policía internacional no es lo suficientemente grande o fuerte como para restaurar el orden. También hay preocupaciones sobre la capacidad del consejo de transición para alcanzar un consenso, y su legitimidad está en duda, ya que sus miembros provienen en gran parte de la élite desacreditada del país.

Sin embargo, la realidad es que el plan EEUU-Caricom es el único sobre la mesa, y no existen alternativas obvias. Aumentar la fuerza de la seguridad internacional y desplegarla lo más rápidamente posible le daría al proceso político liderado por Haití al menos una oportunidad de lograr el éxito. La alternativa es Somalia en el Caribe.

Comité editorial del Financial Times.

Puedes leer el artículo original aquí.

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