La historia y evolución del concepto de fianza en el sistema judicial ha tenido un papel crucial en el desarrollo de los procesos legales, desde su origen en la Inglaterra medieval hasta su práctica en la actualidad.
Este mecanismo legal ha permitido, en un principio, equilibrar el derecho a la libertad del acusado con la necesidad de garantizar su comparecencia ante la corte. La Ley de Fianza de 1275 marcó un hito en aquella Inglaterra y, posteriormente, en el sistema judicial americano, la octava enmienda de la Constitución la consolida cuando prohíbe los avales excesivos.
En este contexto, la situación del expresidente Donald Trump ilustra una faceta contemporánea del uso de la fianza, no solo como herramienta para evitar la cárcel, sino también para proteger activos frente a embargos derivados de litigios legales. Recientemente, Trump consignó una fianza de 175 millones de dólares para evitar la incautación de sus propiedades, tras ser condenado en un caso de fraude financiero.
Esta medida llega después de que un tribunal de apelaciones de Nueva York redujera la cantidad inicialmente impuesta, demostrando cómo la fianza puede ser utilizada en casos civiles para asegurar el cumplimiento de las sanciones financieras, al tiempo que permite al acusado mantener el control sobre sus bienes.
Además de lidiar con las repercusiones de sus maniobras empresariales, Trump se encuentra ante desafíos legales adicionales que examinan a fondo el sistema de fianzas. Enfrenta múltiples procesos criminales, entre ellos acusaciones por intentos ilícitos de revertir los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 y por manejo inapropiado de documentos confidenciales. Estos retos ponen a prueba la habilidad del candidato republicano para manejarse en un complicado y diverso panorama judicial.
Trump también se prepara para enfrentar otro juicio penal relacionado con pagos a una exestrella de cine porno, esta saga legal de Trump ejemplifica cómo la fianza, en sus diversas formas, pudiera ser para el expresidente una especie de garrocha para saltar obstáculos hasta llegar a la meta de la presidencia.
La fianza para prevenir el embargo y la fianza para eludir la cárcel sirven a propósitos y contextos diferentes: la primera se emplea en litigios civiles para salvaguardar bienes, mientras que la segunda se utiliza en procedimientos penales para garantizar la libertad provisional del acusado. Aunque ambas tienen como fin asegurar la responsabilidad de la persona implicada, también pueden ser estrategias para posponer indefinidamente las consecuencias negativas.
Como cualquier empresario exitoso, Trump confía en su intuición. Presintió que, al dejar la presidencia, se convertiría en blanco de una oleada de juicios por diversas causas, y por ello, intentó aferrarse a la Casa Blanca hasta el último momento. Ahora comprende que debe amarrarse a cualquier recurso legal para regresar a la vivienda más poderosa del mundo y desde allí, posiblemente también resolver todos sus problemas legales. ¡Un tiro de dos pájaros!
*Braulio Jatar es abogado, comunicador, profesor y escritor chileno-venezolano