Israel debería escuchar a los aliados que se preocupan por su seguridad.
El ataque con misiles y drones de Irán a Israel marca un peligroso punto de inflexión en las hostilidades desencadenadas por el ataque de Hamás del 7 de octubre y la ofensiva de represalia de Israel en Gaza.
Ha sacado a la luz la guerra encubierta de décadas entre la república islámica y el estado judío y ha acercado a Oriente Medio cada vez más a un conflicto regional a gran escala que tendría consecuencias catastróficas para la región y más allá.
Teherán tomó una apuesta imprudente con el primer asalto directo a Israel desde suelo iraní, una represalia por el ataque a su complejo consular en Damasco, que mató a siete Guardias Revolucionarios.
Tanto Israel como Irán ahora buscan restaurar su disuasión con una escalada cada vez más arriesgada. Hay que persuadirlos de que se detengan.
Las viejas reglas de Oriente Medio se han trastornado desde el asalto de Hamás del 7 de octubre, que mató a 1.200 personas, con otras 250 tomadas como rehenes.
Irán no estuvo involucrado en el ataque de Hamás, según EEUU, pero sus representantes en la región han estado intercambiando fuego con Israel en los últimos meses. Las tensiones han sido altas, pero tanto Irán como Israel han querido evitar un enfrentamiento directo.
El ataque de Israel al complejo de Damasco elevó las apuestas a un nuevo nivel, con Irán considerándolo un asalto a su soberanía. La respuesta de Teherán fue masiva, involucrando más de 300 drones y misiles.
Pero, crucialmente, las defensas aéreas de Israel, apoyadas por EEUU, Reino Unido, Francia y Jordania, destruyeron alrededor del 99 por ciento de los proyectiles.
Irán ahora ha señalado que no desea una mayor escalada. Y los socios occidentales de Israel, liderados por EEUU, le instan a no responder y arriesgarse a una guerra total con Irán, mientras traman una respuesta diplomática. Israel debería atender estas llamadas.
En las últimas semanas, en medio de una creciente devastación en Gaza, Israel se ha quedado más aislado y hasta incluso el presidente de EEUU, Joe Biden, su mayor defensor, ha expresado cada vez más críticas a la conducta de la guerra en Gaza.
Pero la lección que Israel puede tomar es que cuando está bajo amenaza, sus aliados se unen.
De hecho, la seguridad de Israel depende del apoyo occidental y de la aquiescencia de los vecinos árabes, que albergan preocupaciones similares sobre las amenazas planteadas por Irán y el extremismo islamista.
Durante meses, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha enfurecido a sus aliados ignorando gran parte de sus consejos, incluso cuando le han advertido sobre las peligrosas consecuencias de sus actos.
Este es un momento para que Israel acepte el apoyo y los consejos de sus amigos; para tomar conciencia, y no precipitarse hacia otra guerra mucho mayor.
EEUU y los estados árabes han estado ofreciendo a Israel una salida de la crisis que le permitiría abordar sus preocupaciones de seguridad, aislar aún más a Irán y aplacar a los militantes palestinos.
Se presenta en la forma de sus planes más amplios para una resolución sostenible de la guerra en Gaza y el tumulto regional que ha encendido. Requiere que Israel acceda a un alto al fuego en la franja asediada y asegure la liberación de los rehenes israelíes.
También prevé dar a los palestinos un horizonte político, con pasos concretos hacia el establecimiento de un estado palestino. A cambio, los estados árabes, incluida Arabia Saudita, normalizarían relaciones con Israel.
Eso sentaría las bases para una coalición de seguridad árabe-israelí, respaldada por EEUU, del tipo que Israel ha deseado durante mucho tiempo.
El gabinete de guerra de Israel ha estado sopesando sus opciones. Los elementos más extremos en el gobierno de extrema derecha de Netanyahu se resistirían a la sugerencia de que un ataque iraní quede sin respuesta y a que la guerra en Gaza debe terminar.
Sin embargo, la seguridad de Israel, y las alianzas que necesita, no pueden forjarse si no pone fin a una guerra en Gaza que, aunque ha degradado severamente a Hamás, también ha causado masivas bajas civiles y una catástrofe humanitaria.
Israel tiene que tomar una difícil decisión. Debería hacer caso a sus aliados en el momento de tomarla.
Comité editorial - Financial Times.
Puedes leer el artículo original aquí.