La contaminación del aire y su posible vínculo con el aumento en el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas altamente conocidas como el Alzheimer y el Parkinson es una preocupación creciente entre expertos en salud y en la comunidad científica.
Investigaciones recientes e informes de organismos oficiales descubrieron una correlación preocupante entre la exposición a altos niveles de contaminantes en el aire y un incremento en los marcadores biológicos asociados estas patologías.
La relación con el Alzheimer
Por ejemplo, en el caso del Alzheimer, un estudio liderado por la investigadora Anke Huels, de la Universidad de Emory, en Atlanta, y publicado en la revista Neurology, que analizó muestras de tejido cerebral de individuos expuestos a la contaminación, sugiere una asociación significativa entre la contaminación del aire, especialmente la proveniente del tráfico de vehículos, y la presencia de placas amiloides en el cerebro.
Según los hallazgos, tenían casi el doble de probabilidades de presentar mayores niveles de esas placas en el cerebro, un factor asociado con esta enfermedad neurodegenerativa.
Para llegar a esta conclusión, se estudió el tejido cerebral de 224 individuos ya fallecidos, cuyos cerebros fueron donados para la investigación.
Las conclusiones son alarmantes: aquellos con una exposición más prolongada a la contaminación en los tres años previos a su muerte mostraron un alarmante 87% más de probabilidades de presentar niveles más altos de placas amiloides en comparación con aquellos que estuvieron menos expuestos.
“Estos resultados amplían las evidencias de que las partículas finas de la contaminación atmosférica relacionada con el tránsito afectan a la cantidad de placa amiloide en el cerebro”, dijo la profesora Huels.
Sin embargo, vale la pena aclarar que los resultados no indicaron que la contaminación del aire ocasiones Alzheimer pero sí hay una asocioación a la enfermedad.
La contaminación del aire y el Parkinson
En tanto, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), “la enfermedad de Parkinson es un trastorno cerebral que causa movimientos involuntarios o incontrolables, como temblores, rigidez y dificultad con el equilibrio y la coordinación.
Si bien se cree que la genética desempeña un papel en el Parkinson, en la mayoría de los casos la enfermedad no parece ser hereditaria. Muchos investigadores ahora creen que es el resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales, como la exposición a toxinas”.
Además, investigaciones geográficas identificaron variaciones en el riesgo de desarrollar Parkinson en función de los niveles de contaminación de diferentes regiones en los Estados Unidos, lo que sugiere que la composición de las partículas contaminantes puede influir en la salud humana.
Un análisis de 2023 realizado por científicos del Instituto Neurológico Barrow en Estados Unidos reveló una relación significativa entre la contaminación del aire y un incremento en el riesgo de desarrollar esa enfermedad.

De acuerdo con los hallazgos publicados también en la revista Neurology, quienes habitan en áreas con niveles moderados de contaminación tienen un 56% más de riesgo de ser diagnosticados con esta afección, en comparación con las personas que viven en ambientes menos contaminados.
Un elemento central de los resultados destaca que, en algunas regiones, la presencia de partículas procedentes del tráfico y metales pesados de la industria manufacturera, ambos relacionados con la muerte celular en áreas cerebrales vinculadas a Parkinson, podría estar detrás de este aumento de riesgo.
Para arribar a estas conclusiones, el equipo de investigación analizó datos de aproximadamente 90.000 pacientes con Parkinson, utilizando la base de datos de Medicare, que engloba a cerca de 22 millones de personas.
Dónde se observaron más casos de Parkinson
Algunas áreas, como el valle del río Mississippi-Ohio, el centro de Dakota del Norte, ciertas partes de Texas, Kansas, el este de Michigan y la punta de Florida, fueron identificadas como zonas críticas.
Brittany Krzyzanowski, uno de los autores de la investigación, señaló: “Estudios anteriores han demostrado que las partículas finas causan inflamación en el cerebro, un mecanismo conocido por el cual podría desarrollarse la enfermedad de Parkinson”.

Dijo que “por primera vez, confirmaron una fuerte asociación a nivel nacional entre la enfermedad de Parkinson incidente y las partículas finas en los EEUU”.
Consideraciones de la OMS sobre la contaminación del aire
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había clasificado anteriormente la contaminación del aire como uno de los mayores riesgos para la salud ambiental, vinculándola a millones de muertes prematuras cada año.
La polución del aire, compuesta por partículas finas y gases tóxicos, proviene de fuentes tanto industriales como domésticas, incluyendo los vehículos de motor y las emisiones industriales.
La relación entre esta contaminación y trastornos del cerebro, incluidos los trastornos neurodegenerativos, se suma a la urgencia de abordar la calidad del aire a nivel mundial.
“La contaminación del aire es uno de los mayores riesgos ambientales que existen para la salud. Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma”, dice la OMS.
En ese sentido señalaron que los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y la del aire doméstico se asocian a 6,7 millones de muertes prematuras cada año.
Se estima que en 2019 la contaminación del aire ambiente (exterior) provocó en todo el mundo 4,2 millones de muertes prematuras.
“El 89% de esas muertes prematuras se produjeron en países de ingreso bajo y mediano, y fue en las regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental de la OMS donde se registraron las cifras más elevadas”, reveló.
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