Claudia Ávalos tiene 50 años de edad y la mitad de su vida trabajando en Rio Hotel & Casino, en Las Vegas, Nevada. Solo hasta antes de la pandemia, su trabajo se veía así: llegaba al hotel, tomaba su ticket de papel del día, y tras terminar de asear en promedio 14 habitaciones asignadas a su jornada, dejaba registro por escrito.
Cada papel consignado era un crédito, y cada crédito era alrededor de 20$. Así lo hacía, desde que recuerda, en más de dos décadas como personal de limpieza.
“Nada más nos daban nuestra llave, un papelito, y ahí en el papelito venía todo el reporte de los cuartos. Conforme íbamos haciendo, los íbamos circulando con una plumita (bolígrafo) y cualquier cosa, cualquier nota de cada cuarto, lo escribíamos ahí cerca del número de cuarto en el papelito”, señala.
Todo cambió poco antes de la pandemia, cuando le entregaron un device. Un teléfono inteligente en el que ahora tendría que seguir las instrucciones del sistema y dejar registro de su jornada.
Ahora todo es más fácil, reconoce Claudia. “Los primeros días era cuando se nos hacía difícil porque ya estás acostumbrada a hacer tu trabajo de una manera por 20 años, y de repente te dicen que ya no lo tenemos que hacer así. Todos tenemos que estar al día con la tecnología, pero lo que no están tomando en cuenta es que nos deben dar primero un entrenamiento. Recuerdo que nos dieron el device, y así nada más: préndelo así, apágalo, o cualquier cosa mándanos un (mensaje de) texto”.
Fue una explicación rápida, recuerda Claudia. Ella aprendió pero una compañera de trabajo, mayor de 65 años, que no hablaba inglés, no lo logró. Su compañera decidió renunciar porque se le hacía muy difícil entender el nuevo método de trabajo. “Yo me imagino que haber tenido el entrenamiento hubiese marcado la diferencia para personas como mi amiga”, dice.
Ahora ese entrenamiento está garantizado para todas los trabajadores de Rio Hotel & Casino, después del acuerdo alcanzado entre los patronos y el sindicato Culinary Workers Union Local 226 en febrero de 2024. 670 trabajadores de hospitality están protegidos por cinco años tras ese contrato.
Sindicatos como Culinary Workers Union, al que está afiliada Claudia en Las Vegas, han establecido protecciones para sus 60 mil afiliados que obligan a la empresa a entrenar y avisar de la introducción de nuevas tecnologías con seis meses de anterioridad. Más del 50% de sus trabajadores son hispanos y más de la mitad de sus afiliados son mujeres.
La vocera del sindicato Bethany Khan explicó que el lenguaje contractual de Culinary Workers Union establece objetivos “históricos y claros” con respecto a la tecnología y la automatización para la retención de trabajadores, capacitación y reentrenamiento laboral, notificación anticipada de implementación y un paquete de reconocimiento de servicios.

Las protecciones incluyen notificación avanzada (de hasta seis meses) de implementación de nueva tecnología, incluida la inteligencia artificial; reentrenamiento obligatorio y gratuito para utilizar nueva tecnología en los trabajos actuales; negociación sobre esa tecnología; y acceso y capacitación laboral gratuita obligatoria si hay nuevos empleos que se crean debido a la automatización y la tecnología. También un paquete de bonificación de reconocimiento de servicio basado en años de servicio, que incluye seis meses de beneficios de salud y pensión si un trabajador sindicalizado alguna vez es despedido debido a la tecnología.
Aproximadamente la mitad de los miembros de Unite Here en todo el país, quienes también están afiliados a Culinary Workers Union, ya han obtenido disposiciones similares. Unite Here es un sindicato que representa a 300.000 trabajadores en Canadá y Estados Unidos. Tiene afiliados locales en docenas de ciudades con una membresía diversa predominantemente de mujeres y personas de color.
Trabajadoras hoteleras: organizadas para el equilibrio
Los beneficios alcanzados por Culinary Workers Union son particularmente importantes para trabajadoras latinas como Claudia, quienes representan el grupo demográfico con mayor riesgo de perder empleos debido al impacto de la automatización y la digitalización en Estados Unidos, con una tasa de 26% de posible desplazamiento laboral para los trabajadores latinos, de acuerdo con diversos estudios, como The Future of Work in America (2019), de McKinsey Global Institute, un centro de investigación y análisis económico.
¿Por qué? Los latinos tienen brechas más amplias en habilidades digitales que otros grupos raciales en Estados Unidos por varias razones: viven generalmente en zonas consideradas desiertos tecnológicos y con menos acceso a computadoras, explica un reporte de 2020 del Latino Policy & Politics Institute (LPPI), de la Universidad de California, titulado “Latino Workers and Digitalization”.
También, históricamente, han estado sobrerrepresentados en sectores laborales donde la automatización está creciendo, como agricultura, construcción, manufactura y hospitalidad, donde los oficios suelen ser rutinarios, menos digitalizados y peor pagados.
La falta de habilidades digitales o entrenamiento, en momentos donde la automatización está creciendo, tiene un impacto mayor en el grupo etario superior a 60 años, que con frecuencia tiene brechas digitales más amplias, enfrentan discriminación por edad en el trabajo y barreras de lenguaje.
Un reporte de 2020 del National Skills Coalition, basado en los datos de la Organización para la Cooperación Económica y Encuesta de Desarrollo sobre Habilidades de Adultos, encontró que 57% de los latinos de entre 16 y 64 años tenía niveles bajos o sin habilidades digitales, en comparación con un promedio del 31% en Estados Unidos.
En el caso de los trabajadores latinos mayores de 50 años, esta brecha digital tiene repercusiones severas porque limita sus posibilidades de encontrar trabajo, lo que los relega a empleos precarios, fuera de su ámbito de formación y, por lo tanto, los obliga a mantenerse en la fuerza laboral porque sus cotizaciones son insuficientes para una jubilación temprana.

Y para muestra, un dato: sólo 76% de los latinos de 65 años o más recibe beneficios de jubilación del seguro social, en comparación con 89% de la población general de 65 años o más, precisa UnidosUS, la mayor organización de derechos civiles y de defensa de la comunidad hispana en los Estados Unidos.
A la par de este escenario, el horizonte demográfico está cambiando en Estados Unidos. Para 2030, una quinta parte de la población de Estados Unidos tendrá más de 65 años, representando el grupo de más rápido crecimiento y equiparando en número a los menores de 18 años.
“Los efectos de este cambio demográfico impregnan todos los aspectos de la vida estadounidense, con importantes implicaciones sociales, económicas y de salud. A medida que envejecemos, desarrollamos necesidades únicas, pero también hacemos contribuciones únicas a la sociedad”, señala la Gerontological Society of America en un informe en el que alienta a cubrir las oportunidades de lo que llaman “la revolución de la longevidad”.
Parte de estas implicaciones es facilitar la inclusión digital a partir de políticas públicas que, según la reconocida organización en equidad racial y la calidad del trabajo National Digital Inclusion Alliance (NDIA), debe cumplir con los siguientes requisitos: internet de banda ancha asequible y sólido servicio, dispositivos habilitados para Internet que satisfacen las necesidades de los usuarios, acceso a formación en alfabetización digital, soporte técnico de calidad y aplicaciones y contenido en línea que fomente la autosuficiencia y colaboración.
“A medida que los trabajadores latinos se convierten en un grupo de mayor proporción en la fuerza laboral estadounidense, asegurar acceso equitativo a servicios de banda ancha, dispositivos digitales y habilidades digitales sigue siendo una asignatura pendiente crucial. Si no se apoya mejor a los trabajadores latinos, esto afectará la resiliencia y el dinamismo económico estadounidense”, señala Aspen Latinos and Society Program (AILAS) en su informe Pathways to digital skills development for Latino workers (2022).
Tecnología, pero bien usada
Un ejemplo de los beneficios del desarrollo de habilidades digitales es la adopción de los dispositivos en los hoteles, como el Hotel Bellagio, también en Las Vegas, como una herramienta de trabajo. Cuando se sustituyó el sistema de registro en papel al teléfono inteligente, a Elsa Rondán, de 62 años, no le costó adaptarse aunque tenía 15 años trabajando como housekeeper usando el mismo método de trabajo.
El Hotel Bellagio es un complejo de dos edificios que suman 2 mil 500 habitaciones en las que los trabajadores deben moverse de un extremo a otro, caminando, según se necesite. Entre las ventajas de la adopción del teléfono, Elsa identificó la posibilidad de generar incidencias en tiempo real, o solicitar una reparación o asistencia técnica casi de inmediato en una habitación. Todas estas responsabilidades son parte de su trabajo.

Pero, además de eso, en principio vio más problemas que beneficios: con el nuevo sistema el ritmo de trabajo aumentó. Se le cronometró el tiempo de asear una habitación y debía cumplir el saneamiento de 13 habitaciones en siete horas, pero ahora en distancias que no podían controlar.
“Eso nos cambió absolutamente todo. Fue un parteaguas”, recuerda Elsa. “Ese teléfono nos comenzó a monitorear en tiempo real nuestro movimiento y a dirigirnos la ruta que debíamos seguir para completar los goals (objetivos)”, explica. “Se nos anunció que esto iba a pasar pero como una manera de controlarnos. Para muchas personas esto no fue muy bienvenido. Pero mire, yo no estoy en contra de la tecnología, siempre y cuando pudiera ser un ahorro, algo productivo para todos. Un win-win para todos”.
Para Elsa y sus compañeras cambió la manera cómo administraban su tiempo y la secuencia en el ritmo de trabajo, lo que, señala, le generó mucho estrés por cumplir en los tiempos previstos.
Tras la amenaza de huelga, lograron un nuevo contrato hasta 12 habitaciones por día, entre otros beneficios. “Ellos debieron de haberse dado cuenta que nadie puede terminar un cuarto a los estándares que se exigen en 20 a 25 minutos”, comenta, al tiempo que subraya que es el mejor contrato de la historia en esa empresa.
El sindicato logró un aumento salarial de 32 por ciento durante cinco años. El 10 por ciento en el primer año fue el más grande en los 89 años de historia del sindicato. “No creo que a nadie le haya beneficiado el uso de ese device por la manera como la empresa lo estaba usando. Imagínese lo que costó, que hasta casi vamos a huelga. Logramos poner en el lenguaje del contrato: queremos una mejor tecnología".
Sindicatos a la vanguardia
Son los sindicatos un actor importante en la protección de los trabajadores en la adopción de tecnología. El problema es que las tasas de sindicalización en Estados Unidos son bajas, y la mayoría de los trabajadores hispanos — como el resto— no están afiliados a sindicatos.
De acuerdo con el Consejo Laboral para el Avance del Trabajador Latinoamericano (LCLAA, por sus siglas en inglés), los trabajadores latinos sindicalizados ganan más que los trabajadores no sindicalizados. “Un trabajador latino sindicalizado puede ganar $1,087 a la semana, en promedio, mientras que el no sindicalizado recibe, en promedio, $806 a la semana”, respondió la organización a un cuestionario enviado.
Las mujeres representan casi la mitad de todos los sindicalizados (45.6%) en Estados Unidos en 2023. Si bien la afiliación sindical de las mujeres en general disminuyó de 9,6% a 9,5% entre 2022 y 2023 según los datos del Departamento del Trabajo, y en el caso de las mayores de 65 años de 8,7% a 8,6%, “la afiliación sindical entre las mujeres negras aumentó ligeramente del 10,3% al 10,5% y para las latinas del 8,5% al 8,8%”, señala National Women's Law Center en un reciente informe publicado el 30 de abril último.

Destacan que la afiliación sindical de las mujeres ha disminuido desde que los datos estuvieron disponibles por primera vez en 1983, pero las tendencias actuales indican un posible aumento futuro de la afiliación sindical de mujeres.
“Es como si estuviéramos viendo peleas reales en vivo sobre cómo se está implementando la tecnología. Ya sea la toma de decisiones algorítmica cuando se trata de herramientas y contratación y ese sesgo. Porque todos estos sistemas están diseñados según los sistemas de sesgo que hemos tenido tantas veces, que han puesto a los trabajadores de color y a las mujeres y a los trabajadores discapacitados en desventaja (...) Y luego también esto del monitoreo y cálculo de métricas de desempeño: ¿cómo saben en términos de si esta presión sobre los trabajadores contribuye a las altas tasas de lesiones y estrés?”, comentó Karla Walter, directora de American Worker Project, de Center for American Progress (CAP).
Walter considera que más allá del desplazamiento de trabajadores, una discusión que está sobre la mesa es cómo los trabajadores son recompensados por las ganancias que trae la Inteligencia Artificial o la tecnología, por ejemplo, más allá de soportar los costos de su implementación. Para hablar de ello, señala, hay que remitirse a las últimas décadas.
“Hemos visto cómo la economía crece y crece y la productividad y los salarios de los trabajadores se mantienen estables. Los trabajadores no han estado acumulando los beneficios de las ganancias tecnológicas durante mucho tiempo. Entonces, ¿es este un momento en el que realmente podemos presionar para lograr más? Estamos viendo que esto también está en el radar de los sindicatos, como el caso de UPS o trabajadores de Microsoft”, indica.
Aunque los trabajadores hispanos representan una de las porciones más jóvenes de la fuerza laboral en Estados Unidos, mirar el tipo de empleos y consecuencias de la automatización en el grupo etario mayor de 60 años puede brindar luces sobre las brechas digitales donde hay que invertir en el grupo laboral más joven.
Este es el primero de una serie de artículos producidos con el apoyo de una beca de periodismo de The Gerontological Society of America, The Journalists Network on Generations y The Silver Century Foundation.