El pasado viernes, una flota de camiones cargados con ayuda humanitaria cruzó el nuevo muelle flotante construido por EEUU hacia la Franja de Gaza, ofreciendo esperanza a pesar de las restricciones fronterizas y los enfrentamientos.
Este convoy representa el paso inicial de lo que el ejército estadounidense espera que crezca hasta alcanzar los 150 camiones diarios, superando los obstáculos logísticos y de seguridad derivados del conflicto en curso.
La operación comenzó cuando las fuerzas israelíes intensificaron sus operaciones contra Hamás en Rafah, en el extremo sur de Gaza.
Desencadenado por una incursión de Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, el conflicto cobró 1.200 muertos y unos 250 rehenes.
La situación se agravó rápidamente, las autoridades sanitarias locales informaron de más de 35.000 víctimas palestinas y la violencia se extendió a Cisjordania, donde se cobró más vidas.
El Mando Central de Estados Unidos confirmó el inicio de la campaña humanitaria a las 9 am del viernes, subrayando que no había personal militar estadounidense en territorio palestino. Este equilibrio se esfuerza por suministrar ayuda crítica al tiempo que mantiene la neutralidad en las complejidades regionales.
Solución a corto plazo
Sin embargo, EEUU y las organizaciones de ayuda advierten que el despliegue del muelle flotante es una solución temporal. Señalan que el transporte por carretera de artículos de primera necesidad como alimentos, agua y combustible sigue siendo necesario y continúa viéndose reducido por el bloqueo.
Antes de la escalada, Gaza recibía unos 500 camiones de ayuda humanitaria al día, una cifra que se desplomó significativamente.
La eficacia futura de la operación del melle flotante es incierta debido a las posibles amenazas, los desafíos logísticos y la creciente escasez de combustible que complica debido al bloqueo.
Estos problemas plantean riesgos continuos para la escala y la sostenibilidad de las entregas de ayuda humanitaria, vital para la supervivencia de la población de Gaza.
