En el corazón de nuestra nación, donde las chimeneas se elevan como monumentos a una era industrial pasada, hay una mezcla silenciosa pero mortal de mercurio, hollín, arsénico y otros contaminantes que, durante décadas, han susurrado sus legados tóxicos en el aire que respiran y el agua que beben nuestros niños latinos, afrolatinos y negros, lo que causa y perpetúa disparidades de salud por largo tiempo. Pero, se respiran cambios en el horizonte. Cambios que vienen acompañados de una promesa renovada de un aire más seguro y un futuro más saludable.
La reciente actualización de los Estándares de Mercurio y Tóxicos de Aire (MATS, por sus siglas en inglés) por parte del presidente Biden y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) es un llamado para proteger a nuestros más vulnerables: nuestros bebés, las personas mayores y las comunidades que han sido asfixiadas durante mucho tiempo por la fuerte mano de la contaminación.
No se puede sobreestimar el poder de estos estándares. Establecidos inicialmente hace 12 años para frenar la contaminación tóxica de las centrales eléctricas de carbón y petróleo, los MATS ya han demostrado su eficacia al reducir de manera drástica la contaminación por mercurio en un 89%. Se trata de un avance significativo, pero no es momento para sentirnos sobreconfiados.
Nuevos estándares sobre el mercurio y los tóxicos del aire
Los estándares recién fortalecidos son un rayo de esperanza para las comunidades que llevan mucho tiempo sobrecargadas por la contaminación, iluminando un camino hacia un futuro que promete reducciones aún más significativas de contaminación climática y emisiones del tubo de escape. Las estadísticas pintan un panorama más saludable.
Para 2035, estos estándares actualizados evitarán la emisión de 82 libras de mercurio, 800 toneladas de hollín y miles de toneladas de otros contaminantes mortales. El aire transportará menos contaminación y las aguas menos arsénico. Es una historia de prevención y protección, en la que cada microgramo reducido de contaminación se traduce en beneficios tangibles: niños más sanos, vidas más largas y comunidades que prosperan en el aire puro de la justicia.
Esto no es sólo un sueño. Es un futuro que podemos hacer realidad.

Ida B. Wells dijo en una ocasión: "La forma de corregir los errores es encender la luz de la verdad sobre ellos". Durante demasiado tiempo, muchas comunidades latinas, afrolatinas y negras se han llevado la peor parte de la contaminación industrial. La ubicación de las centrales eléctricas no se ha hecho por accidente, sino por un diseño que históricamente ha marginado a estas comunidades.
Un paso más para lograr justicia ambiental
La actualización de los MATS no solo sirve como política, sino como correctivo, para equilibrar una balanza que por mucho tiempo se ha inclinado hacia la injusticia. El establecimiento de estándares más estrictos para proteger nuestra salud y el medioambiente, al tiempo que se impone un control continuo de la contaminación, garantiza que ninguna comunidad siga siendo testigo mudo de su propia degradación.
Los beneficios para la salud son abundantes y se prevé que alcancen los 300 millones de dólares anualmente. Estos beneficios no son cifras abstractas, sino que representan reducciones reales de los costos de salud, menos días de ausencia escolar para nuestros hijos y más padres que pueden asistir al trabajo en lugar de pedir días libres para cuidar a sus seres queridos enfermos.
El ahorro económico se entrelaza con historias personales de vidas sin la carga de enfermedades como el asma, la bronquitis o el cáncer y la muerte prematura. No se trata solo del medioambiente. Se trata de nuestra economía y nuestro futuro.
A pesar de estos beneficios evidentes, hay voces disidentes respaldadas por los enormes bolsillos de la industria de los combustibles fósiles. Esparcen el miedo y la desinformación, al sugerir que el camino hacia la energía limpia está plagado de peligros económicos, lo que a menudo ha demostrado ser completamente falso. Sin embargo, debemos hacernos la verdadera pregunta: ¿Cuál es el costo de la inacción? ¿Cómo medimos el valor del desarrollo sano de un niño o la prolongación de la vida de un abuelo?
El trabajo no ha terminado
El apoyo masivo a unos límites más estrictos para el mercurio y otros contaminantes tóxicos del aire, respaldado por el 82% de los votantes según una encuesta reciente, lo dice todo. Pone de relieve una verdad universal: la salud de nuestro medioambiente está estrechamente ligada a la salud de nuestra gente. No se trata sólo de una cuestión ambiental; es una cuestión de salud pública, de deber moral y de garantizar que cada respiro de aire sea un respiro de vida, no de veneno.
Es un testimonio de nuestra responsabilidad colectiva y nuestro interés compartido por un medioambiente más sano.
En esta encrucijada, adoptemos el camino que conduce a un futuro más brillante y saludable. Elogiemos el liderazgo del presidente Biden y de la EPA por su valentía y transparencia a la hora de establecer estas Soluciones para la Contaminación. Y apoyemos el cumplimiento pleno de estos estándares más estrictos, no como una declaración política, sino como un profundo compromiso con el bienestar de cada persona y cada niño que nace en este mundo con derecho a respirar aire sano.
El trabajo no ha terminado. La lucha contra quienes dan prioridad a llenarse los bolsillos por encima de las personas continúa. Sin embargo, cada paso adelante y cada estándar fortalecido nos acercan a un mundo en el que el aire seguro llena nuestros pulmones, nuestras comunidades florecen y un medioambiente sano se convierte en el legado perdurable que dejamos a todos los niños.
Mustafa Santiago Ali es vicepresidente ejecutivo de Justicia, Clima y Conservación Ambiental de la National Wildlife Federation y fundador de Revitalization Strategies. Durante más de dos décadas desempeñó funciones relacionadas con el medioambiente y la fiscalización en la Agencia de Protección Ambiental.
Este artículo forma parte de la campaña Tiempo de Acción, un proyecto del diario Tiempo Latino y MEL una agencia de comunicaciones integradas, propiedad de minorías y liderada por hispanos. La iniciativa busca contribuir y favorecer la conciencia y las acciones climáticas en favor de las comunidades hispanas en EEUU.