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Después de los 50 años, los migrantes también se enfrentan al muro de la brecha digital

Selservice brecha digital
Se prevé que 85 millones de empleos serán desplazados por un cambio en la división del trabajo entre humanos y máquinas para 2025, según el Foro Económico Mundial. Foto Clavel Rangel

Cuando Esperanza Rangel aprendió a usar la computadora a los 57 años parte de su vida cambió. Ya sabe cómo revisar su correo electrónico, responder un e-mail e incluso estar enterada de las noticias de la escuela primaria en la que trabaja como asistente en Denver, Colorado.

El curso de UnidosUS’s Digital Skills for Life (DS4L), dictado por UnidosUS, en alianza con la organización comunitaria Mi Casa, — una de los 29 aliados de UnidosUS en 12 estados del país — ,  representa un antes y un después en la vida de esta asistente escolar para niños con habilidades especiales.

El programa de alfabetización digital de UnidosUS, la organización de defensa latina sin fines de lucro más grande de los Estados Unidos, cubre conceptos como hardware, software, redes sociales, aplicaciones y seguridad en Internet.

“Lo necesitaba para mi trabajo. Siempre le pedía a alguien más en el trabajo que me ayudara a mandar un email. Para mí fue muy beneficioso porque me ayudó a tener más independencia en mi trabajo y a poder hacer lo que necesitaba hacer sin estar molestando a alguien más”, cuenta, pocas semanas después de su graduación.

Después del curso, que le tomó dos meses, compró una laptop. “Antes ni a eso me atrevía. Ya le estoy teniendo más confianza. Antes me daba un poco de ansiedad porque no sabía qué estaba haciendo”, añade.

Esperanza es una de las 1.688 latinos recién graduados del programa UnidosUS’s Digital Skills for Life (DS4L), en el que se han inscrito 2.163 personas a través de sus 29 organizaciones comunitarias. El programa cuenta con el apoyo de ​​Google.

Participantes del programa UnidosUS’s Digital Skills for Life (DS4L) de Mi Casa, en Denver, Colorado. Foto cortesía Mi Casa

El vicepresidente adjunto de Educación de Adultos y Desarrollo de la Fuerza Laboral de UnidosUS, Luis Quiñones, señaló que el 89% de los participantes son latinos, y de ellos, 76% son mujeres. 23,68% de todos los participantes tienen más de 55 años, lo que equivale aproximadamente a un cuarto de los participantes del DS4L. Solo 54% tiene un diploma de high school.

“Cuando comenzamos el programa sabíamos que queríamos comenzar con los adultos porque conocemos que 34 millones de latinos son deficientes en habilidades digitales”, cuenta Quiñones de acuerdo con datos de la National Skills Coalition, una organización nacional que lucha por una capacitación inclusiva y de alta calidad para asegurar un acceso a una vida mejor.

El programa surgió en 2019 con la intención de mejorar las destrezas digitales básicas de los latinos en el trabajo con la idea de reducir la brecha digital y así mitigar el desplazamiento de trabajadores hispanos como consecuencia de la automatización y la digitalización.

Pronto se dieron cuenta que la oferta disponible sólo estaba en inglés. Hicieron estudios para entender qué estaba pasando con los latinos y sus habilidades digitales, y  así crearon un programa también en español.

La brecha digital: la importancia de la data

La organización que más ha documentado la brecha digital entre los latinos es National Skills Coalition. De acuerdo con su análisis The New Landscape of Digital Literacy (2020), el 55% de los trabajadores latinos en Estados Unidos tienen brechas de habilidades digitales. Es decir, básicos conocimientos del uso de computadoras, programas e Internet.

Los números parten de  la encuesta de habilidades de adultos del Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés), una iniciativa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) diseñada para evaluar y analizar las competencias claves de los adultos en diversos países.

Cuando se miran los datos entre trabajadores inmigrantes, el estudio arroja que 33% de todos los trabajadores inmigrantes carece de habilidades digitales, y 29 por ciento tiene habilidades digitales limitadas.

Estos porcentajes aumentan cuando se mira en trabajadores con limitado conocimiento de inglés, lo cual puede ser un sesgo, señala el estudio, pero es pertinente porque casi todas las empresas en Estados Unidos tienden a trabajar en inglés.

Además, los hispanos y los afroamericanos están 10 años por detrás de los blancos en lo que respecta a niveles de acceso a banda ancha según el estudio del Deutsche Bank titulado “La brecha racial de Estados Unidos y la ventana de cierre de las grandes tecnologías”.

Apunta la investigación que si no hay un gran cambio en los próximos años, 76% de los afroamericanos y 62% de los hispanos no tendrán las habilidades necesarias para el 86% de los empleos estadounidenses en 2045.

Reducir la brecha digital

Las sugerencias para cerrar la brecha digital son diversas. Según el estudio Education, Adult Literacy Skills, and Job Automation Risk in the Older US Workforce, presentado por la doctora en gerontología Donnette Narine en la conferencia anual de The Gerontological Society of America 2023  (GSA), una de las estrategias eficaces es impulsar e incrementar los conocimientos y habilidades de los trabajadores a través de la educación de adultos y alfabetización.

La investigación, en la que participaron Takashi Yamashita del Departamento de Sociología, Antropología y Salud Pública de la Universidad de Maryland; Runcie C. Chidebe y Phyllis Cummins, del Departamento de Sociología y Gerontología de la Universidad de Miami; y Jenna Kramer y Rita Karam, de la Corporación RAND, señala que esto apunta una oportunidad de intervención del gobierno e instituciones para incorporar a más personas de la tercera edad al trabajo.

“Regresar a la escuela para obtener un título tradicional, como una licenciatura o un asociado, suele ser desafiante para la mayoría de los adultos. Sin embargo, algunos programas de certificados de colegios comunitarios o programas de microcredenciales pueden ser un punto óptimo para volver a capacitar a los trabajadores mayores”, señaló la doctora en gerontología Donnette Narine, de la University of Maryland en una entrevista concedida a El Tiempo Latino en noviembre de 2023.

Las mujeres mayores de 55 años representan el 15% del total de la fuerza laboral femenina hispana en Estados Unidos. El 67.2% de las mujeres hispanas activas en la fuerza laboral están entre los 25 y 54 años, de acuerdo con el Departamento del Trabajo. Foto Clavel Rangel

Aspen Instituto Latinos & Society,  una plataforma para empoderar a las comunidades latinas y promover el crecimiento económico, señala en su más recientes estudio Aspen Principles for Latino Digital Success (2023) cuatro pilares para que organizaciones identifiquen áreas de intervención y se multipliquen programas como el de UnidosUS.

Los cuatro pilares son: asequibilidad, el acceso y la adopción de servicios de internet de alta calidad y dispositivos digitales actualizados;  oportunidades de desarrollo de habilidades digitales responden a la experiencia;  fuerza laboral y el liderazgo de los empleadores, así como inversiones suficientes para apoyar los esfuerzos de equidad digital a largo plazo.

El managing director de Aspen Institute Latinos and Society Program y líder de la Iniciativa de Inclusión Digital Latina, Diego Deleersnyder, destaca que diseño de políticas públicas y la proactividad de empresas puede marcar la diferencia en el reentrenamiento de la fuerza laboral de cara a los desafíos de esta nueva era. Especialmente ahora cuando la población de Estados Unidos está envejeciendo y la representación latina en la fuerza laboral de los Estados Unidos está creciendo constantemente.

También recomiendan a empleadores y organizaciones de trabajadores involucrarse en Digital Equity Act, una iniciativa legislativa federal que provee $ 2.75 mil millones de dólares para incrementar las habilidades, la tecnología y la capacidad necesarias para aprovechar al máximo los beneficios de la economía digital.

Cerrando la brecha digital

La pandemia fue un buen ensayo para acelerar la transición de una economía digital, pero también para mirar las deficiencias, destaca Deleersnyder. Por ejemplo, organizaciones como Aspen Institute constataron que los latinos, en promedio, son muy buenos en el uso de teléfonos celulares pero que el uso de computadoras es limitado en casa.

“​​Durante la experiencia de la pandemia quedó muy evidente que un hogar que depende 100% de el teléfono inteligente como la principal forma de conectarse en Internet está muy limitada a la hora de que, por ejemplo, todos los niños de la de la casa puedan conectarse al mismo tiempo a clases virtuales o hacer la tarea. El teléfono quedó muy limitado como tecnología para poder suplir lo que eran las clases en persona. También vemos que, incluso, en aquellos hogares en donde sí había tal vez computadoras, no siempre había suficientes computadoras para todos los niños”, comenta el managing director de Aspen Institute Latinos and Society Program.

En el caso de María Mercedes Castro, maestra venezolana de matemáticas y física en Washington DC, sintió que sus habilidades digitales se multiplicaron en la pandemia por necesidad. “Cuando vino la pandemia comencé a trabajar ayudando a los niños a conectarse con sus maestras vía internet. Muchas mamás me llamaban pidiéndome ayuda. Para mí no fue tan extraño el momento de la pandemia porque yo ya sabía usar herramientas, lo que era extraño era las plataformas de aquí (de EEUU). Pero trabajar de forma remota, con los niños, no fue tan extraño”.

Pronto se dio cuenta que debía comprarse una misma computadora como la de los niños, con todos los programas y plataformas que ellos usaban para conectarse con las escuelas. Ahora trabaja en una escuela en Washington, en un programa de adultos entre 16 y 30 años, para prepararlos para terminar el high school en las áreas de matemáticas y ciencias sociales, así como voluntaria en una organización que alfabetiza migrantes.

María Mercedes migró a Estados Unidos hace cinco años. “Me volví a conectar con la tecnología, desde el punto de vista de educación, aquí en Estados Unidos”. La diferencia, como han señalado diversos estudios, es el nivel de alfabetización digital que tienen los adultos mayores de 50 años. A mayor nivel de alfabetización, mayor capacidad de adaptación.

Según datos de la Asociación para el Avance de la Automatización (A3) y la Federación Internacional de Robótica (IFR), se estima que hay más de 310,000 robots industriales operando en fábricas y plantas de manufactura en el país. Foto Clavel Rangel

Discriminación por edad

Otros puntos de intervención para mejorar la capacitación laboral, es implementar un programa para prevenir la discriminación basada en la edad en el lugar de trabajo, sostiene Narine. En este punto coinciden diversas organizaciones que están impulsando la recapacitación de los trabajadores latinos.

“Para los trabajadores mayores, la clave es el aprendizaje continuo. Continuar aprendiendo cosas nuevas y desarrollar habilidades debería ayudar a los trabajadores mayores a mantenerse más empleables en el mercado laboral dinámico”, indica Narine.

Pero para los trabajadores que por carecer de habilidades digitales quedan relegados en industrias más mecánicas, la discriminación por edad es una de las principales contras, sostiene María de Jesús Pantoja, de 69 años, y parte del colectivo Miami Workers Center al que está afiliada como trabajadora doméstica.

“En mi experiencia laboral yo he tenido grandes tropiezos. La tecnología no se usa mucho porque limpiar, lavar, son cosas (para las que) que no se requiere mucho conocimiento tecnológico, menos ahora con las lavadoras digitales. Pero sí en la discriminación por la edad”, dice Pantoja, oriunda de Nicaragua.

Llegó a Estados Unidos hace 24 años. Desde entonces ha sido empleada en Miami como trabajadora doméstica. Cuando comenzó tenía 45 años de edad. Con el tiempo, y tras cumplir 65 años de edad, en plena pandemia, la casa donde trabajó durante 16 años canceló sus servicios.

“El pretexto para despedirme fue que ya los niños habían crecido y no necesitaban mis servicios. Pero querían una persona más joven, lógico. En plena pandemia me dejó (sus jefes)  seis meses sin salario, y eso que me miraban como parte de la familia. Cuando miré ya no había necesidad de despedirme porque me fueron reduciendo los días, y yo sola dije que ya no era rentable”.

Norma Uriostegui, organizadora de los trabajadores inmigrantes en Miami Workers Center, subraya que es común que las trabajadores domésticas sean discriminadas por su edad. Por esa razón, y como una manera de protegerlas, están promoviendo que el condado de Miami-Dade apruebe como regla la incorporación de la carta de trabajo para trabajadoras domésticas.

Las trabajadoras domésticas afiliadas a Miami Workers Center exigen que se apruebe como obligatorio en el condado un contrato por escrito. Foto cortesía Miami Workers Center

En el condado de Miami-Dade en Florida, 60 mil mujeres son trabajadoras domésticas. Y aunque la digitalización no es uno de sus principales problemas, sí lo es la precariedad laboral. Por eso Miami Workers Center está exigiendo que se apruebe como obligatorio en el condado un contrato por escrito que garantice: seguridad y protección contra el acoso y la discriminación, privacidad en el trabajo, un descanso garantizado y avisos justos y con antelación sobre terminación o interrupción del empleo.

En el caso de las trabajadoras de la tercera edad como María de Jesús esta carta de trabajo puede significar un antes y un después, porque por lo general no tienen cotizaciones para cubrir un retiro o pensiones, lo que las relega a mantenerse en el mercado laboral pero con menos oportunidades.

Miami Workers Center, como otras organizaciones que trabajan en mejorar condiciones laborales,  también ofrece una vez al año un programa de equidad digital para que sus afiliados para que, por ejemplo, puedan usar sus teléfonos con más eficacia. “Se trata de que aprendan cómo usar las computadoras, cómo crear sus correos electrónicos, porque a veces ni siquiera tienen eso, o no saben cómo usarlos”, señala Uriostegui.  Pero, por ahora, el mayor problema es la discriminación en el trabajo.

Este artículo fue escrito con el apoyo de una beca de periodismo de The Gerontological Society of America, The Journalists Network on Generations y The Silver Century Foundation.

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