En Tokio, la industria automovilística japonesa se enfrenta a un severo escrutinio debido a un escándalo de fallas en pruebas de seguridad, donde los principales actores del sector, como Toyota y Mazda, detuvieron los envíos de determinados vehículos.
El lunes, el Ministerio de Transporte japonés descubrió irregularidades en las solicitudes de certificación, que implican a fabricantes como Honda, Suzuki y Yamaha.
El ministerio reveló que estos renombrados fabricantes de automóviles presentaron datos de pruebas de seguridad erróneos o manipulados en sus procesos de certificación de vehículos.
En consecuencia, el ministerio de transportes exigió la suspensión de los envíos de Toyota, Mazda y Yamaha.
Esta cascada de revelaciones se remonta a un incidente de manipulación de pruebas de seguridad en la unidad de coches compactos Daihatsu de Toyota, desvelado el año pasado.
Tras ese escándalo, el ministerio ordenó a todos los fabricantes de automóviles que volvieran a evaluar sus solicitudes de certificación en enero.
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Es probable que estas recientes revelaciones dominen la próxima asamblea general anual de Toyota. En particular, las empresas de asesoramiento a los accionistas Institutional Shareholder Services (ISS) y Glass Lewis propusieron disentir de la reelección de Akio Toyoda como presidente.
En una declaración a los accionistas, ISS destacó la "avalancha de irregularidades en la certificación" dentro del Grupo Toyota como motivo de preocupación.
El lunes, Toyoda, que es nieto del fundador de la empresa, emitió una disculpa a clientes, entusiastas del automóvil y partes interesadas. Admitió que varios vehículos se saltaron los protocolos de certificación correctos antes de salir al mercado.
Como resultado, Toyota suspendió el envío y las ventas de tres modelos producidos en Japón: Corolla Fielder, Corolla Axio y Yaris Cross.
Los funcionarios del gobierno no están satisfechos con la mala conducta. Yoshimasa Hayashi, portavoz del gobierno japonés, calificó los incidentes de "lamentables", un sentimiento compartido por las partes interesadas e inversores que, por lo demás, elogiaron las reformas de la gobernanza corporativa de Japón.
La investigación interna de Toyota reveló fallos en seis pruebas distintas en 2014, 2015 y 2020. Algunos modelos, incluidos los de la gama de lujo Lexus, presentaban evaluaciones inadecuadas de los daños por colisión, a menudo medidas en un solo lado.
Toyota también está examinando la eficiencia del combustible y las emisiones de los vehículos para concluir estas investigaciones a finales de junio.
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La empresa aclaró que, a pesar de las irregularidades, no existen problemas de rendimiento que incumplan las normas reglamentarias, asegurando a los clientes que sus vehículos siguen siendo seguros para su uso.
No obstante, estas revelaciones impactaron en el mercado, y las acciones de Toyota cerraron con una caída del 1,8%, en contraste con la subida del 0,9% del índice Topix, más amplio.
Mazda también se enfrenta a problemas similares, suspendiendo los envíos de su deportivo Roadster RF y del utilitario Mazda2 desde el pasado jueves.
La empresa descubrió un software manipulado en los resultados de las pruebas de control del motor y pruebas de choque manipuladas que utilizaban temporizadores en lugar de sensores para activar los airbags.
Esto provocó una caída del 3,3% en el valor de las acciones de Mazda.
Además, Yamaha detuvo la distribución de una motocicleta deportiva específica, mientras que Honda descubrió una mala conducta de larga duración en las pruebas de ruido y potencia durante un periodo de ocho años, hasta finales de 2017.
Los modelos afectados ya no se fabrican, pero estos descubrimientos manchan aún más la credibilidad de los fabricantes de automóviles japoneses.
Mientras los fabricantes de automóviles navegan por este mar de escándalos, la industria automovilística japonesa lucha por restablecer la confianza y el cumplimiento de las normas en los mercados mundiales.
