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Deni Taveras: “Si los latinos no están en la mesa, son parte del menú”

Deni Taveras
Deni Taveras es delegada estatal en la Cámara Baja de Maryland, antes de llegar a esta posición de votación popular fue concejal de Prince George. Foto cortesía Deni Taveras

Era demasiado pedirle que tenía que ser valiente siendo niña, pero ella intuyó que si no le sacaba músculo a su coraje se perdería igual que los demás en los portales y las calles del crack y el silbido de las balas en el Harlem neoyorquino de los años 80 y 90. Desde entonces, Deni Taveras empezó a acumular una biografía de pérdidas, luchas, maestrías y muchas ganas de vivir.

La más novel de las delegadas latinas en la Cámara Baja de Maryland es una mujer de armas tomar, dotada de gran capacidad de organización y disciplina. Esas cualidades la han convertido en un rostro conocido y de acción en la política del Condado de Prince George.

"Me siento más cómoda en el espacio político. Me gustaría seguir sirviendo a la gente no se si desde la Asamblea o desde otra posición, pero no me veo regresando como concejal, porque hay que darles oportunidad a nuestros latinos más jóvenes. Somos los que más crecemos en número y tenemos derecho a estar en la mesa de las decisiones”, dice Taveras, quien antes de orientar sus velas hacia lo político, trabajó en el Banco Mundial, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).

De allí se fue porque no “no me gustó el nivel de discriminación con la que trataron a los negros durante el huracán Katrina, fue un desastre lo que hicieron con ellos”.

En Prince George las palabras resistencia y tenacidad tienen un sinónimo con nombre de mujer: Deni Taveras. Durante el censo estaba en las iglesias animando a los latinos a dejarse contar y en la pandemia en las placitas pidiéndoles vacunarse.

Para entender esa obsesión de Taveras para proteger a los niños contra el fentanilo hay que saber que esta hija de dominicanos nació y creció en el Harlem de Nueva York, en uno de esos edificios donde las drogas, la violencia y el sida se llevaban las vidas a toda prisa.

Tenía cuatro años y los dardos de la tragedia cayeron directo al corazón el día en que su madre, una obrera de una fábrica, se suicidó. Cuatro años más tarde a su padre lo mataron mientras manejaba su taxi. Por un tiempo se fue a vivir con su tía, Eva, a República Dominicana, de ella aprendió que la educación y la responsabilidad con el dinero la salvarían. Volvió a vivir con su abuela en un hogar y barrio disfuncionales.

"A mis nueve años sabía que para escapar de ese ambiente debía estudiar. Me involucré en todas las actividades extracurriculares y en los programas de verano. Estaba afuera todo el tiempo y cuando no podía me refugiaba en la lectura de ciencia ficción, romance y Shakespeare. Así viajé a otros mundos".

Cuando no era la escuela ni la lectura, era la factoría. Su trabajo era cortar los hilos de los vestidos, hacer ojales, poner botones y etiquetas. “Mi abuela también cosía en casa y mi tarea era la misma. El gobierno pagaba por mi cuidado, pero yo tenía que contribuir también”.

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La delegada estatal Deni Taveras es parte del comité de salud en la Cámara Baja del estado de Maryland. Foto cortesía Deni Taveras

Una estudiante modelo

Aplicó a 11 universidades de elite, excepto Princeton, todas la aceptaron con becas completas. Escogió Columbia University, 20 bloques al sur del barrio donde nació. “Me gradué del colegio un jueves y el viernes metí mis trapos en una funda y me fui para nunca más volver a vivir con ellos. En esos edificios de muchas drogas era fácil extraviarse, pero yo quería ser diferente”.

Para pagarse los libros y la comida compaginó las clases limpiando casas y cuidando niños. Cuatro años después tenía una licenciatura en química. En ese entonces, la tragedia volvió de visita: perdió a una tía alcohólica y a su abuela. “A los 19 años cualquier referente de mi infancia lo perdí”.

Esa bufanda tejida de adversidades influyó para no estudiar medicina. “Había visto demasiados muertos de sida y de sobredosis, no podía con uno más”. Ese trauma también construyó una muralla invisible que atajó cualquier deseo de tener hijos.

Después de Columbia, su nuevo destino estaba listo: The University of Utah, para la maestría y el doctorado, también con becas completas.

Princeton le dijo sí

Algo le decía que la química no serviría para trabajar en la comunidad. Se tomó un año sabático empleándose en una oficina de abogados y haciendo estudios sociológicos para Rush Hospital, en Chicago. Quería probarse que podía vivir sin depender de una beca y conseguir sus 10 objetivos en los cinco años siguientes. “Todos los cumplí, excepto el de ser bailarina de ballet”, dice mientras ríe de muy buena gana.

Volvió a Utah, terminó la maestría y el doctorado se quedó sin la disertación final, porque hizo maletas de vuelta a Nueva York para trabajar en una agencia de protección ambiental. Al ver a muchas familias negras y latinas afectadas por los químicos pensó que había llegado el momento de sacarse la espinita de Princeton. Esta vez, la única universidad que le dijo no años atrás la aceptó para una doble maestría en asuntos públicos y planificación urbana; obtuvo, además, un certificado en ciencia, tecnología y políticas ambientales. Con esos títulos recaló en DC para trabajar en FEMA.

Su decepción con FEMA y el riesgo de bancarrota del condominio donde vivía la obligaron a cambiar de rumbo. “Déjenme ver los números y a ver qué podemos hacer”, les pidió a los condóminos. La eligieron presidenta de Presidential Park Condominum en Adelphi, en un año logró que esas 375 unidades habitacionales recuperaran la salud financiera y que la sombra de la bancarrota desapareciera. Aún sigue ocupando esa función.

Para la delegada Taveras y exconcejal de Prince George, educación, salud y vivienda en favor de los latinos son sus prioridades. Foto cortesía Deni Taveras

Los hechos la definen

En su horizonte laboral apareció el senador estatal Víctor Ramírez, quien la invitó a trabajar con él. El resto es historia: concejal de su distrito desde 2014 hasta el 2022 y desde el año pasado delegada estatal sometiendo y aprobando leyes en favor de las escuelas, de la salud de los inmigrantes, de los trabajadores en manos de contratistas fraudulentos, de los choferes de camiones latinos o de las víctimas de tráfico sexual.

Al margen de la esfera política, Taveras tiene otra misión: asegurarse que sus primos y los hijos de estos vayan a las universidades. Fue la primera en la familia que rompió la cadena de la pobreza y ese es su legado. En lo personal tiene una lista de 10 objetivos más, casarse con un hombre inteligente y detallista es una de ellos, seguir estudiando y haciendo comedia, así como  poner a rodar dos negocios.

¿Y en lo político?, Taveras se dará por satisfecha si los latinos en Prince George al fin entienden que “si no están en la mesa de las decisiones, son parte del menú”, concluye.

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