Este miércoles los ojos del mercado financiero en Estados Unidos se posaron sobre la Reserva Federal (Fed) por dos motivos. El primero es que comunicó el dato de la inflación del mes de mayo, mientras que algunas horas después informó qué decisión tomó respecto a las tasas de interés.
Ambas comunicaciones están estrechamente relacionadas. Una baja de la inflación podría derivar en que la entidad que comanda Jerome Powell resuelva finalmente bajar los tipos de interés, algo que Wall Street espera con ansias desde hace varios meses.
Sin embargo, la tan esperada noticia no llega pese a que la Fed informó justamente que el índice de precios al consumo se desaceleró el mes pasado al 3.3%. Es por eso que analistas, economistas y el propio mercado se comienzan a preguntar si el organismo monetario no está tardando en bajar el costo del crédito.
La Reserva Federal no ha recortado las tasas desde los primeros días de la pandemia en 2020. De hecho, las subió 11 veces entre marzo de 2022 y julio de 2023. La tasa de referencia de los fondos federales está actualmente entre el 5.25% y el 5.5%.
Y el miércoles resolvió mantenerlas en ese nivel a pesar que también comunicó que la inflación había caído.
Los argumentos (válidos) de la Fed
El objetivo de la Fed -ya lo dijo mil veces- es conseguir que la inflación baje al 2%. Por eso, el número que obtuvo hasta el momento no la deja conforme y de ahí se explica que mantenga los tipos de interés. Es una buena explicación.
Además, hay otros datos que todavía alejan esa posibilidad: la economía del país por ahora se muestra sorprendentemente fuerte, lo que indicaría que no hay posibilidades -al menos por ahora- de que “se enfríe” y bajen más los precios.
De hecho, la semana pasada se informó que durante mayo se generaron 272.000 nuevos puestos de trabajo. Los expertos preveían 165.000.
"En los últimos meses, hubo un modesto progreso adicional hacia el objetivo de inflación del 2%”, argumentó la Fed este miércoles.
En resumen: si con una inflación todavía alta para las expectativas y con resultados económicos aún muy alentadores pese a los tipos de interés altos, ¿para qué bajar todavía las tasas de referencia? Podría ser algo que los funcionarios de la Fed tengan en su cabeza. No lo sabemos, pero lo intuimos. ¿Tiene margen de manobra? Veremos.
Decisiones en sentido contrario
Pero como siempre ocurre, lo que resuelva EEUU impacta en el resto de las economías inevitablemente. Y por primera vez desde la pandemia, las decisiones que están tomando las autoridades para mantener la economía fuerte van en contramano con el resto de los países centrales.
El mundo se mueve en medio de una incertidumbre económica, con los bancos centrales haciendo equilibrios entre el control de la inflación y evitar una recesión.
Durante los últimos cuatro años, los bancos mundiales unieron esfuerzos para recortar los tipos durante la pandemia y subirlos para combatir la inflación. Sin embargo, la firme política de tipos de interés altos de la Reserva Federal rompe esta armonía, causando potencialmente un efecto dominó en toda la economía mundial.
La UE metió presión a la Fed
El jueves, el Banco Central Europeo (BCE) redujo cautelosamente su tipo de referencia en un 0.25%, lo que significa una tímida confianza europea en que se acerca el final de la batalla contra la inflación, al tiempo que reconoce la necesidad de estímulos económicos. La decisión puso algo de presión a la entidad que lidera Powell.
Los inversores esperan acciones similares por parte de la Fed en septiembre, previendo una relajación global sincronizada hacia una situación económica algo más suave. Aún así, abundan las incertidumbres. Y más cuando el propio Banco Central estadounidense dijo que sólo prevé un recorte para lo que resta del 2024.
Las predicciones iniciales de Wall Street para este año anticipaban una inflación reducida, un crecimiento económico ralentizado y múltiples recortes de tipos por parte de la Reserva Federal.
La economía de EEUU le da argumentos a Powell
En contra de lo esperado, la inflación se mantiene fuerte y el crecimiento económico supera las previsiones, lo que sugiere que podría no producirse un recorte de tipos en septiembre.
Tamara Basic Vasiljev, analista de Oxford Economics, advirtió a Bussiness Insider que "la Reserva Federal demostró su destreza para evitar problemas de estabilidad financiera”, aunque dijo que “si la inflación de los servicios sigue aumentando durante el verano, podrían abstenerse de recortar los tipos en septiembre".
Si la Fed se abstiene de recortar los tipos, la política estadounidense se diferenciará más de las tendencias mundiales.
La tasa de interés alta a la larga podría traer inflación
Esta disparidad podría atraer importantes inversiones al sistema financiero estadounidense, aumentando la liquidez en el país. Esta afluencia de capital elevaría los precios de los activos, complicando el objetivo de la Fed de frenar la inflación y distorsionando aún más la política estadounidense respecto al resto del mundo.
Además, si la inflación sube se vería obligada a subir nuevamente la tasa, pero ahí le surge otro problema: golpearía al consumidor de lleno o ocasionaría una recesión. El mayor de los temores.
Dinero que llega a Estados Unidos y que golpea al mundo
Este efecto de atraer capitales se le conoce como carry trade. Consiste en obtener préstamos en lugares donde la tasa de interés es más baja (UE, Japón, Corea del Sur o Gran Bretaña) y comprar bonos donde el tipo es más alto (EEUU) para obtener un mejor rendimiento. El efecto de aumentar la masa monetaria se traduce en más inflación, el enemigo público número 1 de la Fed.
Gigantes financieros como JPMorgan o UBS abogan por esta práctica, atrayendo fondos a Estados Unidos y capitalizando las diferencias económicas.
Para los mercados estadounidenses, este escenario podría significar una mayor volatilidad. Las acciones estadounidenses reaccionan bruscamente a los sentimientos económicos, oscilando entre los temores de estanflación y las esperanzas de un “aterrizaje suave”.
Esta disparidad de los tipos de interés de ambos lados del Atlántico podría inyectar una volatilidad similar en los mercados de divisas, ampliando las diferencias en las estrategias monetarias mundiales.
El desafío de la economía mundial
Aunque estas estrategias benefician a Wall Street, suponen un desafío para la economía mundial.
A medida que Europa y otras regiones se enfrentan a desaceleraciones en sus economías, los desplazamientos de capital a los mercados estadounidenses podrían endurecer las condiciones, prolongando sus esfuerzos de recuperación.
Es decir, al verse atraídos por las condiciones que ofrece EEUU, muchos capitales dejarían de invertir en otras economías y afectar la recuperación.
Absorber esos capitales también debilitaría al euro, lo que hará más difícil para el continente importar la energía que necesita para alimentar su economía y encarecería los costos de los productos estadounidenses.
En las economías asiáticas, donde las tasas de interés ya son significativamente más bajas que en EEUU, las cosas podrían complicarse aún más.
"Esperamos que Japón y Corea del Sur enfrentarán desafíos para equilibrar la política monetaria para mantener la estabilidad a medida que se aprecia el dólar", dijo al mismo medio Nigel Green, director ejecutivo de deVere Group, una firma global de gestión patrimonial.
"No me sorprendería que los responsables de las políticas sientan la necesidad de intervenir en los mercados de divisas o ajustar las tasas de interés para gestionar estos efectos", agregó.
Liquidez en exceso: un problema para la Fed
La liquidez añadida en el sistema financiero estadounidense contrarresta las medidas antiinflacionistas de la Reserva Federal, lo que podría provocar nuevas subidas de tipos y arriesgar a una recesión.
Aunque esta divergencia política podría ser temporal, impulsada por las tensiones económicas tanto en EEUU como en Europa, el efecto inmediato es un aumento de la incertidumbre financiera.
Las autoridades monetarias de todo el mundo comenzaron, con cautela, a reducir las políticas de restricción monetaria que impusieron en un esfuerzo por enfriar la inflación. El BCE es un ejemplo de ello.
“Pocas personas esperan que la Reserva Federal haga lo mismo. Y eso plantea un enigma. Según las cifras, los argumentos a favor de recortes de tipos en Estados Unidos y Europa son casi idénticos. Así que o la Reserva Federal o el BCE se están equivocando”, sostiene el premio Nobel de Economía Paul Krugman en su más reciente artículo publicado en The Washington Post.
El BCE se adelanta a la curva… ¿y la Fed?
“¿Pero quién tiene razón? Hasta ahora, la economía estadounidense se mantuvo notablemente fuerte a pesar de las altas tasas de interés. Pero hay signos de suavizamiento en varios datos. En particular, la proporción entre puestos vacantes no cubiertos y el número de desempleados, que fue ampliamente citado como evidencia de una economía sobrecalentada, regresó a su nivel prepandémico y puede tener una tendencia a la baja. Se supone que los bancos centrales deben adelantarse a la curva. Y me parece que el BCE está haciendo eso, pero la Reserva Federal no”
Paul Krugman, economista y comunista de The Washington Post
Hay otras señales de cierto enfriamiento. Por ejemplo, la tasa de ahorro de los hogares está en su nivel más bajo en 16 meses, los ingresos disponibles lograron sólo ganancias modestas y la cantidad que la gente tiene que pagar por sus saldos crediticios es elevada.
La inflación del Reino Unido y la UE podría ser más dura de lo que habían previsto. No obstante, el BCE bajó la tasa.
La mirada ahora se centra en el verano y cómo Wall Street continuará absorbiendo dinero de otras economías. Cuando llegue septiembre debería recalibrar su política.