En la ciudad fronteriza de Sunland Park, Nuevo México, los bomberos se enfrentan a una batalla contra el calor extremo que amenaza la vida de los residentes y sobre todo la de los inmigrantes.
Enclavado cerca de Texas y México, este pueblo se convirtió en el telón de fondo de una crisis humanitaria que se desarrolla bajo un sol implacable y fuertes olas de calor que azotan a EEUU.
En una tarde sofocante en la estación 1 del cuerpo de bomberos de Sunland Park, un día aparentemente rutinario se vio interrumpido por una llamada urgente por radio.
"Creo que será una mujer, posiblemente indocumentada", anunció un operador. El capitán de bomberos Abraham García y 4 bomberos más entraron en acción, recogiendo hielo, una herramienta esencial para combatir el estrés por calor que pone en peligro la vida.
En cuestión de minutos, encuentran a una mujer joven, Julissa, de Ecuador, desplomada contra una señal de stop. El calor la dejó casi inconsciente, con los ojos vidriosos y deshidratada.
Sospechando un embarazo y reconociendo la grave situación, el equipo de García la envuelve en una manta helada y la bañan con agua fría antes de llevarla al hospital.
Esta rápida respuesta es una realidad cotidiana para los bomberos de Sunland Park, que trabajan bajo el intenso calor del verano, con temperaturas que a menudo alcanzan unos 120° F.
Su jurisdicción, que forma parte del sector de la Patrulla Fronteriza de El Paso, comprende un duro terreno desértico que no ofrece ningún respiro natural del sol abrasador.
Desafíos en el terreno desértico
El vasto desierto, plagado de tierra áspera, rocas y arena, se convierte en un camino traicionero para los inmigrantes. Muchos caen vulnerables al agotamiento por calor y la deshidratación.
El capitán García, un veterano con más de 20 años de servicio, reconoce que la asistencia a los inmigrantes en apuros domina ahora sus operaciones, eclipsando las tareas médicas y de extinción de incendios convencionales.
"Nos enfrentamos a estas situaciones con demasiada frecuencia", dice García. "Los inmigrantes están desnutridos, deshidratados y agotados para cuando llegan a EEUU. Es un panorama desolador".
De hecho, las estadísticas subrayan esta realidad; las muertes de inmigrantes en la zona se duplicaron, en 2022 hubo 71 muertes de inmigrantes. En 2023, esa cifra aumentó más del doble, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Traficantes de personas añaden otra capa al peligro que enfrentan los inmigrantes
Para mayor complejidad, los traficantes de personas suelen abandonar a muchos en ruta, lo que agrava las traiciones a las que se enfrentan. Orlando Marrero Rubio, portavoz de la Patrulla Fronteriza, hace hincapié en la necesidad de que los inmigrantes comprendan los peligrosos riesgos de los cruces no autorizados.
Dado que los agentes de la Patrulla Fronteriza también actúan como técnicos médicos de urgencias, la agencia emplea "balizas de seguridad de emergencia", que los inmigrantes pueden utilizar para pedir rescate.
A pesar de estas medidas, el gran volumen de llamadas de socorro obliga al cuerpo de bomberos de Sunland Park a adaptar continuamente sus estrategias y capacidades.
"Tuvimos que evolucionar", admite García. "Aprender nuevas técnicas y tácticas se convirtió en algo esencial para ayudar eficazmente a estas personas".
A los 2 días de una intervención del Cuerpo de Bomberos de Sunland Park, casi 10 inmigrantes recibieron atención de emergencia. En una ocasión, los rescatadores colocaron a un grupo de 6 inmigrantes en baños de hielo, lo que puso de manifiesto su gran desesperación, ya que un hombre recurrió a comerse una bolsa de hielo.
Más tarde, salvaron a un mexicano de 21 años que sufría un grave golpe de calor, con una temperatura corporal de unos críticos 107° F.
Angustia e incertidumbre
Aunque recibió atención hospitalaria urgente, el destino de muchos de estos inmigrantes sigue siendo incierto, lo que deja a las familias angustiadas y a los socorristas con poca información que ofrecer.
El capitán García refleja la intensidad y la tensión emocional de estas operaciones, constreñidas por la urgencia y la escasez de detalles.
“Tenemos suerte si nos dan un nombre, una fecha de nacimiento, eso es todo lo que nos dan”, dijo García. “A veces no nos dan nada porque hay una emergencia tan grande que no tengo tiempo para eso. Es muy desafortunado”.